Por Jorge Horna
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El Amauta, dinámico pensador, sostenía que la
tendencia social contemporánea es la búsqueda del bienestar colectivo. En esa
perspectiva y paralelo a la determinación de los factores económicos,
políticos, sociales y culturales, Mariátegui planteaba defender el hábitat
natural, entendido como el ámbito ideal para vivir: “una ciudad con un tipo de
vida un poco urbano y otro rural, campesino”. Hoy se podría interpretar como la
defensa del equilibrio ecológico; es decir evitar la afectación del medio
ambiente por el avance tecnológico indiscriminado e irracional y por lo que se
denomina el progreso.
Bella Molinopampa. |
También el filósofo cajamarquino Mariano Iberico ha
reflexionado sobre la necesidad de la convivencia humana en ambientes naturales
sanos. Como buen andino muestra en sus ensayos el encanto y la vitalidad de
nuestra región serrana como un espacio alternativo e imprescindible.
Pero en nombre del desarrollo y el progreso mal
entendido se destruye, maltrata y trafica con el suelo, el agua y el aire del
planeta. Un caso tangible ocurre en Celendín. En el número 8 de la revista
“Jelij” se esbozó una campaña en defensa de la colina San Isidro, cuya
destrucción avergüenza e indigna a todo celendino que tenga un mínimo amor a la
belleza, a la naturaleza y a la vida. Sumándose a esta preocupación la
arquitecta Ana Camacho Tavera ha proyectado una interesante iniciativa para la
construcción de un complejo arquitectónico en el “boquerón hecho por la
explotación perversa de arena”.
Un témpano de indiferencia cubrió a las ideas y
reclamos, hoy vemos que la colina –por acción protagónica de un inepto e ignaro
alcalde, un tal Arteaga- ha sido herida de muerte: se ha abierto una trocha
carrozable y erigido en la suave cima una innecesaria mole de cemento, anulando
así la hermosura del auténtico mirador natural.
Y a esto hay que agregar otras destrucciones,
nuestro río Grande convertido en un botadero inmundo, o la expansión de la urbe
con un caos y desorden que espantan. Así se aniquila la identidad cultural de
los pueblos, y a las bellas y tradicionales ciudades se les quita su raigambre
histórica y sus propias y ancestrales características.
Molinopampa, ruta hacia Huasmín. |
Sin embargo, todavía permanecen –amenazadas también
por la codicia minera- con su intacta lindura algunos parajes ubicados a corta
distancia de Celendín ciudad, menciono dos ejemplos: Molinopampa y El Tingo,
lugares que, si mentes inteligentes y almas alturadas los conservan, pueden
constituirse en el complemento de futuras ciudades paradigmáticas con las que
soñaron Mariátegui e Iberico. Y, ojalá la humanidad en su afán de vivir mejor
¿o peor? No destruya lo que nos pertenece a todos, la belleza.
(Publicado en la revista Bicentenario, diciembre del
2002)
MOLINOPAMPA
Color de crepúsculo encendido
senderos de Molinopampa, trigos
Agua hemorragiada de los cerros
paloma vegetal de viento
Concavidad plena, corazón
crecido en el horizonte
Colinas
Lima,
1971, agosto
Del poemario Llueve
a cántaros (1999)
Molinopampa, ruta hacia Malcat. |
Molinopampa, ruta hacia Sorochuco.
Fotografìas : Blog Asociaciòn Movimiento de Unidad Sucrense.
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