Por Carlos Urrutia
Columnista, Diario La Primera
Los políticos peruanos tienen que entender que una de las grandes carencias de nuestro país es no haber asumido seriamente el desafío de hacer demócratas, ciudadanos respetuosos de la ley y de las instituciones peruanas, que trabajan con transparencia y respetan la diversidad social que nos constituye.
Para hacer esos demócratas se requiere inversiones importantes de parte del Estado que no pueden ser evitadas con el pretexto tonto de que no hay plata, en un país con riqueza minera, pesquera, agrícola, turística, entre otras, que produce enormes fortunas privadas pero no puede superar su lacerante pobreza. ¿Con estos ricos para qué queremos pobres?
Hay mucha frustración frente a la necesidad insatisfecha de incrementar la inversión pública y privada en los campos de la Educación, la salud y el bienestar de la gente, porque nuestros gobernantes han preferido invertir en los negocios más que en los peruanos.
Claro que hacer ciudadanos es más caro que hacer desempleados, que hacer administradores y gerentes de empresas es mucho más caro que hacer gente en largas colas para postular a un mal empleo, y esto es cierto porque es mejor negocio, en nuestro país, hacer clases bajas que producen barato, que hacer clases medias y acomodadas que exigen mayor retribución. ¿Cuánto se invirtió en hacer ciudadanos suizos, franceses, suecos o ingleses, o más cerca, Chilenos, uruguayos o costarricenses, en educarlos con calidad, darles salud en serio? Sin duda, muchísimo más que lo que invirtieron los vivos peruanos en hacer ciudadanos. Y el resultado está a la vista.
Dentro del Perú, ni los maestros, los médicos estatales, que tienen la inmensa responsabilidad de educar y asegurar la salud de la niñez y las juventudes peruanas han recibido una inversión pública, ni menos privada, correspondiente a su alta responsabilidad social.
No hay progreso con instituciones sin ciudadanos, ni con ciudadanos sin instituciones. Es urgente mejorar la calidad de los constructores del progreso, para mejorar la calidad del progreso. Si tenemos buen cemento, buenos ladrillos, pero malos ingenieros y arquitectos: la casa se caerá. Un país que pierde estos ricos, no sabe lo que gana.
1 comentarios:
Buen artículo de análisis de la actual realidad social del país. Conm muy pocas y llanas palabras -por lo tanto asequibles a una amplia lectoría- Urrutia acierta.
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