Latinoamérica - Perú
DOMINGO 28 DE ABRIL DE 2013 12:18
Mientras la seguridad ciudadana es
uno de los grandes fracasos de este régimen las mineras en Perú tienen bajo
contrato a miles de efectivos de la Policía Nacional. El asunto llegó el 11 de
marzo del 2013 a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
Fuente: Hildebrandt en sus Trece
Los policías se alquilaron al mejor postor en los últimos años. Esa fue la denuncia que resonó, el pasado 11 de marzo, en la sede de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), en Washington, Estados Unidos. En la audiencia especial para nuestro país, los representantes de la sociedad civil (Coordinadora Nacional de Derechos Humanos, Fedepaz y Grufides) hicieron hincapié en los leoninos convenios confidenciales celebrados entre la Policía Nacional y las empresas extractivas, especialmente las mineras. Así, los policías mal pagados y peor tratados por el Estado pueden ganarse un dinerito extra.
Esta práctica perversa comenzó en
1999, en el gobierno de Alberto Fujimori. El régimen de Alejandro Toledo
puso de su parte al permitir que los acuerdos ya no requiriesen la firma del
ministro del Interior. En el 2009, con Mercedes Cabanillas al frente del
Mininter, el gobierno aprista institucionalizó los llamados "servicios
extraordinarios complementarios" que ahora aplica Humala.
Al leer los convenios da la sensación
de que estos hubieran sido redactados en los jardines de las mansiones de los
dueños de las mineras. El acuerdo con Yanacocha es un ejemplo de ello.
El texto, escrito el 31 de marzo del
2011, exige, entre otras cosas, que la Policía designe "prioritariamente a
personal especializado en control de multitudes de Cajamarca, de la
División de Servicios Especiales y de la Dirección de Operaciones
Especiales".
"La Policía Nacional, en
cumplimiento de sus funciones, intervendrá en situaciones especiales cuando la
asociación política social haga previsible que podrían afectarse
directamente la integridad física de los trabajadores y contratistas de minera
Yanacocha", añade una de las cláusulas.
Para que no queden dudas de quién
manda, la cláusula de confidencialidad dice: "La Policía Nacional se
compromete a dar un tratamiento confidencial y a no revelar el contenido de
este documento a terceros, sin el previo consentimiento escrito de minera
Yanacocha". A cambio del servicio, Yanacocha, una de las
mayores productoras de oro de Latinoamérica, ofrece muy avaras
recompensas. En situaciones normales, paga S/.48 diarios para el oficial a
cargo y S/.28 diarios para los suboficiales. En situaciones que ellos llaman
"especiales", por dar un servicio sin las facilidades del alojamiento
y de la alimentación, el policía, sea cual fuere su rango, recibirá S/.78
diarios. Yanacocha se compromete a pagar un seguro de US$20 mil por
fallecimiento; US$18 mil por invalidez permanente; US$10 mil por curaciones por
lesiones graves; US$3.500 por lesiones leves, y US$3.500 por sepelio. ¡Bien
barato le sale a Roque Benavides el kilo de policía teniendo en cuenta las
millonarias ganancias de su compañía!
El documento que estamos citando
lleva la firma del entonces vicepresidente de Yanacocha, Carlos Santa Cruz, y
del director de la XIV Dirección Territorial Policial de Cajamarca, general
Jorge Iparraguirre. El contrato, en teoría, debió vencer el 31 de
diciembre del 2012. El portal de la Policía Nacional, que sólo hace mención al
acuerdo pero no publica los detalles, dice que el primer pacto, firmado en mayo
del 2007, sigue vigente.
Otro contrato llamativo es el de la
compañía cuprífera de capitales suizos Xstrata Tintaya.
Al estallar el conflicto social en
Espinar, Cusco, que dejó tres muertos, se descubrió que había una comisaría
dentro del campamento minero. Las tareas ya estaban asignadas. "Como parte
de sus funciones en la provincia de Espinar, el mayor comisario, jefe de
la comisaría, apoyará el desenvolvimiento del destacamento policial de Tintaya.
Al comandante de Sicuani se le considera como elemento de apoyo, información y
control".
El primer convenio de Xstrata y la
policía fue celebrado un 17 de febrero del 2000. Y ha sido renovado
sucesivamente. La redacción del documento señala que en la comisaría hay
12 policías (un oficial, dos efectivos de inteligencia y nueve suboficiales).
El comisario recibe quincenalmente S/.850 por su trabajo mientras que los
efectivos S/.350. La suma incluye bonificación, alimentos y pasajes.
Con el gobierno de Humala, la Policía
pactó también con Antamina, uno de los mayores productores de cobre y zinc
en el mundo. La firma de capitales suizos pidió protección para su campamento
minero Yanacancha, en Áncash. Antamina demandó un mínimo de veinte efectivos de
la División de Operaciones Especiales, los más preparados para aplacar posibles
disturbios.
