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"Cuando el ánimo está cargado de todo lo que aprendimos a través de nuestros sentidos, la palabra también se carga de esas materias. ¡Y como vibra!"
José María Arguedas

viernes, 9 de septiembre de 2011

Nazario Chávez Aliaga y la literatura celendina: HERMILA F. TORRES




Nació en Celendín. Hizo sus primeros estudios en su tierra natal contemplándonos en el “Liceo del Carmen” de Cajamarca. Pasó a la capital de la República, donde ingresó a la Escuela Normal y a la Universidad Mayor de San Marcos, graduándose de Normalista Urbana, Bachiller  en Letras y Derecho, Doctora en Letras, Doctora en Educación y Abogado. Para los grados doctorales presentó las tesis tituladas “Evolución de la Poesía en el Perú, desde la Emancipación hasta los años de la República” e “Intercambio Educacional”, que merecieron la aprobación de los catedráticos sanmarquinos.

Para el grado de Bachiller en Derecho se ocupó de la “Necesidad de incorporar en nuestro Código Penal vigente el Delito de Abandono de Familia”. Presidió la Delegación de estudiantes de la Facultad de Educación de San Marcos, en la jira que realizaron por Chile, Argentina y Bolivia.

Su labor educacional es vasta. Desde joven se dedicó al magisterio; dirigió en Lima el “Liceo Vespertino para Señoritas”, primer plantel de esa índole creado en esta capital por el ilustre pedagogo doctor Luis E. Galván. Actualmente desempeña la Dirección de la Escuela de Segundo Grado Nº 390 y 67.

A la doctora Torres le corresponde el honor de ser la primera mujer de Celendín y del departamento de Cajamarca que obtuvo títulos doctorales en nuestra primera Universidad de San Marcos.

Ha sido premiada por las Municipalidades de Lima y de Celendín, con medallas y Diplomas de Honor, respectivamente. El 6 de julio de 1956, Día del Maestro, recibió las Palmas Magisteriales.


JUAN BASILIO CORTEGANA

Estamos en el imperativo de enaltecer las eminentes figuras de nuestra Historia Patria, cuya valoración aún no se ha realizado dentro del adecuado marco que merecen y entre las que se encuentra la noble y señera del Prócer celendino, Coronel Juan Basilio Cortegana, “Fundador de la Independencia, Restaurador de su Patria, Vencedor de Junín y Ayacucho y Sitio del Callao”.

Su biografía, escasamente conocida y lamentablemente estudiada con poca devoción por nuestros historiadores, escapa, dada su importancia y grandeza, a los propósitos de este artículo, que sólo trata de quitar un poco del polvo del olvido que a través de largos años ha caído sobre el benemérito fundador de nuestra Patria Libre.

Durante los movimientos de la Emancipación se hizo presente en primera línea, tomando parte en el movimiento libertador de Trujillo, junto con Torre Tagle. Luego se incorporó al Ejército Liberador del General don José de San Martín, con el grado de Teniente. Combate valientemente en las gloriosas Batallas de Junín y Ayacucho, en la “División Peruana”, a las órdenes del General La Mar, luciendo las insignias de Coronel; y también participa en las batallas de Tarata y Zepita.

La pujanza, patriotismo y talento del Coronel Cortegana no sólo brillaron en los momentos de la gesta emancipadora, sino que alcanzaron –después de extinguidas las llamaradas de la epopeya de la libertad- relieves extraordinarios en las letras peruanas. Así lo atestiguan las páginas de su “Historia del Perú”, que en trece tomos escribió con pluma certera y brillante. La famosa obra, que terminó de escribir en 1848, se encuentra actualmente en la Biblioteca Nacional de Lima, después de haber sido rescatada de manos foráneas que la conservaban en Buenos Aires.

Juan Basilio Cortegana fue, asimismo, destacado parlamentario y primer representante que tuvo Celendín; a él le cupo lograr para su terruño la creación de la Provincia, tras infatigables esfuerzos respaldados por su prestigio indiscutible.

Por sus méritos excelsos, el Coronel Cortegana es acreedor al homenaje imperecedero del bronce y del mármol. Sin embargo, un injusto velo cubre el nombre de este forjador de la nacionalidad.

En escaso grado se ha tratado de honrar la memoria del Prócer Cortegana. Un distrito de la provincia de Celendín lleva su nombre desde hace algunos años y en una de las plazas de aquella ciudad norteña se levanta un modesto busto del Coronel que luchó en Junín y Ayacucho. Sus restos reposan en un sector del Cementerio de Lima, sin la glorificación que ellos requieren.

El insigne celendino, que puso el brillo de su espada y el fuego de patriotismo para darnos Patria Libre; que dejó certeros juicios sobre la participación peruana en la lucha de la emancipación, y que en todo momento batalló por el prestigio de Celendín, merece los más preclaros honores. Una plaza o un jirón principal de la Capital de la República debe mantener el recuerdo del Prócer Cortegana. Y el futuro Departamento que se cree a orillas del Marañón, abarcando pueblos que reciban la influencia de la actual laboriosa provincia celendina, deberá llevar, indiscutiblemente, el nombre de Juan Basilio Cortegana.

Así demostraremos a las generaciones venideras, que los celendinos mantenemos inextinguible el fuego sagrado en homenaje a las figuras Epónimas de la Peruanidad.

Hermilia F. Torres.

(*) Del libro Cajamarca de Nazario Chávez Aliaga, Tomo V, páginas 261 y 262. Octubre  1958.

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