Por: Ing. Secundino Silva Urquía
Los humanos somos proclives a las conmemoraciones. Esto es parte de nuestra
formación e idiosincrasia. Por mandato de los poderes del estado y las leyes,
la Historia es parte de nuestra formación educativa; así conmemoramos efemérides
y sucesos que marcaron hitos en nuestra existencia, ya sea como civilización, país
o república.
El gran historiador Jorge BASADRE, lumbrera entre la intelectualidad
peruana, habría dicho que la historia del
Perú nunca terminará de escribirse, mientras no se escriba la historia de las
provincias, y tiene toda la razón. Felizmente el distrito Sucre (Celendín),
que es una pequeñísima parte de tales provincias, cuenta entre sus hijos con personajes
preocupados por rescatar y resaltar algunos hechos importantes de su devenir
histórico. En tal sentido y específicamente en relación al cambio de nombre
de Huauco por Sucre, cabe mencionar,
reconocer y destacar la gran labor que cinco años atrás hizo Olindo Aliaga Rojas. Su valioso trabajo fue publicado en la revista ECO SUCRENSE Nro. 06, que salió a
circulación en septiembre del 2010.
Más allá de las opiniones que Olindo plasma en su artículo titulado: “SETENTA
AÑOS LLAMÁNDOSE SUCRE” (Revista citada, página 26), con las que podemos
estar de acuerdo o no; es imprescindible agradecerle porque, acucioso como es
él, se metió a los archivos del Congreso de la República, para hacernos conocer
referencias y documentos hasta entonces inéditos, que los podemos encontrar en
las páginas 30 al 36 de la revista citada.
El 15 de noviembre de 1940, fecha en la que el entonces Presidente
Constitucional de la República, Manuel Prado Ugarteche promulga la ley Nº 9198, con la que se cambia el
nombre de Huauco, Huacapampa y Lucmapampa; por Sucre, José Gálvez y Jorge Chávez, respectivamente; marca un antes y un después en la
vida colectiva de éstos pueblos muy cercanos.
En el caso específico del Huauco,
una mirada retrospectiva no permite
ver a su colectividad reunida para, por iniciativa propia, debatir y acordar cambiar
el nombre que hasta entonces ostentaba. Tal cambio fue antidemocrático, porque vino
impuesto y redactado “desde arriba”. Fue
una idea, que al parecer, nació en la cabeza del entonces diputado José
Clodomiro Chávez. El texto del Acta de Sesión de Concejo (de Huauco)
aprobando el pedido de cambio de nombre del Pueblo, lo demuestra y dice
categóricamente: “…reunidos en el salón de sesiones del concejo municipal, el personal
completo de esta corporación, autoridades políticas, judicial y ciudadanos de
ésta población, con el objeto de deliberar respecto del propósito a que se
contrae el proyecto de ley, que procede del Congreso Constituyente, del que, al
ser instruidos por la lectura que por secretaría se nos hizo…ha acordado:
Apruébese, en la parte que nos concierne, del artículo primero, y todo lo que
se relaciona con el artículo segundo; que dice así: Elévese a la categoría de
ciudad a la villa de Huauco, capital del primero, bajo el nombre de ciudad de
Sucre, del indicado proyecto…”
Sin embargo, la conmemoración de los 75 años de este hecho, el próximo 15 de
noviembre, bien podemos aprovechar los sucreños, para reflexionar en
torno a lo que nos legaron nuestros antepasados. Debatir acerca de las
decisiones democráticas o inconsultas que se tomaron y se toman en su nombre; y,
finalmente preguntarnos: ¿qué tenemos en mente para hacerlo progresar en el presente
y futuro?
En esta época, el Gobierno Local es un medio o factor fundamental para
planificar y proyectar el desarrollo de los pueblos. Y depende mucho de la
calidad y capacidad de la gente que conforma el equipo edil. Muchos pensamos
positivamente, pero también con realismo; y no nos hacemos ilusiones con que la
actual gestión edil de Sucre, que encabeza Wilson Zavaleta Pérez, vaya a ser productiva. Lamentablemente, ésta
llegó sin un plan de gobierno acorde con la realidad del distrito, y sin equipo
con la capacidad que su situación difícil demanda.
Los aludidos dirán de todo para descalificar personas con opiniones
críticas. Lo que no podrán negar es la verdad: esta gestión llegó como producto
de un escandaloso fraude electoral, precedido de una “guerra” sucia repudiable
con pasquines difamatorios, y con masiva participación de electores golondrinos.
Y es científica la afirmación que lo que empieza mal, mal acaba. Están
contaminados con energías negativas que les hace pelearse entre ellos mismos y
con la población.
Una de las mentiras que el actual alcalde de Sucre repetía en su campaña electoral
La continuidad de una economía precaria, con muchas limitaciones y
carencias, más la falta de oportunidades laborales; hicieron que muchos
ciudadanos sucrenses creyeran en las promesas de quienes, con imagen
sobredimensionada, se presentaron como salvadores
predestinados de nuestro pueblo. Prometieron mucho, incluso firmando actas
de compromiso con algunas autoridades y dirigentes de los caseríos de la
altura, que ahora ya dicen que no es posible cumplir.
Mirando al futuro, siempre con optimismo, debo recordar que desde hace
varios años, algunos sucreños venimos planteando recuperar la relativa
integración que tenían los medios urbano y rural de nuestro distrito. Para esto
hemos propuesto la elaboración de un plan vial que implique mejoramiento de
caminos y construcción de trochas carrozables que confluyan en una vía que
permita unir a la ciudad capital con sus centros poblados y varios de sus
caseríos, a la que denominamos carretera
de integración sucrense. La ruta está delineada desde Vigaspampa a La
Fortaleza, Calconga, la Quinuilla, El Vaquero, Santa Rosa, El Porvenir Sucre,
entre otras conexiones.
Sucre, antes Huauco (Foto facebook Muni Sucre)
Hoy que sobre Cajamarca, Celendín y sus distritos pende la amenaza
extractivista, mega-minera, depredadora de la naturaleza y de las condiciones
de vida saludable, plantemos tomar muy en serio la concepción de proyectos para
manejo técnico del agua o de riego tecnificado, y también del suelo en zonas
erosionables. La campiña de las ciudades de Sucre,
José Gálvez y Jorge Chávez, suman cientos de hectáreas de suelo apto para la
agricultura y la ganadería, las que con riego tecnificado hasta quintuplicarían
su capacidad de producción. La fuente de
agua existe y es posible represarla con una obra hidráulica de mediana
envergadura. El mismo planteamiento es aplicable para las pampas de San Juan de Tincat y Sumbatillo. También es factible concebir
el represamiento de las aguas del río Pachachaca, con lo cual se lograría
irrigar cientos de hectáreas adicionales en los caseríos de Vigaspampa, La Florida, San Francisco,
La fortaleza, parte de Calconga y La Lechuga.
Lo que se tiene que hacer desde el gobierno local son los perfiles técnicos
y viabilizarlos hacia el programa “MI RIEGO” del Ministerio de Agricultura.
Ojalá esta gestión, dé muestras que quiere corregirse y haga algo en esta
dirección.
El desarrollo de proyectos de turismo vivencial, gastronómico, ecológico, arqueológico;
y de otro tipo como piscicultura, apicultura, etc.; sería el complemento ideal
a sus actividades fundamentales. Por esta senda, Sucre podría recuperar su
condición de distrito líder en la provincia celendina, y proyectarse como un
modelo de distrito andino a nivel nacional y latinoamericano.
Lima, septiembre del 2015
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