El equipo especializado tiene el
encargo de "prevenir, detectar y neutralizar actos de sabotaje, terrorismo
y cualquier amenaza contra el personal, instalaciones, maquinarias y
equipos de Antamina". A cambio, la comisaría recibió una computadora tipo
desktop con acceso a Internet, un teléfono IP fijo de la red de Antamina, dos
equipos de radios portátiles Motorola VHF y un celular RPC Claro.
"Antamina también supervisará –dice el documento– que los efectivos estén
capacitados y en aptitud física, mental y moral para el cumplimiento de las
funciones y obligaciones". El acuerdo fue suscrito el 22 de junio del 2012 por el exdirector general de la Policía, Raúl Salazar.
Vence a mediados del 2014. Por el trabajito la PNP recibe S/.19 por hora para
el oficial y S/.13 por hora para los suboficiales. Si barato se vendió la
administración García, la de Ollanta está en realización.
Con la minera sudafricana Gold
Fields, las fuerzas del orden siguen el mismo sendero. Para el proyecto La
Cima, anclado en la provincia cajamarquina de Hualgayoc, la cuarta mayor
productora de oro del mundo busca que nada altere sus operaciones. La Policía,
a través de la dirección territorial cajamarquina, tiene el compromiso de
"prevenir y mantener el orden público brindando una adecuada protección al
personal, bienes y derechos de la empresa". Y añade: "atender
diligentemente las denuncias por delitos y faltas, proteger a los trabajadores
y propiedades en el Proyecto y en Cajamarca contra todo tipo de actos lesivos,
tales como sabotaje, terrorismo, bloqueos, pandillaje, daños, atentados y
cualquier otro hecho cuya prevención y/o control corresponda a la función
policial". El servicio se prestará las 24 horas del día en tres turnos de
ocho horas.
Como en la mayoría de casos, Gold
Fields ofrece una cobertura de seguro por caso de fallecimiento, incapacidad
permanente, curación, sepelio y traslado. En situación de normalidad, los
efectivos reciben entre 100 y 120 soles diarios. En situaciones de emergencia
–o sea cuando las papas pueden quemar– un oficial en el grado de comandante o
mayor recibe S/.180 diarios, un capitán S/.160 y un suboficial S/.140. El
pacto fue firmado el 11 de enero del 2010 y tenía, en teoría, una duración de
dos años.
Un trato similar recibe la canadiense
Sulliden, roductora de oro y plata para su proyecto Shahuindo. Las fuerzas
del orden destacaron a quince efectivos (un oficial y 14 suboficiales) para el
campamento, ubicado en el distrito de Cachachi, provincia de Cajabamba. El pago
es el siguiente: S/.120 diarios para el oficial y S/.100 para un
suboficial. El papel no anda con rodeos y también cuenta con su cláusula de
confidencialidad.
La Policía no sólo cuida de las
mineras sino que también brinda sus servicios a la compañía distribuidora de
hidrocarburos Perú LNG. El objetivo: cuidar la construcción del ducto para el
transporte de gas natural. Según el convenio del 9 de octubre del 2008, los
efectivos son pagados para "prevenir, detectar y neutralizar actos de
sabotaje, terrorismo y cualquier amenaza contra el personal". Perú LNG
paga S/.150 diarios al oficial y S/.100 diarios a los suboficiales.
Otras empresas con contratos son las
mineras Barrick Misquichilca, Santa Luisa, Coimolache, Poderosa, Ares, Aurífera
Retamas y Mistigold.
"La desnaturalización de la
norma reside en el hecho de que los policías reciben pago por dar seguridad,
cuando este servicio ya está pagado por todos los ciudadanos", dice David
Velasco, director ejecutivo de la Fundación Ecuménica para el Desarrollo y la
Paz, Fedepaz. Velasco fue uno de los ponentes en la sesión de la CIDH en marzo
pasado, donde se denunció estos seudocontratos. Ante la denuncia el presidente
de la Comisión, el mexicano José de Jesús Orozco Henríquez, paró las orejas y
pidió más detalles: "Respecto a la llamada privatización de la función de
la seguridad, consultaría a ambas partes: ¿qué normas la regulan y por parte
del Estado qué sistema de monitoreo realiza en este tipo de casos y, si acaso, el Estado asume que al conferir funciones de responsabilidad a particulares
podría responsabilizarse, de forma directa, por posibles violaciones a los
derechos humanos?". La ministra Eda Rivas esquivó la pregunta y el
procurador Luis Huertas prometió enviar documentos.
Mar Pérez, de la Coordinadora
Nacional de Derechos Humanos, dice que los convenios favorecen a las empresas
al trasladar toda la responsabilidad a la Policía en la represión de las
protestas. "Si alguien muere, es más difícil de investigar",
dice Pérez.
Según las organizaciones de derechos
humanos, el primer ministro Juan Jiménez y el ministro del Interior, Wilfredo
Pedraza, se comprometieron a rescindir los contratos pero hasta ahora nadie dice
esta boca es mía.
"¿A quién protegen los
policías? ¿A las empresas o a la población? Cuando detuvieron a Marco Arana,
una mujer le preguntó a un policía por qué hacen eso. Él respondió: 'Porque son
perros, concha tu madre'. Allí tienes la respuesta", dice a este semanario
Rocío Silva Santisteban.
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