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"Cuando el ánimo está cargado de todo lo que aprendimos a través de nuestros sentidos, la palabra también se carga de esas materias. ¡Y como vibra!"
José María Arguedas

lunes, 24 de junio de 2013

LA GRAMA DEL NARRADOR

Por Olindo Aliaga Rojas  

A la suculenta variedad narrativa de la provincia de Celendín se acaba de adherir un nuevo libro de excelente presentación.

Son varios los escritores que cultivan la cuentística y pertenecen a la cocina literaria celendina, enumerarlos y ver sus contenidos representaría una tarea agobiante y un vano afán para el autor de esta nota que pretende ver panorámicamente las obras y sus autores.

Por eso, solo nos avocaremos a agregar un nombre y un título más al conglomerado de narradores que hoy rigen la atención del público lector. 


Se trata de José Luis Aliaga Pereira (1959) y Grama Arisca, breve libro de relatos que confirma a su autor en el camino fascinante de la narrativa. 

El libro de reciente publicación lleva el sello de la importante editorial capitalina Arteidea, es de tamaño medio a A4 en sus 169 páginas se extienden repartidos en tres secciones: los cuentos, los relatos y las anécdotas; la ilustración de la carátula pertenece a Ernesto Montero y la apreciación de la contratapa lleva la autoría del impresor y miembro de la editorial Jorge Luis Roncal.

Los cuentos están ambientados en Sucre, los personajes populares, las autoridades erráticas, el curita pecaminoso, su propio entorno; son los recursos de los que se nutre el escritor. La vida cotidiana, las costumbres de su tierra esencial, tierra de exóticos andurriales también le sirven de nutrientes para hacer sus cuentos.

Sin ser jueces ni pretenderlo, sin dominio de los cánones de la crítica, afirmamos que José Luis, a nuestro entender, en estos cuentos ha desempeñado cumplidamente el oficio difícil de narrador.

Capacidad de síntesis, ausencia de episodios que cortan y distraen al lector, lenguaje sencillo, estilo apropiado, diálogos animados pero cortos que no cansan ni languidecen, descripciones que no pecan de minuciosas son la principales características que podemos percibir en los cuentos.

En Grama arisca, cuento que da nombre al libro el autor aparece testimonial y autobiográfico junto al abuelo un anciano yunque infatigable y laborioso que animado por su bolo de coca va hacer sus quehaceres en el campo. La protesta y el reclamo social asoman en el cuento como un instrumento eficaz para defenderse del abuso minero.

“-Qué vale más, las lagunas y humedales que sacian la sed de nuestra provincia o el oro que dicen se encuentra bajo su lecho...” -preguntará enérgico al nieto; luego le dirá sentencioso-: “Si no estás con nosotros... es mejor que te regreses por dónde has venido”.

En Don Agapito el buen manejo de la trama es destacable, el entredicho, la sátira brotan a la vista, está a flor de labio, se nota en los diálogos cortos, punzantes y en las respuestas al cura del pueblo que Don Agapito no lo quiere por su falta de sinceridad, por andarse detrás de las mozas más vaporosas y bellas del pueblo y estar de juerga en juerga.

En el Portero, el autor pinta una refrescante historia verosímil de su abuelo paterno; desde los cuentos, pasando por los relatos hasta las anécdotas que cierra el libro, el tema es íntegramente urbano, llama la atención y nos advierte la presencia de un narrador bien encaminado.

El trabajo de Lucho despierta grandes expectativas entre los lectores; se espera que las opiniones merecidamente justas no lo turben, porque escribir no es solo una tarea sino un quehacer interesante de alto grado.

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