En la Asociación
Guadalupana, 8 de mayo de 2013
Palabras
de Jorge Luis Roncal
Director
del Grupo Editorial Arteidea y miembro del Gremio de Escritores del Perú
Quisiéramos comenzar por recordar agradecidos la relación que nos permitió conocer a José Luis Aliaga. Con Jorge Horna tenemos una amistad de mucho tiempo, una amistad acunada en la fraternidad y en la comunidad de ideales y de sueños, en el viejo Patio de Letras sanmarquino. Con ocasión de la organización y celebración del XI Encuentro Nacional de Escritores “Manuel Jesús Baquerizo” que se realizó el pasado noviembre en Cajamarca, Jorge nos hizo un puente humano para conocer a José Luis Aliaga que participó también en este certamen. A partir de allí surgió una amistad, un compañerismo con José Luis a quien le renuevo mi gratitud por su amistad y fraternidad, y por haber confiado en nuestra editorial la publicación de Grama Arisca. Cuentos, relatos y anécdotas.
Presentaciòn del libro Grama Arisca
Hay
una relación muy íntima entre el Encuentro de Escritores “Manuel Jesús Baquerizo”
realizado en Cajamarca y la publicación de este libro. Una de las cosas que nos
propusimos el pasado noviembre en Cajamarca fue contribuir a visibilizar, a
poner en relieve la dimensión de la altura estética y humana de la gran
literatura cajamarquina, seguramente desconocida en buena parte por muchos de
nosotros. Se trataba de, respetando el lugar que les ha conferido la historia y
su calidad literaria a autores como Mario Florián o Julio Garrido Malaver,
rostros importantes para la cultura nacional, contribuir a escrudiñar debajo de
la superficie y ver la vertiente, el torbellino, la intensidad de la creación
literaria cajamarquina en toda su dimensión.
Una
de las líneas fundamentales del Encuentro Baquerizo fue precisamente esta
preocupación, y por ello no podemos de ninguna manera dejar de señalar, de
resaltar, el valor intrínseco que tiene la literatura cajamarquina en el
escenario de la cultura nacional. Naturalmente con Julio Garrido Malaver o con
Mario Florián, altísimos poetas de estirpe andina, se ha hecho visible en
alguna medida la literatura cajamarquina; pero también estamos atentos a las
trampas que nos tiende la individualización de los procesos culturales. El
torrente de la creación literaria es algo más de tres nombres; por qué no
atender, por ejemplo, a la poesía de Anaximandro Vega; a la gran narrativa de
Alfonso Peláez Bazán, ese fantástico autor del relato “Querencia”, antologable
en las más exigentes muestras de relato peruano y universal, y muchos más; y
con ello también poner en relieve la calidad y presencia de escritores, y en
este caso de manera particular narradores, que en la plenitud de su trabajo
fecundo como creadores han logrado
madurez, altura e intensidad.
Solamente
a modo de ejemplo señalamos la altísima calidad literaria de narradores como
Luis Urteaga Cabrera, autor de la espléndida novela Los hijos del orden; de Alfredo Pita, quien está, para orgullo de
nosotros, aquí presente, autor de libros de relatos y novelas como El cazador ausente; Miguel Arribasplata,
que hace poco ha publicado una novela sobre la guerra interna, La niña de nuestros ojos; Willian Guillén
Padilla, quien ha comenzado a bucear en la minificciión o en el microrrelato,
como le llaman algunos, con altísima calidad; Walter Lingán, que radica en
Alemania y que ha ido abonando casi año a año, una fecunda actividad de
creación narrativa, y muchísimos otros. Incluso en las generaciones jóvenes
asoman nuevos valores configurando a Cajamarca como un espacio riquísimo de
creación artística y literaria. No olvidemos que altísimos creadores en otras
disciplinas artísticas proceden también de esta hermosísima tierra del norte.
Afiche del Gremio de Escritoresdel Perú |
Se
puede ser universal, se puede hacer universalismo desde un punto, el más
pequeño del mundo, siempre que sea con profundidad humana; y esos dos aspectos,
el retrato de una comunidad y la recuperación de su memoria, de su identidad,
de su historia, de su rostro integral, es lo que en principio encontramos en Grama Arisca. Al mismo tiempo, ya lo ha
señalado de manera gruesa Jorge Horna, el libro es un espacio poblado por la
gente sencilla, por los habitantes del campo, por los pobladores, por los
trabajadores, por los comerciantes, por quienes habitan una ciudad que
seguramente para nosotros es geográficamente lejana, pero que, al vincularnos a
través de la palabra la sentimos como nuestra.
Quiénes
de nosotros, poquísimos seguramente, no tienen ligazón con el campo, con el
mundo andino, con los cuentos orales, con las pequeñas tiendecitas de los
pueblos andinos, con los sanitarios, esos personajes que se encargan de
resolver problemas de salud inmediata, con los policías, con los soldados, con
aquellos que limpian por encargo la ciudad, con los trabajadores de todo tipo,
con los docentes, con los maestros, con los agricultores. Esos personajes
extraídos de la realidad cotidiana, pueblan los cuentos relatos y anécdotas de Grama Arisca; y seguramente, en el
pensamiento de José Luis, al ponerle el título a su libro, seguramente digo, estuvo
el deseo de envolver en un soplo poético aquello que tiene que ver con lo más
recóndito de la naturaleza humana y al mismo tiempo con aquello que florece en
el espíritu de liberación de los pueblos, por un lado la raíz, la raíz natural,
el vínculo con la tierra, con el terruño, con el mundo natural, y por otro lado
la rebeldía, el descontento, la inconformidad, con una situación históricamente
injusta y por lo mismo históricamente injustificable.
