Jorge Horna
La fama que poseen los
celendinos con respecto a sus orígenes, llamó la atención al historiador y
antropólogo francés especialista en América Latina, Nathan Wachtel, quien en
dos ocasiones ha hecho trabajo de campo en zonas urbanas de Celendín con fines
de investigación, el más reciente en setiembre de este año. Ha anunciado
regresar.
El tema es tan apasionante que
en el Instituto de Estudios Peruanos Wachtel hizo una disertación la noche del
26 de setiembre: Rastreo sobre la
presencia judía en Celendín. Este científico social ha tomado como punto de
partida para sus indagaciones la tradición oral que subsiste en los linderos de
esta provincia, de generación en generación se ha difundido la idea de la
remota migración judeo-portuguesa a nuestras tierras. Existen al respecto
libros publicados en formato novelístico, además de ensayos y gran cantidad de
artículos que han aparecido en revistas dirigidas por coterráneos; sin embargo,
estos textos carecen del rigor académico y sistematización documentada.
Nathan Wachtel esbozó, aquella
noche, el contexto histórico ya conocido de la diáspora judía en Europa; la
persecución que ejerció la iglesia católica en España a través de la Santa
Inquisición que obligó a la comunidad judía desplazarse a Portugal. En este
país se produce –según Wachtel- lo que él denomina el “marranismo”, es decir la
práctica furtiva, clandestina, de las manifestaciones culturales judías. En ese
sentido tenían una doble. vida.
Años después, ante la
discriminación y una latente nueva persecución, los judíos se trasladan y
establecen al noroeste de Brasil (Recife). Desde este país, que era colonia
portuguesa, se inicia el periplo a territorio peruano (siglo XVII).
Wachtel ha encontrado en
Celendín indicios físicos considerados como marcadores étnicos signados en la
tez blanca, cabello rubio, ojos celeste y verdes; y el ingrediente espiritual
que predispone al trabajo intelectual, artístico, y al predominio del negocio o
comercio dentro y fuera de la provincia (judío errante).
Informó sobre sus
conversaciones en Celendín con Manuel Silva Rabanal, quien le relató que don
Raymundo Pereyra (apellido de origen portugués) fue el primer alcalde de la
villa del mismo nombre. Otros apellidos de idéntico origen amplían la teoría.
Refirió también que otro poblador le ha contado que los miembros de una familia
celendina conversa al judaísmo en los años 80 del siglo pasado, migró a Israel
y allí permanecen como residentes. Este dato es sorprendente y merece mayor
profundización.
Nathan Wachtel no ha
encontrado huellas judeizantes (costumbres, ritos, tradiciones), por eso afirma
que en Celendín no existe “memoria marrana”, pero sí una conciencia judía.
En la reunión encontré a
Ricardo Sánchez Cabanillas, profesor celendino que está desarrollando una tesis
sobre el tema aludido.
Agradezco el oportuno dato que
me alcanzó el antropólogo sanmarquino Francisco Horna Gargurevich que
posibilitó mi asistencia al evento.
L. setiembre 2017
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