Por:
Theilhar Villegas
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Desde hace algunos días cientos de miles de peruanos
se congregan ante la televisión, los periódicos o la radio para contemplar
al psicópata y a su víctima. Se trata de exponer el caso del asesino
extranjero y su víctima peruana una y otra vez sin fin, en una grotesca
combinación de patetismo, sadismo e incultura, estratégicamente
amplificada por los programadores de las cadenas televisivas y radiales
o bien por los diagramadores de los periódicos de mayor demanda, y que viene
gozando en las últimas horas de una cada vez más asfixiante omnipresencia
pública.
Sería imprudente despachar el auge de este tipo de
fenómenos sociales, -y de los formatos que le sirven de plataforma- con un
simple gesto de desdén, como si se tratase de una excentricidad pasajera o una
patología menor sobre nuestra continuidad social. Muy al contrario, su análisis
puede decirnos mucho acerca de la sociedad en que venimos viviendo y el momento
histórico que atravesamos. Un economista crítico italiano Stefano
Lucarelli ha escrito que el capitalismo contemporáneo se caracteriza por
sustentarse en "dispositivos de dominio sólo comprensibles si se
los coloca en la zona híbrida en la que la economía política se encuentra con
la psicología social".
Esta epidemia de medios de información basura es uno de estos dispositivos de dominio, y posiblemente uno de los más eficientes. Cuando un alto porcentaje de la población peruana habita por debajo del umbral de la pobreza, trabaja en cientos de miles de empleos precarios y la casta corporativa asume -con la coartada del exitismo económico- uno de los más espeluznantes latrocinios de los que guardemos memoria tanto de los recursos de TODO un país como de sus víctimas directas, la clase trabajadora y la sociedad civil... Estas últimas permanecen mayoritariamente mudas e inmóviles, sin protagonizar ninguna de esas formas enérgicas y masivas de protesta que hubieran parecido oportunas y previsibles ante acontecimientos como la corrupción gobiernista, la criminal e injusta distribución de la riqueza o la absoluta irresponsabilidad en el manejo de nuestros recursos como de casi todo el organismo público en general (salud, educación, etc.).
Esta epidemia de medios de información basura es uno de estos dispositivos de dominio, y posiblemente uno de los más eficientes. Cuando un alto porcentaje de la población peruana habita por debajo del umbral de la pobreza, trabaja en cientos de miles de empleos precarios y la casta corporativa asume -con la coartada del exitismo económico- uno de los más espeluznantes latrocinios de los que guardemos memoria tanto de los recursos de TODO un país como de sus víctimas directas, la clase trabajadora y la sociedad civil... Estas últimas permanecen mayoritariamente mudas e inmóviles, sin protagonizar ninguna de esas formas enérgicas y masivas de protesta que hubieran parecido oportunas y previsibles ante acontecimientos como la corrupción gobiernista, la criminal e injusta distribución de la riqueza o la absoluta irresponsabilidad en el manejo de nuestros recursos como de casi todo el organismo público en general (salud, educación, etc.).
Pero no es la protesta ciudadana sino el consumo
televisivo, radial o periodístico lo que se dispara, y millones de
ciudadanos permanecen hipnotizados absorbiendo con morbosa
delectación todos los pormenores de uno de tantos asesinatos que de acuerdo
al origen social de la posible víctima tienen una mayor repercusión
"informativa"; además de consumir diariamente todo tipo de
supuestos bailes -en los que la mujer es el "objeto" a mostrar-,
juergas, actos de infidelidad, peleas, chismes y banalidades de toda índole,
así como otras querellas y demás andanzas de llamada farándula y de
los grupos sociales más expuestos a este tipo de actos en nuestra
sociedad.