Entonces
esos personajes que alimentan las páginas de Grama Arisca, no son personajes neutros, como el propio autor no lo
es; no son personajes pasivos, no son personajes diletantes; son personajes que
cultivan la vida día día y extraen en cada momento y de cada detalle de la vida
lo mejor de la experiencia humana; y un signo de esta narrativa, que en
particular en mi recuerdo lo vinculo con libros como Espina
de Pitahaya, de Leonidas Delgado León, también cajamarquino, es el humor y
la ironía, casi casi convertidos en personajes que pueblan todas sus páginas.
El humor y la ironía en este caso no solamente como rasgos de la idiosincrasia
social, sino como instrumentos de contienda, como instrumentos de defensa, como
instrumento de batalla, para no dejarse morir, más bien para insurgir con la
cultura, con la dignidad , con la rebeldía, hacia un proyecto histórico de
liberación.
Amigos del Comité de Apoyo a Celendín-Cajamarca, luego de la presentación de Grama arisca |
Con Grama Arisca, José Luis Aliaga ingresa
al escenario de la cultura nacional y particularmente de la
literatura, en esa tradición fundamental de la narrativa peruana que es el
realismo. Y el realismo, en una situación histórica como la que vivimos, está
marcado principalmente por asumir y por adoptar una posición frente al sistema,
frente a la realidad social que se retrata, que se historia, que se testimonia
o que se prueba. Pero, al mismo tiempo, es importante que quede completamente
claro, que la intención documental o testimonial o política o ideológica no
suplanta de ninguna manera a la calidad y a la dimensión estética de una obra
literaria, y en eso José Luis Aliaga ha tenido mucho cuidado, con la
responsabilidad que le otorga la madurez, y que le propicia la comprensión de
la calidad de la comunicación que constituye un ejercicio como el literario;
porque finalmente puede haber voluntad, puede haber la mejor de las
intenciones, pero si se sustituye la naturaleza artística y estética de la obra
literaria, por las buenas voluntades, el resultado será seguramente pobre,
seguramente limitado; y la obra literaria tiene que ser ante todo un monumento,
un edificio de contención frente al facilismo; tiene que ser de todas maneras,
de todos modos, un homenaje al lenguaje, a la palabra, a la insurgencia de la
palabra; es decir a aquella actitud que día día, robándole horas al sueño o al
quehacer cotidiano, insurge con y contra la tradición que uno lee; condición
fundamental para, precisamente enriquecer esa tradición.
Hemos
asistido de manera muy puntual con José Luis al ejercicio amoroso pero
riguroso, de la detección del término más apropiado para construir un
fragmento, una frase, una oración. Allí está finalmente lo que aparece como
eficacia narrativa; como decía el gran maestro Julio Ramón Ribeyro, se trata en
el ejercicio literario, particularmente el narrativo, se trata de que aquello
que es cierto parezca inventado, y aquello que es inventado parezca cierto; y
eso es precisamente lo que consigue José Luis Aliaga en este libro que nosotros
celebramos y saludamos, y lo felicitamos de manera fraterna, como hermanos,
como compañeros, saludamos su espíritu combatiente desde las letras y por lo
cual solicitamos para él, para nuestro amigo y compañero José Luis Aliaga un
fuerte aplauso.
En el Huauco, hoy Sucre, tierra de antaño, vio las primeras luces, un
día de 1959, José Luis Aliaga Pereira, hijo del profesor Zalatiel
Aliaga, sucrense, y la dama Carmen Pereira, celendina, de familia muy
conocida, tiempos en que el resquemor entre ambos pueblos persistía como
un estigma insalvable. Quizás, por ello, José Luis tuvo un sentimiento
muy abierto y unitario respecto a este asunto que incomprensiblemente
enfrentaba a estos pueblos.
Una consecuencia del continuo crecimiento urbano y del mestizaje integrador –de fondo andino- ocurrido en el país las últimas décadas es la eclosión literaria protagonizada por autores del más amplio espectro social de las distintas regiones del país. Fenómeno que ha cobrado realmente su fuerza en décadas más recientes –desde los 90- acendrado por el avance tecnológico comunicacional.
En este fenómeno, en el terreno de la narrativa, se inscriben dos grandes corrientes: la primera, la más notoria, la de los narradores andinos que han continuado, en general, con la herencia de los autores del boom, aguzando inclusive aún más la “ficcionalización” de la historia y que se han ocupado principalmente de la “guerra interna”, y, la segunda, la más propiamente parte de ese proceso eclosivo popular, que comprende autores de todas las latitudes, costeños, andinos y amazónicos, ciertamente mucho menos reconocidos, que, sin desconocer necesariamente el relato moderno, recuperan y se nutren, con fresco realismo,del acervo local y regional, por eso de amplia veta temática, sin excluir la violencia política vivida no hace mucho. No transitan obligatoriamente por la tradición autoctonista o indigenista, en tanto que expresan un regionalismo nuevo que tiende a unimismarse –siguiendo la evolución social actual- con el influjo cultural contemporáneo.
