Por:
Borja Vilaseca
"... Cada
vez más seres humanos apuestan por llevar una existencia más tranquila, simple
y sencilla. Porque… ¿de qué nos sirve lo que tenemos si no gozamos de tiempo
para disfrutarlo? ¿De qué nos sirve pasar el día estresados y cansados? En
definitiva, ¿de qué nos sirve ganar mucho dinero si no somos felices?
La
necesidad de experimentar una “riqueza emocional” abundante y sostenible es la
base del nuevo paradigma emergente, uno de cuyos pilares es “la filosofía del
posmaterialismo”. Y esta parte de la premisa de que la realidad la componen lo
material, tangible y cuantitativo, y lo inmaterial, que solo podemos sentir por
medio de nuestro corazón. Se trata de intregrar ambos, construyendo un estilo
de vida equilibrado entre lo que somos, lo que hacemos y lo que tenemos.
Garantizada
la supervivencia física y económica y teniendo cubiertas las necesidades
básicas, expertos en el campo de la economía del comportamiento afirman que lo
que hace perdurar el bienestar emocional no es lo que conseguimos ni poseemos,
sino lo que ofrecemos y entregamos a los demás. Entre otros estudios, destacan
los realizados entre los años 2005 y 2010 por el economista norteamericano
George F. Loewenstein.
Sus
investigaciones se centraron en los antagónicos efectos emocionales que
producen la codicia y la generosidad. Y para ello, realizó un experimento
sociológico con un grupo muy heterogéneo de seres humanos. El equipo liderado
por Loewenstein seleccionó a 60 personas de diferentes edades, sexos, razas y
profesiones, las cuales, a su vez, tenían múltiples divergencias en el plano
social, cultural, económico, político y religioso.
El
primer día los participantes fueron divididos en dos grupos de 30 personas.
Todas recibieron 6.000 dólares (unos 4.520 euros). A los miembros del primer
grupo se les pidió que en un plazo de dos meses se gastaran el dinero “en
regalos a sí mismos”. Y a los integrantes del segundo grupo se les dijo que
usaran los 6.000 dólares “en regalos a otras personas”.
Dos
meses más tarde se obtuvieron resultados opuestos. La satisfacción de los
miembros del primer grupo había durado “relativamente poco”. Según las
conclusiones, “tras el placer y la euforia inicial que les proporcionaba
comprar, utilizar y poseer determinados bienes de consumo, los participantes enseguida
volvían a su estado de ánimo normal”. Con el paso de los días, algunos incluso
“empezaban a sentirse más tristes, vacíos y decaídos, por no poder mantener la
excitación conseguida con el consumo”.
Por
otro lado, los miembros del segundo grupo se habían sentido “mucho más
satisfechos y plenos” que los del primer grupo. “El hecho de pensar de qué
manera podían utilizar el dinero para beneficiar a los demás, ya era motivo
suficiente para que los participantes experimentaran un bienestar interno”.
La
mayoría utilizó los 6.000 dólares de manera posmaterialista, “creando
experiencias y oportunidades”. Regalaron viajes; pagaron matrículas
universitarias; donaron el dinero a entidades sin ánimo de lucro, repartiéndolo
incluso entre mendigos; hubo quien saldó parte de la deuda contraída por algún
familiar. Entregados los regalos, “el sentir la alegría y el agradecimiento de
otras personas provocaba en los participantes una intensa sensación de
plenitud, que permanecía horas y días”, relata Loewenstein.
La
conclusión fue que “el egocentrismo, la codicia y la orientación al propio
interés traen una sensación de vacío, sinsentido, escasez e infelicidad,
mientras que el altruismo, la generosidad y la orientación al bien común son
fuente de plenitud, sentido, abundancia y felicidad”. Loewenstein corroboró así
de forma científica y empírica que a nivel emocional “recibimos lo que damos”.
La
auténtica felicidad reside en nuestro interior. Cuando comprendemos e
interiorizamos esta verdad, dejamos de querer que la realidad se adapte a
nuestras ambiciones, necesidades y sueños. En consecuencia, desaparece la
lucha, el conflicto y el sufrimiento. Poco a poco recuperamos la conexión con
el bienestar duradero que anida en nuestro corazón. Con el tiempo,
experimentamos abundancia y plenitud. En base a este nuevo estado de ánimo, de
forma natural e irremediable entramos en la vida de los demás con vocación de
servicio".
Fuente: Diario La Primera (Momentos, domingo 25 de setiembre 2011)
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