La Marcha por el Agua está por llegar a Lima. Mañana los manifestantes estarán en la ciudad para expresar, ejerciendo el derecho a la protesta, sus puntos de vista sobre cómo se debe preservar tan vital recurso, controlar los excesos de la minería mal concebida y garantizar la provisión de agua como un derecho esencial de todos los habitantes del país.
Las organizaciones que la convocan, de posiciones críticas, realizarán una serie de actividades en Lima, en las que, como han adelantado, el tema del controvertido proyecto Conga, será el protagónico y, previsiblemente, objeto de cuestionamientos de los sectores que participan en la movilización y que lo rechazan.
El desarrollo de la movilización, su avance desde la ciudad de Cajamarca y las movilizaciones y desplazamientos a Lima para participar en el programa previsto, han tenido un desarrollo positivo, sin incidentes ni violencia de ningún tipo, con respeto al tránsito y a la propiedad y la tranquilidad de las ciudades y pueblos recorridos, lo que ciertamente merece reconocimiento y elogio por la madurez demostrada.
A ello ha contribuido el hecho que, a diferencia de lo que ocurría bajo otros regímenes, en particular el último quinquenio aprista –cuando la respuesta a las protestas era la represión y la muerte-, el derecho de los marchistas a expresar sus posiciones está siendo respetado con espíritu democrático y la Policía solo ha sido desplegada a resguardar sus movilizaciones.
Es de esperar que tal comportamiento disciplinado y tranquilo se mantenga en Lima, donde la ciudadanía confía en que la tranquilidad no será perturbada por una manifestación cuyos organizadores y dirigentes han asegurado reiteradamente que la Marcha por el Agua será pacífica de principio a fin y no obstruirá el libre tránsito ni incurrirá en otras formas de alterar el orden.
La ciudadanía consciente, que sabe de la importancia de la convivencia pacífica para la democracia, confía también en que el clima de tranquilidad genere condiciones para un diálogo enriquecedor sobre los temas que motivan la marcha.
Las organizaciones que la convocan, de posiciones críticas, realizarán una serie de actividades en Lima, en las que, como han adelantado, el tema del controvertido proyecto Conga, será el protagónico y, previsiblemente, objeto de cuestionamientos de los sectores que participan en la movilización y que lo rechazan.
El desarrollo de la movilización, su avance desde la ciudad de Cajamarca y las movilizaciones y desplazamientos a Lima para participar en el programa previsto, han tenido un desarrollo positivo, sin incidentes ni violencia de ningún tipo, con respeto al tránsito y a la propiedad y la tranquilidad de las ciudades y pueblos recorridos, lo que ciertamente merece reconocimiento y elogio por la madurez demostrada.
A ello ha contribuido el hecho que, a diferencia de lo que ocurría bajo otros regímenes, en particular el último quinquenio aprista –cuando la respuesta a las protestas era la represión y la muerte-, el derecho de los marchistas a expresar sus posiciones está siendo respetado con espíritu democrático y la Policía solo ha sido desplegada a resguardar sus movilizaciones.
Es de esperar que tal comportamiento disciplinado y tranquilo se mantenga en Lima, donde la ciudadanía confía en que la tranquilidad no será perturbada por una manifestación cuyos organizadores y dirigentes han asegurado reiteradamente que la Marcha por el Agua será pacífica de principio a fin y no obstruirá el libre tránsito ni incurrirá en otras formas de alterar el orden.
La ciudadanía consciente, que sabe de la importancia de la convivencia pacífica para la democracia, confía también en que el clima de tranquilidad genere condiciones para un diálogo enriquecedor sobre los temas que motivan la marcha.
Como lo han señalado la Iglesia Católica y otros sectores, el diálogo es el camino para la solución de los problemas sociales, sin confrontaciones ni divisiones entre los peruanos, y con salidas que se basen en la paz con justicia e inclusión efectiva.
Fuente: Diario La Primera, miércoles 8 de febrero 2012.
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