Los relatos reunidos en Grama arisca de José Luis Aliaga Pereyra (Cajamarca, 1959) se inscriben en esta segunda corriente, la del fresco y nuevo realismo regional. Por sus páginas recorren una diversidad de personajes locales que, por su autenticidad, alcanzan el carácter de prototipos pueblerinos. Así el viejo de sabiduría popular, sarcástico e irreverente contra las costumbres opresivas, está representado por el tío “Nevada”, en los relatos que este personaje protagoniza. El jactancioso de su hombría, pero fantaseador, mentiroso, está representado por Federico, personaje del cuento Federico y Manuela. El bromista pesado e inoportuno en Casimiro, personaje del cuento El gordo Casimiro. El amor maternal hasta la muerte, tanto más urgido de expresarse en las condiciones de la vida precaria y marginal, están representados en la protagonista del cuento Doña Clotilde y también en la pobre prostituta de El Condenau. El clásico amor escolar en el personaje adolescente de Libreta de calificaciones.
Y si todos los relatos se centran en la esencia de contar historias y trasuntan sutil, naturalmente, el sabor del habla o dejo de la zona, no por ello son ajenos a los recursos del relato moderno, especialmente en el desenlace sorpresivo, inesperado, de varios de ellos. Y no sólo en el desenlace, hay algunos que perfectamente pueden ser definidos como cuentos fantásticos o surrealistas, como el breve cuento Pejerreyes, donde ante los distraídos comensales unos pescados desaparecen enigmáticamente del sartén. O en El paraíso de Wilson donde el protagonista, un joven introvertido, juega con su amigo, un pajarillo de colores que revolotea en las cuatro paredes de su cuarto, la cual, finalmente se sabe, no era más que una avecilla escapada de un cuadro que había pintado y colgado aquel.
Pero los relatos están siempre, y aquí el nervio que los recorre e impulsa, ligados al compromiso con la vida, con la admiración y defensa de la naturaleza y, naturalmente, en ella, fundamentalmente con el hombre. Así, en La plantita, Reynaldo, un joven ebrio en abandono y perdición, es salvado por el esplendor maravilloso que le produce descubrir que, al interior de su desastrado y oscuro cuarto, y gracias apenas a una rendija de luz, ha sobrevivido erguida y feliz una plantita. Es el símbolo del triunfo de la vida natural sobre la decadencia humana. O en el cuento El preso, donde el líder rebelde del pueblo, un adelantado luchador contra la minera, que al caer preso cree haber sido olvidado, es finalmente reivindicado por el pueblo que ha cobrado consciencia sobre su condición y lucha por liberar a su dirigente.
Pero es en el cuento Grama arisca, cuento que da título al conjunto, donde se plantea con nitidez toda la carga dramática del conflicto social, en este caso del pueblo cajamarquino contra la depredación minera. En unas frases del relato se puede simbolizar toda la crudeza del conflicto. Uno de los personajes, el abuelo, hombre que ha vivido toda su existencia ligado a su tierra y avatares, y que está comprometido con las movilizaciones de protesta, le espeta a Joselo, su nieto, a quien tanto había amado (un muchacho que ha vuelto a casa convertido en policía, como parte del contingente represor, y que mira con sospechas el comportamiento del viejo):
“Entonces –dijo el abuelo-, te pregunto: ¿qué vale más, las lagunas y humedales que sacian la sed de nuestra provincia, o el oro que dicen se encuentra bajo su lecho? (…) El abuelo miró a los ojos a Joselo: -Si no estás con nosotros –le advirtió-, es mejor que regreses por donde has venido”.
Conatos en la narrativa de José Luis Aliaga que avizora, con sencillez, la literatura de hoy, la que tiende a despojarse del follaje o el formalismo interesado para tensarse –con belleza sí la hay más- sobre el drama humano universal de los tiempos de tránsito que vivimos actualmente.
PRESENTACION DEL LIBRO " GRAMA ARISCA" EN LA ASOCIACIÓN CELENDINA
JOSE LUIS ALIAGA PEREIRA.
Por: Jorge A. Chávez Silva, "Charro"
Jorge Chávez Silva, José Aliaga y el Presidente de la Asociación Celendina Wilson Silva. |
Aprendió las primeras letras en la Escuela Primaria Nº 83, Andrés
Mejía Zegarra, bajo la dirección del ínclito maestro Octavio Reyna. La
secundaria la realizó en el Colegio San José de Sucre, en donde,
paradójicamente, no fue un alumno aprovechado en las asignaturas de
Lenguaje y más bien se constituyó en un quebradero de cabeza para los
auxiliares por ser un muchacho inquieto y rebelde.
Terminada su secundaria llegó a la capital en donde ingresó a la Escuela
de Policía y ya como un guardián del orden sirvió en diversos lugares
de Lima, desde donde fue cambiado a la Sexta Comandancia de Cajamarca
laborando en varios lugares de la zona. Su paso por las fuerzas del
orden lo convencieron de que no era precisamente esta virtud la que
inspiraba la acción de los superiores, sino más bien la corrupción en la
que siempre naufragó la eficiencia policial. Dejó la gestión policial
sin ningún remordimiento y fue a buscar otros horizontes en la capital.
Literato y artista nato, su fina sensibilidad lo llevó a advertir que el
espíritu de los pueblos y su más genuina expresión radicaba en esos
seres que la gente decentemente hipócrita excluye de sus conversaciones y
de su vida. El reto que para ellos significa persistir un día más en
este valle de lágrimas lo llevó a escribir sus primeros cuentos, tal
como aprendió a hacerlo en el lejano Cachachi de un campesino, que, a
despecho de su ignorancia letrada, era capaz de expresar su mundo a
través de la palabra.
