Escribe: Tito Zegarra
Marín
En este aniversario previo a la conmemoración del sesquicentenario de
creación política de la provincia (30-09-1862), bien vale recordar algo de su
pasado y analizar críticamente su situación actual.
.
Algunos de esos migrantes europeos o sus descendientes se asentaron en lo
que lo que es hoy la localidad de Celendín, se juntaron con algunas familias
aborígenes y de la mano del insigne Obispo Martínez de Compañón (compra de
tierras y trazo urbano de la futura ciudad), gestaron la actual villa o ciudad,
fundada el 19 de diciembre 1802. Esa gente europea que llegó a estos
territorios lo hizo siguiendo las huellas de Pizarro y sus huestes y no como
erróneamente lo sostienen Einer Pereira y Víctor R. Díaz Chávez en sus libros
publicados, surcando las caudalosas aguas del río Amazonas y Marañón hasta la
cuenca del río Mayo y Balsas.
La ciudad de Celendín, hasta mediados del siglo pasado fue gran puerta de entrada a Chachapoyas y la Amazonía,
vía Balsas, generando importante y
sostenida fluidez social y comercial que solo se truncó cuando se construyó la
carretera de penetración Olmos - Corral Quemado hacia los departamentos de
Amazonas y San Martín y se abandonó el proyecto ferroviario que partía de
Pacasmayo con dirección a Moyobamba y Tarapoto, pasando por Cajamarca y Celendín.
Después de casi siglo y medio de
creación política y de más de 200 años de gestación como ciudad, nuestra
provincia algo ha cambiado pero no lo suficiente: seguimos con una población
mayoritariamente rural (75 %), la producción ganadero lechera sin ser rentable
se ha extendido (producimos 70 mil litros de leche por día), la pobreza (64
%) y la carencia de servicios básicos
(40 %) siguen altas, solo el 16 % de las tierras tienen regadío. Y a nivel de
la ciudad capital, vemos que hay mucho cemento, más comercio, mototaxis
internet, tv cable, pero hay gruesas carencias, vacios y obras truncas que nos
hacen sentirnos a la zaga. Veamos:
1)
Las pozas de oxidación
para tratamiento de aguas servidas, siguen a medio construir. 2) El llamado río
Chico, que recorre parte importante de la ciudad, de aspecto degradante y antihigiénico, no es tenido en
cuenta para nada. 3) La reconstrucción de la iglesia La Purísima, en el centro
de la ciudad, parece abandonada a su suerte por cerca de medio siglo. 4) Los
parques La Alameda y el de la capilla San Cayetano, desde hace décadas han
dejado de ser tales y dan pena por decir lo menos. 5) La Colina y el Mirador de
San Isidro, de tanta atracción para visitantes y turistas, requiere de urgencia
reestructurarse y darle verdor y belleza 6). La culminación del Estadio Municipal, anhelado por la juventud
deportiva, continúa en compás de espera.
7) La forma tradicional de las edificaciones del centro de la ciudad es
incontrolablemente modificada por etilos tipo costa (chimbotanos o
chiclayanos), poniendo fin a la belleza y sobriedad que exhibían. 8) La calle 2
de Mayo (El Comercio), tan venida a menos, exige ser reconvertida en solo peatonal, rescatando
su prestancia tradicional.
Es cierto sí que hemos soportado burdos y mafiosos engaños: entrega del
asfaltado de la carretera a la UNI y de un facsímil por más de 9 millones de
soles para el mercado central que nunca se concretizó, con las consecuencias
que todos conocemos Y ojalá, que el cambio de tubería del sistema de agua
potable y alcantarillado que tantos fastidios viene ocasionando, no quede inconcluso.
2) El punto 7 trae a la memoria la regia
restauración que se ha hecho de la Plaza de Armas y calle principal (Amazonas)
de la ciudad de Chachapoyas: reconstrucción
de su Iglesia Matriz, conversión de su calle principal en solo peatonal adoquinada con material
lítico de la zona, puertas y balcones de
madera, techado de teja, paredes blancas, letreros de un solo color y tamaños
apropiados, cableado eléctrico subterráneo, entre otros. Creo que Celendín
también lo merece.
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