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"Cuando el ánimo está cargado de todo lo que aprendimos a través de nuestros sentidos, la palabra también se carga de esas materias. ¡Y como vibra!"
José María Arguedas

domingo, 14 de abril de 2013

Publicaciones: Leyes de la Narración, por Lúcido Enrique Boy Palacios



Prólogo

¿La Narración tiene leyes? ¿Es una antinomia afirmar que la dogmática ley es aplicable al libre albedrío de la letra? Utilizo el término ley en su sentido jurídico y no en el de la ley científica.

Es indudable que Literatura y Derecho se relacionan en diferentes formas. Quizá la más generalizada sea la que emplea al Derecho
(y a categorías prximas como el delito, el Poder y la Justicia) como tema o motivo literario. Allí tenemos a “Antígona” y “Edipo Rey” de Sófloques, “Enrique VI” y “El Mercader de Venecia” de Shakespeare, “El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha” de Cervantes, “Crimen y Castigo” y “Los hermanos Karamazov” de Dostoievki, “El Proceso” de Kafka, “El Extranjero” de Camus, sólo para citar Literatura bien conocida a nivel mundial. En el breve ensayo que tienes en tus manos establezco otra similitud entre la pluma y la espada: la Narración está sujeta a ciertas leyes, no tan inexorables como las de la naturaleza, sino más bien próximas a las normas de tipo social, con sus características de bilateralidad, generalidad y obligatoriedad.



En el ámbito Jurídico se conceptúa a la ley como una norma que regula coercitivamente las conductas humanas intersujetivas. La característica fundamental del Derecho es que convierte en obligatorios comportamientos optativos, utilizando para tal efecto la amenaza de sanciones, cuya creación y ejecución es función exclusiva del Estado. Utilizando la analogía, pienso que en la narración es posible formular leyes para regular la relación narrador-lector. La obligatoriedad de tales normas deriva del hecho de que no existe literatura sin lectura, es decir, sin lector. En caso de incumplimiento de las leyes narrativas por el narrador, será el mismo lector quien impondrá la severa sanción: el abandono del libro que con tanta expectativa abrió, anulando el destino de toda narración: ser revivida y recreada mediante la lectura. Resulta pues simbólica la lección de Sherezada: el narrador se juega la cabeza y la vida en su relato. Es evidente que tales leyes no han sido emitidas por ningún ente estatal sino que están consagradas por una autoridad con gran poder como son los narradores conocedores de su oficio.


Así pues, considero que no es un atentado contra la libertad artística creadora, que por naturaleza es reacia a toda reglamentación y camisa de fuerza, ni contra la energía innovadora del escritor, señalar algunas leyes fundamentales que nos permitirán relatar con eficacia, manejar con arte la palabra, único instrumento con que cuenta el narrador. El cosmos que crea todo relato supone en principio un orden, una sujeción a leyes generales que proscriben el caos.


He observado que a muchas personas se les ocurren interesantes y trascendentales temas, pero no encuentran la manera de expresarlos. Si a eso sumamos el hecho de que un mismo tema puede ser ejecutado de diferentes maneras, tal como lo demuestra el escritor francés Raymond Queneau en su libro “Ejercicios de estilo”, en el cual aborda el mismo argumento de noventa y nueve formas diferentes, nos convenceremos de la necesidad de reflexionar sobre la estructura formal de la narración. Asimismo, podemos afirmar con Roland Barthes que “Innumerables son los relatos existentes”, pero agrego que esa universalidad del relato no excluye la preocupación por la forma narrativa.



Los diferentes textos de técnica narrativa que he tenido la oportunidad de estudiar no siempre son lo suficientemente explícitos en algunos aspectos, quizá porque se los considera demasiado obvios. Por ello en este trabajo desarrollo unas pautas elementales, ilustradas con ejemplos de connotados narradores, que me parecen de observancia obligatoria para la escritura
(y por qué no también para la lectura) de narrativa, en sus diversas variedades: novela, novela corta o cuento, sean éstas históricas, realistas, fantásticas, de terror, de ciencia ficción, de aventuras, policiales, pisicológicas, etcétera. En caso del microcuento, éste tiene otras particlaridades que se deben tener en cuenta y en las cuales no me detengo.

A partir de la ley fundamental de la persuación
(aclarando que se trata de una persuación intríncica del texto narrativo, no el convencimiento de criterios ideológicos, políticos o de otra índole), formulo otras normas estructurales jerárquicamente y que coadyuden al cumplimiento de esa ley principal. Mi propósito no es legislar ni codificar ni menos convertir a la Literatura en una Ciencia, sólo recuerdo que hay una identidad entre el lenguaje y la literatura: ambos tienen sus reglas que no pueden ser dejadas de lado de manera absoluta por el escritor, bajo pena de convertirse en un solipsismo inteligible sólo por su autor. Como ya dijimos, el acto literario no es solamente escritura, es, más aún, comunicación con el lector. No hay narrativa sin lectura.

Es mi deseo más ferviente que las ideas que expongo sean acogidas amigablemente y que sirvan de alguna manera a los interesados en este apasionante mundo de la Literatura.


El autor

Cajabamba, Diciembre 2008
Lima, Agosto 2009


Índice 

Prólogo / Pág. 13
Dos palabras sobre arte de la invención de temas / Pag. 17
La evolución de la narrativa / 18
Ley fundamental de la narración: La ley de la persuación / Pág. 22
I. Ley de la verosimilitud / Pág. 30
1. La Ley de la Unidad de la Narración / Pág. 32
La estructura Narrativa / Pág. 40
El narrador y la focalización / Pág. 41
Actitudes del narrador. Tono y Atmósfera / Pág. 49
El Estilo / Pág. 50
Personajes y acciones / Pág. 54
El Cronotopo / Pág. 59
2. La Ley del Movimiento / Pág. 66
El ritmo / Pág. 70
3. Otras Leyes / Pág. 75
Ver para creer: la visibilidad / Pág. 75
Emplear los cinco sentidos / Pág. 77
Sentimientos, emociones, pasiones / Pág. 78
Mostrar y no explicar / Pág. 81
Lo concreto y lo abstracto: la importancia de los detalles / Pág. 83
II. La Ley del interés / Pág. 90
Ley del Suspenso o Intriga / Pág. 92 
Bibliografía / Pág. 102      

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