Por. Virgilio Leetrigal
PRIMERA PARTE
Reflexiono como ciudadano común acerca de las imágenes y textos publicados en éste blog interesante y dinámico (“Chungo y Batán”). Paralelamente leo por segunda vez la novela “REDOBLE POR RANCAS” de nuestro compatriota, el gran poeta y escritor Manuel Scorza.
Decido recordar, resumidamente, a quienes leyeron este gran libro; y dar a conocer a quienes aún no lo han leído: el compromiso intelectual y literario del autor con la defensa de los oprimidos, de los campesinos empobrecidos y postergados, de los luchadores sociales; así como su valentía para narrar y poner en escena las injusticias, abusos y destrucción cometidos por las grandes transnacionales, cuando de amasar fortunas se trata.
Manuel Scorza escribió su novela, basado en los hechos reales de la acción extractiva y destructiva de la norteamericana “CERRO DE PASCO CORPORATIÓN”, suscitados en la sierra central del Perú, entre 1950 y 1962. Sus textos, futuristas y premonitorios para otras regiones, creo que al menos harán reflexionar a los intelectuales indiferentes y pusilánimes de hoy, frente a similares o peores agresiones actuales y futuras de las empresas mineras operantes en nuestro país. Aquí extractos de los Capítulos 2 y 12 que pintan la destrucción del medio ambiente de entonces:
“El viejo Fortunato se estremeció: el cielo tenía el mismo color de cuervo de la mañana de la universal huída de los animales… Gavilanes, cernícalos, chingolos, tordos, gorriones, picaflores se entreveraron en un mismo pánico; olvidando enemistades, los cernícalos volaban en pareja con los gorriones. El azul (del cielo) se plagó de alas aterradas.”
“… Los animales de la noche desertaban de las penumbras y se precipitaban, llagados por la luz, a los desfiladeros de la Oroya.”
“…Cuyes que solo recordaban el paraíso de los fogones, se lanzaron lastimosos y ciegos bajo el granizo de los cascos. Y los mismos perros entreverando sus nombres, gemían sordamente entre ovejas que agonizaban con las cabezas volteadas hacia el miedo. Rancas era un sollozo. Al medio día fueron los peces… Ríos y riachuelos ennegrecieron. Las truchas abandonaban las aguas limpias de las alturas, descendían, ahogándose, por los cursos envenenados por los relaves.”
“Nueve cerros, cincuenta pastizales, cinco lagunas, catorce puquios, once cuevas, tres ríos tan caudalosos que no se hielan ni en invierno, cinco pueblos, cinco camposantos, engulló el Cerco en quince días.”
“…El río San Juan nace en las cordilleras del Chauca, gordo de riquísimas truchas; desgraciadamente, aquí las desconocemos: Las emponzoñadas aguas de los relaves las asesinan. Aquí el San Juan es un curso de aguas difuntas.”
“… Atrocidades se conocieron, Rancas, arrodillada, alzó las manos inútiles hacia los cerrados labios de Dios.”
Por las acciones y operaciones de la CERRO DE PASCO CORPORATIÓN, se envenenaron y asesinaron miles de animales y personas en los andes peruanos. Desde antes y hasta hoy, para los inversionistas mineros, la vida tiene importancia limitada o relativa. Como el Mercurio en Choropampa, con cuyo derrame NEWMONT y YANACOCHA, destruyeron la vida de muchos pobladores humildes; las mismas y otras transnacionales destruirán millones de vidas en otras regiones, mientras no se agilicen plumas que despierten conciencias, mientras no truenen voces de protesta, mientras no se alcen pechos y puños de lucha. La agresión y la mortandad continuarán; mientras haya ingenuos que crean que acogiendo a la minería, llegará la única oportunidad para cambiar a una mejor forma de vida. Reflexionemos leyendo a Scorza en fragmentos de los Capítulos 14, 16 y 18 de su célebre novela:
“La carretera a Cerro de Pasco era un collar de cien kilómetros de ovejas moribundas. Rebaños famélicos rascaban las últimas matas en las estrecheces que, a cada lado de la carretera, toleraba la imperiosidad del Cerco. Ese pasto duró dos semanas. La tercera el ganado empezó a morir. La cuarta semana fallecieron ciento ochenta ovejas; la quinta, trescientas veinte, la sexta tres mil.”
“Nadie podía imaginarlo en 1900. ´La compañía´, que pagaba salarios delirantes de dos soles fue acogida con alegría. Una muchedumbre de mendigos de prófugos de las haciendas, de abigeos arrepentidos, hirvió en Cerro de Pasco. Sólo meses después se percibió que el humo de la fundición asesinaba a los pájaros. Un día se comprobó que también trocaba el color de los humanos: los mineros comenzaron a variar de color, el humo propuso variantes: caras rojas, caras verdes, caras amarillas. Y algo mejor (o peor): si un cara azul se matrimoniaba con un cara amarilla, les nacía una cara verde.”
“Setiembre encontró más de treinta mil ovejas muertas. Ensordecidos por el estruendo de su desgracia, los pueblos sólo sabían llorar. Sentados en el mar de lana de sus ovejas moribundas, sollozaban, inmóviles, con los ojos fijos en la carretera.”
… Continuará…
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