Por Mario Peláez
Como parece que Dios ha abandonado a sus criaturas…, hoy, oportunistamente, nuevos dioses se han constituido en hacedores y líderes de la historia: de la cultura. De los elementos espirituales y materiales que caracterizan a la sociedad, en consecuencia de nuestro cerebro. Me refiero a la televisión y a internet, y que el algoritmo los convierten en cautivante magia….
¿Y qué de internet? Qué de la revolución digital (que los pesimistas le denominan “ciénaga digital”). Sin duda, en la red encontramos, con un solo clic, hasta el vademécum de maldades de Satanás… Océanos de datos, montañas de información; no de conocimientos. Situación que hace difícil distinguir la verdad de la mentira. Acontece más de las veces, que las emociones en las redes enlodan la realidad. Y nadie mejor para tal despropósito que los “mineros de datos”.
De otro lado, las grandes plataformas, comenzando con Facebook, se adueñan de nuestra privacidad para convertirlo en mercancía. De lo cual cada uno también es responsable de no poder contener el estriptis que se hace en la pantalla. Pura apetencia del ego. Sin que ello descalifique los grandes atributos y beneficios.
¿Qué hacer? ¿Cuál es el antídoto?
Educación y cultura de calidad. Empezando por el amor a la lectura. El poeta y escritor Richard Ford, asegura que el libro siempre ofrece un lugar seguro en la que a la vida se le concede un latido extra…
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