Empezó leyendo a los clásicos, siendo el ruso Tolstoy una de sus
demonios inspiradores. Sus más íntimos amigos y familiares fueron sus
primeros críticos. De sus juicios sacó la conclusión de que la
literatura era la mejor forma de expresión para llegar a la gente y
desfogar la sed de justicia que le roía por dentro. Elaborados con mayor
prolijidad, sus cuentos salieron a la luz en publicaciones como El
Labrador, Eco Sucrense y en Jelij.
Ejerciendo paralelamente a su vocación de escritor el periodismo, codirige con Olindo Aliaga Rojas el Semanario Karacushma,
tribuna desde donde enjuicia la sesgada gestión de las autoridades de
su distrito. Posteriormente, y continuando la tenaz crítica de otro
insigne sucrense como fue Alfredo Rocha Zegarra, dirige el quincenario Fuscán
y se integra a este colectivo desde donde, junto a campesinos,
artesanos y otros intelectuales, emprende una lucha tenaz en defensa de
los recursos de nuestra provincia.
En los cuentos que hoy son materia de esta presentación, discurre una
fauna diversa de personajes que forman parte del paisaje de su tierra
natal, todos sobreviviendo bajo la advocación del Taita Ishico, el
patrón del lugar, que, como sucede en la mayoría de pueblos de nuestra
región, en cierta forma norma la vida de sus feligreses. El abuelo, don
Eraclio, don Agapito, el trágico Leoncio, el preso Emeterio, Tadeo el
sobrino común de los vergonzantes señores respetables del lugar, pasan
ante nuestra imaginación dejándonos su huella de dolor desconsolado y
nos obligan a mirar al mundo con ojos más comprensivos y humanos. Su
mísera existencia, insignificante para muchos, embarazosa para los
poderosos, nos invita a la reflexión y nos muestran a un escritor
comprometido con las causas perdidas de la humanidad, las de los
desposeídos y relegados de un mundo cada vez más cruel e indiferente.
Leer a José Luis, aparte de todo esto, es adentrarse en nuestro mundo,
lleno de problemas y amenazas y debe reafirmar nuestra identidad de
celendinos, despojados de querellas irredentas, producto del más
recalcitrante chauvinismo y debe conducirnos a la unión en defensa de
nuestra heredad, tal como lo podemos leer entre líneas en los cuentos de
Grama Arisca, un libro irreverente y pleno de mordacidad crítica que enjuicia el dramatismo de la vida de nuestros pueblos.
“GRAMA ARISCA” Y LOS NUEVOS AIRES DEL RELATO PERUANO ACTUAL
Arturo Bolívar Barreto
Una consecuencia del continuo crecimiento urbano y del mestizaje integrador –de fondo andino- ocurrido en el país las últimas décadas es la eclosión literaria protagonizada por autores del más amplio espectro social de las distintas regiones del país. Fenómeno que ha cobrado realmente su fuerza en décadas más recientes –desde los 90- acendrado por el avance tecnológico comunicacional.
En este fenómeno, en el terreno de la narrativa, se inscriben dos grandes corrientes: la primera, la más notoria, la de los narradores andinos que han continuado, en general, con la herencia de los autores del boom, aguzando inclusive aún más la “ficcionalización” de la historia y que se han ocupado principalmente de la “guerra interna”, y, la segunda, la más propiamente parte de ese proceso eclosivo popular, que comprende autores de todas las latitudes, costeños, andinos y amazónicos, ciertamente mucho menos reconocidos, que, sin desconocer necesariamente el relato moderno, recuperan y se nutren, con fresco realismo,del acervo local y regional, por eso de amplia veta temática, sin excluir la violencia política vivida no hace mucho. No transitan obligatoriamente por la tradición autoctonista o indigenista, en tanto que expresan un regionalismo nuevo que tiende a unimismarse –siguiendo la evolución social actual- con el influjo cultural contemporáneo.
Los relatos reunidos en Grama arisca de José Luis Aliaga Pereyra (Cajamarca, 1959) se inscriben en esta segunda corriente, la del fresco y nuevo realismo regional. Por sus páginas recorren una diversidad de personajes locales que, por su autenticidad, alcanzan el carácter de prototipos pueblerinos. Así el viejo de sabiduría popular, sarcástico e irreverente contra las costumbres opresivas, está representado por el tío “Nevada”, en los relatos que este personaje protagoniza. El jactancioso de su hombría, pero fantaseador, mentiroso, está representado por Federico, personaje del cuento Federico y Manuela. El bromista pesado e inoportuno en Casimiro, personaje del cuento El gordo Casimiro. El amor maternal hasta la muerte, tanto más urgido de expresarse en las condiciones de la vida precaria y marginal, están representados en la protagonista del cuento Doña Clotilde y también en la pobre prostituta de El Condenau. El clásico amor escolar en el personaje adolescente de Libreta de calificaciones.
Y si todos los relatos se centran en la esencia de contar historias y trasuntan sutil, naturalmente, el sabor del habla o dejo de la zona, no por ello son ajenos a los recursos del relato moderno, especialmente en el desenlace sorpresivo, inesperado, de varios de ellos. Y no sólo en el desenlace, hay algunos que perfectamente pueden ser definidos como cuentos fantásticos o surrealistas, como el breve cuento Pejerreyes, donde ante los distraídos comensales unos pescados desaparecen enigmáticamente del sartén. O en El paraíso de Wilson donde el protagonista, un joven introvertido, juega con su amigo, un pajarillo de colores que revolotea en las cuatro paredes de su cuarto, la cual, finalmente se sabe, no era más que una avecilla escapada de un cuadro que había pintado y colgado aquel.
