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"Cuando el ánimo está cargado de todo lo que aprendimos a través de nuestros sentidos, la palabra también se carga de esas materias. ¡Y como vibra!"
José María Arguedas

miércoles, 2 de junio de 2010

VALLEJO, SIEMPRE / Peregrinaje cultural

Capulí, Vallejo y su tierra es un movimiento cultural que impulsa una visita anual (mayo) a Santiago de Chuco, una de las provincias del departamento de La Libertad. Son once años de consecutiva convocatoria. Esta vez la caravana emprendió viaje desde Lima el jueves 20 de mayo. Danilo Sánchez Lihón, el gestor del evento, de tramo en tramo alienta a los viajeros a entonar canciones populares dentro del ómnibus. En el trayecto de Trujillo a Santiago de Chuco, también nos alcanza datos interesantes sobre los itinerarios y periplos que en diversas ocasiones recorrió Vallejo, además de las peculiaridades de los villorrios, caseríos y accidentes geográficos que vamos espectando.

El viernes 21 a las seis de la tarde es el arribo al destino fijado. Entusiastas delegaciones de colegiales desde la entrada al pueblo acompañan a los visitantes con sus bandas de música. Ya en la plaza principal un representante de la Municipalidad brinda las palabras de bienvenida, aprovechando una pausa del jolgorio encabezado por los “pallos”, danzantes típicos del lugar.


Sábado 22 de mayo. Desde temprano el sol en la tierra de Vallejo empieza a calentar los tejados de la ciudad y también las piedras de la campiña.

La antigua casa donde nació el poeta, con su empedrado patio, los dos árboles de capulí y el poyo que está junto a la cocina, nos brida su tibio abrazo.

                               “Humo de la cocina, aperitivo
                               de gesta en este bravo amanecer.
                               El último lucero fugitivo
                               lo bebe, y, ebrio ya de su dulzor”

                                                     **
                              “ Hermano, hoy estoy en el poyo de la casa,
                               donde nos haces una falta sin fondo!

                               Me acuerdo que jugábamos esta hora, y que mamá
                               nos acariciaba…”

La casa del poeta

Allí nació el hombre que mejor supo reflejar el dolor y el ansia de liberación del ser humano. Desde los corredores y pasadizos de tierra apisonada, los ecos del crujir de las robustas puertas artesanales trepan por los pilares de eucalipto hasta hacerse melodía en la techumbre.

En uno de los rincones del amplio patio de forma angular está el dormitorio donde -según el lugareño don Francisco Miñano (informante longevo y que recogió datos cercanos) –nació César Vallejo. Las otras habitaciones, a excepción de la cocina, tienen el piso enmaderado con retazos de tablas que antaño servían de embalaje para diversos productos provenientes de países de ultramar.

Una puerta enlaza a otro ambiente –en realidad la casa de dos pisos que el padre de Vallejo adquirió cuando los hijos venían a este mundo uno tras otro-. Allí hay una acogedora sala y dentro de ella otro pequeño e íntimo cuarto que fue el adoratorio de la familia. Alrededor del patio, una habitación que posiblemente fue el almacén o depósito, están aún dos monturas cabalgaduras de cuero repujado. Y las escaleras que van al segundo piso.

                                                                      ***

En la primigenia casa, Danilo Sánchez dirige un espontáneo homenaje al autor de Trilce y Los heraldos negros. Margot Palomino con su cautivante voz echa al aire sus cantos, don Francisco Miñano responde ávido a las preguntas, y que le dan la oportunidad de esclarecer -a veces poner en duda -diversos datos biográficos. Declama el profesor de primaria Segundo Vara con una admirable memoria y expresividad pocas veces escuchada, el íntegro del poemario España, aparta de mí este cáliz.

En lo que queda de la mañana en el auditorio municipal se desarrollan conferencias y ponencias literarias, culturales y lectura de poesía; participaron, entre otros, las escritoras Olga Toro Muñoz, de Chile,  Nelly Córdova, de Ecuador; el dramaturgo Juan Rivera Saavedra, el escritor Ángel Gavidia y otros talentosos expositores. Es mediodía y en la plaza la claridad enaltece el busto de César Vallejo y a otro costado, frente a la iglesia, el monumento al “pallo”. Por la tarde Cachicadán, un apacible distrito de Santiago de Chuco, a dos horas de distancia, pródigo con sus aguas termales.

La Cátedra Vallejo itinerante

El retorno es el día domingo 23 a las dos de la tarde. Habiendo todavía tiempo, el poeta médico Ángel Gavidia, persuade a un reducido grupo de amigos para visitar el cementerio del pueblo. Las tumbas de dos de los hermanos de César Vallejo: Natividad y Augusta, y de Otilia Vallejo, una pariente, son los vivos testimonios de inspiración.

                                            “ Luciré para Tilia, en la tragedia
                                            mis estrofas en óptimos racimos;
                                            sangrará cada fruta melodiosa,
                                            como un sol funeral, lúgubres  vinos.
                                            Tilia tendrá la cruz
                                            que en la hora final será de luz!”

Hacia el interior, la tumba de los progenitores del poeta: un pedestal de cemento con una hermosa roca situada al centro. Ángel Gavidia, vallejiano perenne, extrae un libro del morral que siempre lleva al hombro, y le entra a la lectura con emocionada entonación (“Idilio muerto”, “Ágape”, “Dios”); quedó pendiente leer “Ascuas”, el poema referido a Tilia, el amor de Vallejo.

A las dos de la tarde le decimos hasta pronto a esta tierra que con sus sembríos y su gente sencilla y serena, parió y crió a un gran genio de la literatura universal. Ya dentro del ómnibus en marcha y cuando cae el atardecer, se inicia una de las mesas redondas más originales en torno a los versos de Vallejo. Intervienen interpretando textos de diversos libros, los profesores universitarios Carlos Castillo, Julio Yovera, Danilo Sánchez y el poeta y narrador Ángel Gavidia. Hay atingencias y comentarios de los peregrinos culturales, y al finalizar permanece más impregnado que nunca el amor y respeto a la obra vallejiana, que realmente nos convoca a infinitas búsquedas.

Desde Trujillo se reembarca la caravana a Lima a las once de la noche.

                                                                                                       (Jorge Horna)
                                                                        Lima, martes 25 de mayo de 2010

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