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"Cuando el ánimo está cargado de todo lo que aprendimos a través de nuestros sentidos, la palabra también se carga de esas materias. ¡Y como vibra!"
José María Arguedas

martes, 9 de febrero de 2010

ELECCIONES: Plato suculento

Por Palujo


En las justas electorales, los candidatos a ocupar el sillón municipal, parecen participar en un concurso de “platos típicos” como los que organizan en las ferias. El ajetreo y la poca vergüenza que demuestran estos señores y sus acólitos por convencer a los votantes, sin planes ni programas (o con programas copiados), por intermedio de exquisitos potajes, es realmente patético. 

El mismo día de las elecciones, los postulantes al primer cargo político del distrito, llaman a ingresar a sus casas o locales partidarios cuadrándose cual verdaderos mozos de restaurantes cinco estrellas. 

Los votantes que por primera vez participan y muchos de los que llegan de las zonas rurales, como si fuera una orden, obedecen sumisos y apuran la cuchara mirando de reojo a la futura autoridad municipal; pero aquellos que ya pasan de los tres escrutinios, lo hacen saludando muy atentos : –Hola don Julito, cómo estás Juancito. 

Muy desenvueltos y frescos actúan los que ya tienen “cancha” e incluso se toman la libertad de hacer comentarios: –Hoy ganamos don Wilcito, ¡ese del árbol es un grajo! –le hablan muy seguros. 

Luego del desayuno o almuerzo, cuya calidad depende de la solvencia económica que tenga el candidato (*), este raro anfitrión despide a su, podríamos decir, comensal, con las siguientes palabras: 

–Paisita, regresas a las cinco pa’ celebrar –mientras sus ayayeros hacen todo lo posible, con mandiles y manteles incluidos, por demostrar que la fiesta de celebración será la envidia de toda la ciudad. 

Casi al llegar al centro de votación y hasta en la misma cola, la mayoría de votantes contradicen lo que los entendidos llaman “encuesta a boca de urna” ya que al ser interrogados por quién votarán, contestan de acuerdo al gusto del curioso preguntón: –bah, por el Wilcito pue’, ¿él es el único, por quién más va ser? 

Sin embargo, el ciudadano elector está más que “curao” de estos vivazos, al final votan por quien desean aunque desayunen y almuercen dos o tres veces cuidándose, eso sí, de que no se percaten de ello los nada cándidos candidatos y sus amigotes que ven en el sillón municipal un plato suculento. 


(*) Los negociantes y personajes pudientes del lugar y hasta de la provincia no se quedan atrás y muy sutilmente hacen llegar sus “desinteresadas donaciones” para las campañas de sus favoritos, asegurándose de quien va adelante en sus propias encuestas.

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