Pero los relatos están siempre, y aquí el nervio que los recorre e impulsa, ligados al compromiso con la vida, con la admiración y defensa de la naturaleza y, naturalmente, en ella, fundamentalmente con el hombre. Así, en La plantita, Reynaldo, un joven ebrio en abandono y perdición, es salvado por el esplendor maravilloso que le produce descubrir que, al interior de su desastrado y oscuro cuarto, y gracias apenas a una rendija de luz, ha sobrevivido erguida y feliz una plantita. Es el símbolo del triunfo de la vida natural sobre la decadencia humana. O en el cuento El preso, donde el líder rebelde del pueblo, un adelantado luchador contra la minera, que al caer preso cree haber sido olvidado, es finalmente reivindicado por el pueblo que ha cobrado consciencia sobre su condición y lucha por liberar a su dirigente.
Pero es en el cuento Grama arisca, cuento que da título al conjunto, donde se plantea con nitidez toda la carga dramática del conflicto social, en este caso del pueblo cajamarquino contra la depredación minera. En unas frases del relato se puede simbolizar toda la crudeza del conflicto. Uno de los personajes, el abuelo, hombre que ha vivido toda su existencia ligado a su tierra y avatares, y que está comprometido con las movilizaciones de protesta, le espeta a Joselo, su nieto, a quien tanto había amado (un muchacho que ha vuelto a casa convertido en policía, como parte del contingente represor, y que mira con sospechas el comportamiento del viejo):
“Entonces –dijo el abuelo-, te pregunto: ¿qué vale más, las lagunas y humedales que sacian la sed de nuestra provincia, o el oro que dicen se encuentra bajo su lecho? (…) El abuelo miró a los ojos a Joselo: -Si no estás con nosotros –le advirtió-, es mejor que regreses por donde has venido”.
Conatos en la narrativa de José Luis Aliaga que avizora, con sencillez, la literatura de hoy, la que tiende a despojarse del follaje o el formalismo interesado para tensarse –con belleza sí la hay más- sobre el drama humano universal de los tiempos de tránsito que vivimos actualmente.
LA GRAMA DEL NARRADOR
Por Olindo Aliaga Rojas
A la suculenta variedad narrativa de la provincia de Celendín se acaba de adherir un nuevo libro de excelente presentación.
Son varios los escritores que cultivan la cuentística y pertenecen a la cocina literaria celendina, enumerarlos y ver sus contenidos representaría una tarea agobiante y un vano afán para el autor de esta nota que pretende ver panorámicamente las obras y sus autores.
Por eso, solo nos avocaremos a agregar un nombre y un título más al conglomerado de narradores que hoy rigen la atención del público lector.
Se trata de José Luis Aliaga Pereira (1959) y Grama Arisca, breve libro de relatos que confirma a su autor en el camino fascinante de la narrativa.
El libro de reciente publicación lleva el sello de la importante editorial capitalina Arteidea, es de tamaño medio a A4 en sus 169 páginas se extienden repartidos en tres secciones: los cuentos, los relatos y las anécdotas; la ilustración de la carátula pertenece a Ernesto Montero y la apreciación de la contratapa lleva la autoría del impresor y miembro de la editorial Jorge Luis Roncal.
Los cuentos están ambientados en Sucre, los personajes populares, las autoridades erráticas, el curita pecaminoso, su propio entorno; son los recursos de los que se nutre el escritor. La vida cotidiana, las costumbres de su tierra esencial, tierra de exóticos andurriales también le sirven de nutrientes para hacer sus cuentos.
Sin ser jueces ni pretenderlo, sin dominio de los cánones de la crítica, afirmamos que José Luis, a nuestro entender, en estos cuentos ha desempeñado cumplidamente el oficio difícil de narrador.
Capacidad de síntesis, ausencia de episodios que cortan y distraen al lector, lenguaje sencillo, estilo apropiado, diálogos animados pero cortos que no cansan ni languidecen, descripciones que no pecan de minuciosas son la principales características que podemos percibir en los cuentos.
En Grama arisca, cuento que da nombre al libro el autor aparece testimonial y autobiográfico junto al abuelo un anciano yunque infatigable y laborioso que animado por su bolo de coca va hacer sus quehaceres en el campo. La protesta y el reclamo social asoman en el cuento como un instrumento eficaz para defenderse del abuso minero.
“-Qué vale más, las lagunas y humedales que sacian la sed de nuestra provincia o el oro que dicen se encuentra bajo su lecho...” -preguntará enérgico al nieto; luego le dirá sentencioso-: “Si no estás con nosotros... es mejor que te regreses por dónde has venido”.
En Don Agapito el buen manejo de la trama es destacable, el entredicho, la sátira brotan a la vista, está a flor de labio, se nota en los diálogos cortos, punzantes y en las respuestas al cura del pueblo que Don Agapito no lo quiere por su falta de sinceridad, por andarse detrás de las mozas más vaporosas y bellas del pueblo y estar de juerga en juerga.