La mirada seducida por la pequeña pantalla es una
mirada aprisionada dentro de los límites lógicos y morales del capitalismo que
diseña sus contenidos. Poco a poco, el lenguaje sensacionalista, frívolo y
maleducado del espectáculo televisual, auditivo y lector va empapando el
conjunto de la esfera y el lenguaje público, se infiltra en las relaciones
sociales y en la intimidad de los individuos. Espectáculos que no dejan de
mostrar modelos de conducta y patrones de pensamiento (por lo general, ejemplos
hiperbólicos de cinismo, hipocresía, desvergüenza y codicia) sobre una sociedad
que, agobiada por la explotación laboral y desconcertada por la degradación de
los vínculos sociales tradicionales, se aferra a cualquier clavo ardiendo con
tal de apartar, durante unas horas, la vista del desastre propio o ajeno. El
resultado es una mente social empobrecida y fragilizada, que prolongadamente
sobreexpuesta a la forma limitadas y deficientes que promueve la industria de
la información y del entretenimiento, acaba por tornarse necesariamente
ingenua y dócil ante los designios de un sistema de vida cuyos mecanismos tanto
la desinformación y el espectáculo difuminan, extienden y cuyas
intenciones finales saben cubrir perfectamente.
Durante siglos decenas de millones de seres humanos quebraron las cadenas de la superstición y de la ignorancia gracias a la creación de organizaciones sociales, políticas y sindicales, que fueron incansablemente prolíficas en la creación de imprentas, librerías, bibliotecas, periódicos, radios, escuelas... Pues sólo una sociedad intelectual, ética y estéticamente consciente y cultivada es capaz de avanzar y progresar profundamente. En un tiempo de crisis sistémica de profundas raíces y decisivas repercusiones en el ámbito de la cultura, resulta fundamental reconstruir la cultura y los valores devastados por la desinformación y el espectáculo televisual, radial y periodístico para así revertir la mutación de la ciudadanía soberana en mera agregación de audiencias pasivas.
Durante siglos decenas de millones de seres humanos quebraron las cadenas de la superstición y de la ignorancia gracias a la creación de organizaciones sociales, políticas y sindicales, que fueron incansablemente prolíficas en la creación de imprentas, librerías, bibliotecas, periódicos, radios, escuelas... Pues sólo una sociedad intelectual, ética y estéticamente consciente y cultivada es capaz de avanzar y progresar profundamente. En un tiempo de crisis sistémica de profundas raíces y decisivas repercusiones en el ámbito de la cultura, resulta fundamental reconstruir la cultura y los valores devastados por la desinformación y el espectáculo televisual, radial y periodístico para así revertir la mutación de la ciudadanía soberana en mera agregación de audiencias pasivas.
Cualquier proyecto político democrático de
emancipación necesita con urgencia apelar a otros medios, a otros temas, explicar
esta realidad no solo de apariencias, sino de profundos trasfondos políticos,
económicos y sociales. Pues de no ser así seguiremos atentos a los designios de
unos medios que lucran con el dolor ajeno, que muestran la pobreza moral de
nuestra sociedad como espectáculo a seguir y al cual engancharse mañana,
tarde o noche y que tienen muy pero muy lejos de su atención
acontecimientos realmente importantes y fundamentales que vienen sucediendo en
el mundo de HOY y que pueden generan conciencia, movilización, lucha digna y
solidaridad, como también posiblemente muerte, pero en este caso una muerte
cargada de un auténtico sentido de valor, de convicciones sólidas y que dejan
tras de sí un profundo ejemplo de valor humano y social.
Finalmente me pregunto en este país del mundo al
revés ¿acaso se da más de un minuto de información o de explicación a los
hechos que vienen pasando en Gaza con más de un millón y medio de
Palestinos prácticamente sometidos a una vida de reos en su propio
territorio, del que no tienen salida ni por mar ni aire?... ¿Se le brinda algo
de atención a la historia de Rachel Corrie de la que se tomo el nombre del
último buque asaltado el día sábado por el gobierno Israelí y que también pertenecía
a la flotilla de la paz?... ¿Cuántas horas de programación o programas
especiales se le ha dado al derrame petrolero que viene destruyendo el medio
ambiente en gran parte del golfo de México?, y ¿cuántos especialistas han
dicho algo sobre la crisis y resistencia del pueblo griego por el cambalache
que hoy en día significan el manejo del gran capital financiero?... O ¿cuantos
minutos han dedicado a su programación nuestros medios a la digna y formidable
lucha de la Madres de Plaza de Mayo por recuperar a sus hijos y nietos
desaparecidos por la dictadura militar argentina?... Les aseguro que podría
seguir nombrando ejemplos dignos de nuestra más grande admiración, comprensión
y también profunda consideración por cientos de personajes que hoy mismo serian
ejemplo para forjar a un pueblo, para dar cátedra del significado del valor
humano y de las ideas con convicción social... Pero NO, aquí de eso, NO, nada o
casi nada se sabe, se prefiere en su lugar manipular con el miedo, con el
temor, con los aspectos más truculentos y mórbidos de un asesinato, o con el entretenimiento
más degradante, básico y pueril.
