Por Elmer Castillo Díaz
La
modernidad también ha llegado a la política: Derecha, Izquierda, Centro…Centro
derecha, Centro izquierda, parecen las posiciones de un equipo de fútbol. No sé
si siempre fue así, antes sólo conocíamos, Derecha e Izquierda. Los que
adoptábamos las ideas de izquierda, casi, odiábamos a los que comulgaban con la
Derecha y era reciproco, nos decían: rojos, rábanos. Los llamábamos de todo,
aburguesados, explotadores, capitalistas, etc. Eran los enemigos del pueblo,
recuerdo mucho a don Pablo Kuckynsky, joven ministro de Belaúnde, era el más
odiado para nosotros los jóvenes “socialistas”. Soñábamos con hacer con nuestro
país lo que Fidel castro hizo con Cuba. Exaltábamos y queríamos seguir el ejemplo del joven poeta
Javier Heraud muerto por el gobierno de turno en la selva peruana. El señor
Hugo Blanco era un ídolo, se había enfrentado a la policía en el Cusco y era
todo un revolucionario. Hasta que llegó Sendero luminoso y el Movimiento
Revolucionario Túpac Amaru y nos quedamos en pindingas (situación embarazosa e
insegura), en ascuas. Todos queríamos algo así, pero una cosa es soñar y otra
era la realidad, eso, nos confundió a todos los que queríamos cambiar al mundo
del yugo capitalista.
La
intelectualidad, en su mayoría, peruana se sumó a los ideales de la Izquierda,
incluso el joven Mario Vargas Llosa, abrazó el concepto social en boga. Corrían
los 60 y 70, años que hasta en la música los Beatles pusieron al mundo de
cabeza. Fueron los mejores años y me siento orgulloso de pertenecer a esa
generación y, a los ideales que marcaban con fuego nuestras mentes. La
Izquierda necesitaba de alguien que los representara y surgió el paladín,
cajamarquino él, don Alfonso Barrantes Lingán. No había otro, tenía carisma,
buenos modales, correcto, con una moral alta, inteligente, culto y movía masas.
Hasta que llegó al poder y su inmensa figura, pequeño en estatura, se
desvaneció, dejando en la orfandad a los que creyeron en él. El poder, tan
lejos de la Izquierda: agua y aceite, antónimos. Defraudación total.
Me
es imposible concebir, una Izquierda sin libertades, sin tolerancia, sin
principios. Para mí la Izquierda, más que un postulado ideológico, es un sentimiento de justicia y de equidad.
Ahora se escucha hablar de una Izquierda latinoamericana y se los nombra como
abanderados de ella, algunos alabándolos, otros con la crítica mordaz que les
aconseja su formación ideológica de derecha. Ahí están, ¿Correa?, ¿Morales?,
¿Chávez, ahora Maduro?, ¿Castro? Me gustaría ver una nueva generación que
abrazara ideales, pero lo único que veo, ¿seré sólo yo?, inquinas de poder.
Sino, ¿por qué buscan la perpetuidad en el poder, será sano eso, normal?
Los
ideales de la Izquierda se fueron perdiendo en el camino porque el poder, a la
larga o a la corta, es un enemigo de los ideales. Pues de ahí vienen los
apetitos personales, aquellos que sólo el poder, expone al ser humano en carne
viva, el poder es un animal que se alimenta de sí mismo y nunca se harta,
siempre quiere más y para saciarse derriba todo lo que se ponga en su frente.
El poder se convierte en un fin y a eso ha llegado la Izquierda, es capaz de
cualquier cosa, ahhhh, y no es una regla de la Izquierda, es una regla del
poder.
Muchos
se hacen llamar y dicen sacando pecho, “soy de la Izquierda de tal o cual
fulano”, mejor dicho, se ufanan de seguir conceptos de ese “tal y cual”, a
veces, sin saber cómo y por qué están, éstos, enquistados en su maravilloso
sillón llamado “Poder”. Un ejemplo de una Izquierda democrática se vio en Chile
con la señora Bachelet, que no se atrevió, ni en sueños, pisotear su
Constitución o, del brasileño Lula, que una vez terminado su mandato de Ley,
cedió el paso a su sucesora por elecciones. Incluso, cuando pienso en Cuba, como dice el
comediante Roberto Bolaños, “me da cosas”. Don Fidel debe pensar seriamente en
unas elecciones democráticas, para poder sentir el verdadero sentimiento de un
pueblo que fue líder en el ideal socialista, de los que somos, aún, soñadores
de la Izquierda. Que la tolerancia y la libertad sea para todos los pueblos de América
su fin, sin miedos, sin complejos, sin amenazas, sin diatribas por pensar
diferente, sin armas apuntando nuestras sienes, sin chantajes…sin secuestros,
sin muertes.
La
Derecha nos ha hecho mucho daño, por siglos, entregando los recursos a las
grandes transnacionales. Cajamarca es
testigo de ello en nuestros tiempo, sin embargo, el pueblo supo, sabe y sabrá defender
lo que cree que es correcto, por eso lo de “…la voz del pueblo es la voz de
Dios”. Sin derechas ni izquierdas, con algunos protagonismos de los políticos
que se suben al carro para asegurar su futuro, nunca faltan esos señores, los
vamos a ver hasta que la humanidad, deje de existir o, la lectura y la cultura
sea la primera virtud en todo nivel educativo. La política les aburre a los
jóvenes, a mi también, un joven de más de cincuenta años. Todo lo que pasa en
el mundo en cuestión política me parece desagradable, hasta en Europa, donde
creemos que la democracia es un paraíso, al saber de Berlusconi y algunos más,
mis problemas vomitivos se incrementan. Si la Literatura tuviera un antónimo,
estoy seguro, sería: Política. Sí, estoy seguro.
Será
por eso que a mis amigos que quieren postular a cargos políticos les, trato,
recomiendo a no hacerlo, no me gustaría perder su amistad, están mejor donde
están. Ahí les puedo dar un fuerte apretón de manos o un fuerte abrazo, con
todo el gusto del mundo. El Poder es la enfermedad del alma que no me gustaría
que llegase a uno de ellos. Brindaré por ello porque no suceda, ni en mis
peores pesadillas.
Wito…
Nota: Texto enviado a nuestro correo por Elmer Castillo Díaz.
Foto: Internet
0 comentarios:
Publicar un comentario