En el Portero, el autor pinta una refrescante historia verosímil de su abuelo paterno; desde los cuentos, pasando por los relatos hasta las anécdotas que cierra el libro, el tema es íntegramente urbano, llama la atención y nos advierte la presencia de un narrador bien encaminado.
El trabajo de Lucho despierta grandes expectativas entre los lectores; se espera que las opiniones merecidamente justas no lo turben, porque escribir no es solo una tarea sino un quehacer interesante de alto grado.
Son varios los escritores que cultivan la cuentística y pertenecen a la cocina literaria celendina, enumerarlos y ver sus contenidos representaría una tarea agobiante y un vano afán para el autor de esta nota que pretende ver panorámicamente las obras y sus autores.
Por eso, solo nos avocaremos a agregar un nombre y un título más al conglomerado de narradores que hoy rigen la atención del público lector.
Se trata de José Luis Aliaga Pereira (1959) y Grama Arisca, breve libro de relatos que confirma a su autor en el camino fascinante de la narrativa.
El libro de reciente publicación lleva el sello de la importante editorial capitalina Arteidea, es de tamaño medio a A4 en sus 169 páginas se extienden repartidos en tres secciones: los cuentos, los relatos y las anécdotas; la ilustración de la carátula pertenece a Ernesto Montero y la apreciación de la contratapa lleva la autoría del impresor y miembro de la editorial Jorge Luis Roncal.
Los cuentos están ambientados en Sucre, los personajes populares, las autoridades erráticas, el curita pecaminoso, su propio entorno; son los recursos de los que se nutre el escritor. La vida cotidiana, las costumbres de su tierra esencial, tierra de exóticos andurriales también le sirven de nutrientes para hacer sus cuentos.
Sin ser jueces ni pretenderlo, sin dominio de los cánones de la crítica, afirmamos que José Luis, a nuestro entender, en estos cuentos ha desempeñado cumplidamente el oficio difícil de narrador.
Capacidad de síntesis, ausencia de episodios que cortan y distraen al lector, lenguaje sencillo, estilo apropiado, diálogos animados pero cortos que no cansan ni languidecen, descripciones que no pecan de minuciosas son la principales características que podemos percibir en los cuentos.
En Grama arisca, cuento que da nombre al libro el autor aparece testimonial y autobiográfico junto al abuelo un anciano yunque infatigable y laborioso que animado por su bolo de coca va hacer sus quehaceres en el campo. La protesta y el reclamo social asoman en el cuento como un instrumento eficaz para defenderse del abuso minero.
“-Qué vale más, las lagunas y humedales que sacian la sed de nuestra provincia o el oro que dicen se encuentra bajo su lecho...” -preguntará enérgico al nieto; luego le dirá sentencioso-: “Si no estás con nosotros... es mejor que te regreses por dónde has venido”.
En Don Agapito el buen manejo de la trama es destacable, el entredicho, la sátira brotan a la vista, está a flor de labio, se nota en los diálogos cortos, punzantes y en las respuestas al cura del pueblo que Don Agapito no lo quiere por su falta de sinceridad, por andarse detrás de las mozas más vaporosas y bellas del pueblo y estar de juerga en juerga.
En el Portero, el autor pinta una refrescante historia verosímil de su abuelo paterno; desde los cuentos, pasando por los relatos hasta las anécdotas que cierra el libro, el tema es íntegramente urbano, llama la atención y nos advierte la presencia de un narrador bien encaminado.
El trabajo de Lucho despierta grandes expectativas entre los lectores; se espera que las opiniones merecidamente justas no lo turben, porque escribir no es solo una tarea sino un quehacer interesante de alto grado.
GRAMA ARISCA: OPINIONES DE UN LECTOR
Por.
Secundino SILVA URQUÍA
Leí el libro de José Luis, después
de su presentación en la Asociación guadalupana, elpasado 08 de mayo. Un
libro siempre nos deja lecciones y mejor si ayudana interpretar quienes saben
de Literatura y narrativa. En el caso de Grama Arisca…, he tenido la
oportunidad de escuchar y leer las opiniones de literatos entendidos como Jorge
Luis Roncal y Arturo Bolívar Barreto,
respectivamente. Yo solo intentaré contribuir explicando algunos aspectos que a
mi entender de lector común, se vislumbran como parte de la estructura o
contenido de los textos del mismo:
Un pueblo andino de la
sierra norte del Perú ha sido elegido por José Luis Aliaga como ambiente o
escenario deesta su segunda publicación y primera entrega de sus cuentos, relatos y anécdotas: Sucre
(Antes Huauco). Creo que esto pone de manifiesto reiterado, antes lo
hizo con la publicación del cuento “El milagroso taita Ishico”, el profundo
amor que siente por su lar natal. Seguramente José Luis, aún siente estar en
deuda con su pueblo y con este libro “pretende
pagar una segunda y mayor cuota”; o bien quiere aplacar esa necesidad de
reivindicación de ser humano hacia la tierra que contribuyó a su nacimiento,
crecimiento y formación. Porque bien pudo él poner un ambiente ficticio o
variado a cada cuento o relato, esa libertad tienen los escritores; sin
embargo, persiste en su lugar de origen. Cuando pudo ser más “provincial”, “regional” o “nacional”, en
la elección de sus personajes y del ambiente donde se mueven o actúan; él
eligió ser “local” o “distrital”, a
riesgo, incluso, de que algún desubicado no lo comprenda y lo tilde de
chauvinista; u otro perciba que mansilla el nombre de su pueblo mediante la
crítica incorporada, filuda y agraz,al comportamiento nada santo de algunos de
sus personajes.
