Por Mario Peláez
Como tenía que suceder, la palabreja posverdad ya se instaló en la cúspide del quehacer y del decir de los políticos en el Perú oficial.
¿Pero qué es la posverdad y cuál la estrategia seguida para su consolidación?
Ella no es otra cosa que la mentira convertida en “suprema verdad”, aprovechando oportunistamente la franquicia de las emociones y así manipularlas a la medida del requerimiento. Es decir, la emoción como único factor de reconocimiento, de valoración y aceptación de la verdad. Objetivo que requiere de técnicas invasivas de carácter sicológico, compatibles con la publicidad y la lógica del mercado.
¿Y cuál es la estrategia?
Primer paso. El gobernante fracciona la verdad y escoge cuidadosamente una de estas micro “verdades”. Segundo paso. La fracción elegida es colmada de incentivos de tipo emocional (regionalismo, patriotismo, por ejemplo), previa descontextualización. Tercer paso. Una vez concebida burocráticamente en posverdad, corresponde a los medios de comunicación (duchos en manejos subliminales) enraizarla en la opinión pública.
Hoy, hasta la aritmética se cansaría de contar las posverdades, y todas transpirando “amor patrio”. He aquí algunas, como gran cosecha emocional: los procesos electorales con los programas partidarios y liderazgos; los mensajes presidenciales; las comisiones de investigación del Congreso; los editoriales de los medios de comunicación; el patriotismo de los inversionistas; los contratos y adendas celebrados por el Estado; las políticas de prevención; las ofertas académicas de las universidades; la estadística del costo de vida; los pronunciamientos públicos de los gremios empresariales; el amor al prójimo de la cúpula del clero; el presupuesto general de la república; la peruanidad de los tecnócratas; la lucha frontal contra la corrupción y la impunidad; la lealtad de los poderes fáticos.
Disculpe, amable lector, por solo mencionar al paso dos recientes posverdades. Una relacionada con el contrato de Chinchero y su adenda. Aquí la “micro verdad”, promocionada por el gobierno, es el interés del pueblo cuzqueño por contar con aeropuerto internacional, pero soslaya cínicamente otros factores: la pésima ubicación; la recomendación de UNESCO de que Machu Picchu no soporta mayor flujo turístico; la multiplicación de los costos; el conflicto de intereses (la hermana del primer ministro Zavala es miembro del directorio del consorcio Kuntur Wasi).
- ¿Y la otra posverdad?- me apremia desafiante mi alter ego.
- ¡Ah!, la otra posverdad es sin duda PPK- le contesto sin titubeos.
0 comentarios:
Publicar un comentario