Nació en la ciudad de Celendín. Realizó sus
estudios primarios en el Centro Escolar Nº 81 que bajo la dirección de
pedagogos como Manuel Jesús Díaz, Moisés
Bazán y Manuel R. Marín, ha sido gran semillero de espíritus que han prestigiado
el nombre de Celendín. Prosiguió estudios secundarios en los colegios de San
Ramón.
Silvia Pinedo cultiva de preferencias la
poesía, en la que ha producido obras de valía, inspiradas en motivos y
personajes celendinos.
El poeta Silva Pinedo ha colaborado en
“Integridad”, en “La Crónica”, en “La Prensa” y “El Comercio”.
MI RETORNAR SIN PASOS
Cansado
yazgo sobre el lecho
como camino viejo
adormilado por el sol
desde el ombligo del
día,
del día que a las
doce
siempre está boca
abajo
mirándonos desde
arriba.
Como tropel familiar
de animales amigos
del hombre,
me cruzan las
remembranzas,
subiendo desde los
valles,
bajando desde los
cerros,
por este camino que
soy.
Ellos a retazos me
atraen,
sobre sus lomos
domésticos,
las celendinas
comarcas
que huelen a toronjil
a yerbaluisa y cedrón.
Celendín en una tabla
me llega
con sus calles
asoleadas,
paralelas y
rectilíneas
como lata de
panecitos
recién salidos del
horno;
con la bulla de sus
domingos
como salidas de
escuela,
repletos de sombreros
tachos,
redondos y cubalibres,
de plantillas
enlunecidas,
de copas en cuatro
días,
faldas de sábado
entero
y orillas
dominicales,
en domingo, temprano por
la mañana,
… más que de paja
tejida,
trenza apretada de
afanes
de madres, esposas y
hermanas.
Celendín,
con todas sus puertas
abiertas
a la patrullas de
carnaval.
por donde salían contentos
el chisguete
forastero,
la coqueta serpentina
y el atrevido almidón.
En un relincho me
llega
las dos de la tarde
pintada
porque es hora que en
el rastrojo
los animales tienen
sed.
-“Toma breve ti chocolate,
- me dice la voz de
mi madre-
Pa’que te vayas a
mudar a los animales”
Abro la puerta de la
cocina
en busca de un pan de
a cuatro
y una sonaja de cuyes
se sacude en el
cuyero
A este reclamo
chillón,
mi padre me
recomienda:
-“Dás,das hijo te vas
y de vuelta le traes
yerba
del canto del Río
Grande”.
Brinco la zanja, paso
el portillo y…
allá va la reina color
canela
de las fichas de este
ajedrez
vestida con los
dibujos
que hay entre las entrañas
de las papas
clavelinas,
tiene una llamarada
de salud en cada
mejilla
y con dos noches
estrelladas
en pleno día nos
mira…
… aunque no quieran
creer,
a los helechos de sus
pestañas
le piden sombra esas
noches.
¡Oh, Celendín,
con tus tardes y tus
mañanas
como ojos zarcos
de enamorada rubia y
feliz,
que también tienen
ojeras
cuando lloran los
aguaceros
del invierno que los
azota!
Serenas tus noches de
luna
donde las horas
parece que meditaran
poniendo sus manos
juntas
en actitud de rezar…
Entonces parece que
el tiempo
recién volviera a la
calma.
como cuando en la
carita de un niño
se deshace el gesto
de llanto
al empezarse a
dormir.
Marcial Silva Pinedo.
Del
libro Cajamarca Tomo V páginas 243 y
244.
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