El gran personaje principal del
libro es Sucre como pueblo; y los personajes de los cuentos, relatos y
anécdotas, son los sucrenses. Cuando se lee de modo continuo el conjunto de
textos da la sensación de estar leyendo una pequeña novela ambientada en Sucre
y con personajes de allí. Así;partiendo de este espacio geográfico pequeño,la
idiosincrasia, los dramas como el del medio ambiente, las denuncias, el humor, la
ironía, etc., se vuelven globales conjuntamente con el autor. Nadie que lea los
cuentos “El preso” y “Grama Arisca”, podrá dejar de
percibir esa dimensión nacional e internacional del
problema medioambiental; ya que el agua, el medio ambiente saludable y la vida
misma, están amenazados por la ambición voraz, criminal, depredadora y
contaminante de las transnacionales mineras.
Son gratas y oportunas, para
quienes nos gusta leer, las recientes apariciones impresas de la producción
literaria de José Luis Aliaga Pereira, y su incursión en la narrativa regional
y nacional. Sirve y servirá de mucho a este narrador diligente, su perseverancia como autodidacta en
el aprendizaje del arte de escribir. Le deseamos muchos éxitos.
Lima, 06 de junio del 2013
Palabras
del Profesor Gutenberg Aliaga Zegarra en la presentación de libro Grama Arisca,
cuentos, relatos y anécdotas en la ciudad de Sucre
Señor alcalde Distrital,
autoridades presentes, señor escritor José Luis Aliaga Pereira; público en
general.
Estar aquí, frente a
ustedes, es un verdadero honor. Primeramente, para agradecer a José Luis por
haber fijado su mirada en mi persona para hacer el que dé inicio a esta
celebración conjunta, en esta fiesta inolvidable de regocijo y pleitesía a la
palabra; a la palabra hecha flor y loa de amor.
Esta tarde, José Luis,
dejará en vuestras manos su segundo libro de cuentos. Relatos que pintan de
cuerpo entero nuestras vivencias y plasman en sus páginas imborrables paisajes
de nuestro lar natal.
Este singular libro, donde
se percibe el manejo elegante de la palabra, para llevarnos al recuerdo de
nuestras añejas costumbres, de nuestro modo de ser y de vivir.
Este libro, ratifica la
vocación inclusiva de José Luis, pues acoge diversas formas de narrar, cuya
procedencia corresponde a diversos espacios en que la gente de Sucre vive. Así,
todos estos relatos, que nos acogen, nos sobrecogen o nos gustan, se refieren a
escenas cotidianas de nuestro amado terruño.
Para mí, es una gran
satisfacción, saber que ahora es José Luis el que nos regala esta nueva
aparición de su segundo libro y que mañana será también ELMER CASTILLO,
DIOUGLAS ROJAS Y GUALBERTO CRUZADO, inquietos estudiosos que nos estarán
deleitando con sus publicaciones de sus próximos libros.
Cómo no sentir inmensa satisfacción,
al recordar la niñez y juventud de estos forjados ciudadanos, hoy hombres de
letras, tal vez recordando que fui su maestro durante la secundaria: pero con
la convicción firme, que ahora sí me recuerdan, cuando con la manera de enseñar
y de castigar, entre comillas, sacándoles shucaque, lo hacía no como castigo;
sino, para orientarles por camino de la lectura y la responsabilidad, ahora
verles y sentirme orgulloso de lo que son.
Sé que me recuerdan, que por
aquellos años a fuerza de castigo pudieron conocer a las más destacadas figuras
literarias de nuestra patria, de América y Europa.
Permítame, en esta
oportunidad, como parte final de esta intervención, una pequeña reflexión muy
personal; es sobre la coyuntura actual por la que atraviesa nuestro proceso
educativo; y lo hago como docente y teniendo conocimiento de que el Perú es uno
de los últimos países del mundo en comprensión lectora.
No dejo de preguntarme de
que los profesores, por muy comprometidos que estemos, también tenemos
limitaciones. Está demostrado que hay docentes peruanos que no leemos bien y
que no entendemos lo que leemos. Entonces, ¿cómo podemos enseñar lo que no
sabemos? Lo que se debería hacer, a partir de ahora en adelante, es ver la
posibilidad de crear un plan de lectura para nuestros maestros.
Termino felicitando a JOSÉ
LUIS y augurándole muchos éxitos en el futuro, porque sé que es un asiduo
lector.
ALIAGA ZEGARRA, Gutenberg. [1945]. Profesor y poeta peruano, nacido en Sucre, Celendín, sus
estudios secundarios los realizó en el colegio Javier Prado de Celendín y en el
Colegio San Ramón de Cajamarca, profesor de Educación Secundaria en la
Especialidad de Castellano y Literatura, laboró en el Instituto Superior
Pedagógico Público Hno. Victorino Elorz Goicochea de Cajamarca. Gestor y
cofundador de la Asociación Sucrense en Cajamarca (ASUC). Cofundador de
la prestigiosa revista El Labrador. Colaborador permanente de la revista
Eco Sucrense. Ha publicado: Avatares... y relatos al paso. 2011, Personajes
de la Historia Sucrense. Coautor con Olindo Aliaga Rojas. 2008, Fibras
del tiempo. 2003 y El sueño del floripondio. 1999.
“Grama Arisca” (cuentos, relatos y anécdotas). Lima: Arteidea, 2013.