Finalmente algunas reflexiones que no son mías, sino
de Eduardo Galeano que reflejan claramente los miedos impuestos en nuestro
mundo cotidiano por los medios ya descritos y en general por un sistema
que así y solo así puede manipular, alterar y enajenar a los seres humanos a su
antojo y su conveniencia...
"Los que trabajan tienen miedo de perder el trabajo.
"Los que trabajan tienen miedo de perder el trabajo.
Los que no trabajan tienen
miedo de no encontrar nunca trabajo.
Los automovilistas tienen miedo
de caminar y los peatones tienen miedo de ser atropellados.
La democracia tiene miedo de recordar y el lenguaje miedo de decir.
Los civiles tienen miedo a los militares, los militares tienen miedo a la falta de armas, las armas tienen miedo a la falta de guerras.
La democracia tiene miedo de recordar y el lenguaje miedo de decir.
Los civiles tienen miedo a los militares, los militares tienen miedo a la falta de armas, las armas tienen miedo a la falta de guerras.
Es el tiempo del miedo.
Miedo de la mujer a la
violencia del hombre y miedo del hombre a la mujer sin miedo.
Miedo a la puerta sin cerradura, al tiempo sin relojes, al niño sin televisión, miedo a la noche sin pastillas para dormir y miedo al día sin pastillas para despertar.
Miedo a la multitud, miedo a la soledad, miedo a lo que fue y a lo que puede ser, miedo de morir, miedo de VIVIR..."
Miedo a la puerta sin cerradura, al tiempo sin relojes, al niño sin televisión, miedo a la noche sin pastillas para dormir y miedo al día sin pastillas para despertar.
Miedo a la multitud, miedo a la soledad, miedo a lo que fue y a lo que puede ser, miedo de morir, miedo de VIVIR..."
3 comentarios:
Concuerdo plenamente en lo que escribe el autor de esta nota. Vivimos en u nmundo prosaico en dionde medran a sus anchas "periodistas como Magaly Medina y su risa horrorosamente despectiva plena de banalidades sin sentido que no tienen otra misión que mantener dopada a la opinión pública. Lo malo es que en casa gusta a las mujeres y tengo que vivir la tortura de escucharla a diario.
Si es muy cierto, la gente tiene mas miedo, por estar mirando noticias que por los mismos crimenes. Es realmente repulsivo ver como se habla de asesinatos, robos, etc..como si fueran las unicas noticias del dia. Es indignante ver como nos venden basura de informacion, tanto en tv como en periodicos y demas medios...escandaletes, vedettes, gente que solo hace un show de su vida y se hacen llamar artistas. Pero lo mas lamentable es que si esto se sigue vendiendo, es porque la gente aun lo sigue consumiendo. Nos alejan de la realidad sin que nos demos cuenta, porque no nos detenemos un momento a reflexionar a tener una actitud mas critica...y porque sucede eso? simple, eso es lo que buscan los grupos de poder, y recurren a diversas formas para hacerlo, ya sea mediante los medios de comunicacion e incluso con la educacion que se da ahora en el pais , donde no incentivan el analisis critico, pues saben que a la larga si quieren seguir mandando, esto no les conviene.
Estoy anonadada por las palabras tan certeras que reflejan el sentir de muchos y usted ha sido la voz que habló por nosotros. Lo felicito por haber llegado a nuestras mentes. Ha sido inspirador.
Katia Ratto.
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