Por Carlos Reyes.
Escrito, tal vez, en el terruño, o en algún lugar en el que se aglomeran los recuerdos de la niñez – llenos de imágenes, de luces, de sombras - José Luis es uno de esos celendinos que, esté en donde esté o vaya a donde vaya, tiene el corazón en Celendín, tiene, acaso, los recuerdos que van de hoja en hoja en otoño como un pájaro (en algún árbol de eucalipto, quizá, ese árbol triste diría Mariano Iberico y por el cual la sabia de la sierra sube hasta su tronco y sus ramas). Se han impregnado en él, al parecer, los colores, y le dan vida diaria, se constituyen en el numen de su producción literaria valiosísima; como cajamarquino, tampoco sé cómo se podría vivir sin las formas, sin los sonidos, sin los aromas, que todavía palpitan en el alma con una infinita y, trascendente, continuidad.
Ahora es, pues, como cuentos, que José nos narra sus experiencias. “Grama Arisca” es, sin duda, la expresión de un escritor cajamarquino - más que de un escritor - que da, incluso, esos giros lingüísticos propios. A veces pienso, ‘así se puede, también, vivir en Cajamarca, al menos por un rato…’ al imaginar por ejemplo al abuelo en la chacra, a la luz fogosa del castillo y su corona que se dispara al cielo, a la fiesta patronal y, en ella, sus mayordomos, su comida y su baile y claro, las inolvidables y tan variadas anécdotas, chistes, apodos y relatos curiosos de nuestra gente, recogidos aquí precisamente.
Pero trasladémonos al cuento “Grama Arisca”. En este recorrido uno vuelve a esas casas típicas de Cajamarca, adornadas de pencas alrededor, de árboles, de inmensos campos, en el que se cultivan, además, con gran amor, los frutos más ricos de la tierra. Y en esta construcción del paisaje aparece Joselo, el policía que vuelve a Celendín, con la nostalgia encima, claro, pues salió muy muchacho; de pronto, entra a la casa de sus abuelos: un abrazo y una rica comida le esperan como bienvenida; el abuelo, gran hombre, que atraviesa el día con su faena en el campo y con las protestas en las calles, saliendo él mismo a arengar, en defensa del agua, termina por desentenderse con el nieto, pues estaban en bandos contrarios. Aquí está la trágica historia de un pueblo, del pueblo de Celendín.
Pero, dentro de esta compilación de cuentos, cabe también algunos en los que se narra, por ejemplo, ya no triste, sino alegremente, las cotidianas historias en los que la picardía, la broma pesada, la sorna, son parte del día. Está el gordo Casimiro, verbigracia, con su cruel invectiva de que don Emilio había muerto, cuando en realidad estaba vivo y llegaba un poco tarde a la ceremonia. El gordo, cigarro en mano, como si nada hubiese pasado, esperaba “que se les pase la cólera”; además, en otro cuento, aparecen esos pejerreyes que nadaban en aceite y terminaron quemándose por la impericia o, más bien, por la excesiva confianza: pues se pensaba que se cocinaban solos. Y Federico, personaje de otro sucinto relato, que narra su historia erótica, casi real, de su nochecita con Manuela, la “empleada” de la casa. Seudónimo y su colgadura en un poste por no cuidar el canabis y la risotada del alférez y Jacinto, dos compadres yerberos. Y Don Agapito, sincero, trabajador cuerdo, que fastidiaba al cura cómo no tienen idea, hasta que el cura terminó por descubrirse a sí mismo y se supo, pronto, de su relación con algunas chicas y, sobre todo, de su fama de gran bebedor; él era el demonio.
Pero eso no es todo, al inicio de esta sección cuando narra una pequeñísima historia, la del “¡Castillo!” él sumerge a una tradición antigua y esperada en los pueblos, la de las bandas de músicos, en que suenan los crótalos y los címbalos, los mayordomos y su ancha billetera (o generosidad), el baile (especialmente el huayno y el carnaval) y la comida (cuy, chancho, pato, arroz de trigo, choclos, papás, etc.). Y termina diciendo un niño en el relato: “¡Qué bonitos son los <
Finalmente en las Anécdotas (tercera parte del libro) aparecen relatos de personajes (esos singulares que, todo el tiempo, están haciendo bromas) como don Sergio, “el tío Nevada”, aquí se encuentran también otros títulos como el de “José Buhr”, “El portero”, “Silverio Mattos” y “Las vírgenes y el labrador”. Así termina este valioso libro y, como diría Jorge Luis Roncal, Grama Arisca es la “crónica de los tiempos vividos”, es la particularidad del autor en un tiempo y espacio, más que recordado, añorado, en Sucre, Celendín.
Karlos Reyes.- Estudia Filosoia en la Universidad Mayor de San Marcos.
Nota: Edición del libro con el auspicio de la Municipalidad Provincial de Cajamarca y por la generosa contribución personal del Sr. Fernando Chávez Collantes. El logo del Municipio de Cajamarca se consignó a solicitud institucional y el logo del Municipio de distrito de Sucre, por iniciativa del autor del libro.
El libro lo puede adquirir en:
Celendín:
Jr. Moquegua 607 o en Jr. Junín 603.
Cajamarca:
Librería Imprenta "El capillo" / Jr. El Comercio 972 (Plaza de Armas)
Urbanización Los Docentes de la UNC Fono: 076345056.
Lima: Llamando al teléfono: 976701861 (Entrega a domicilio)
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