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"Cuando el ánimo está cargado de todo lo que aprendimos a través de nuestros sentidos, la palabra también se carga de esas materias. ¡Y como vibra!"
José María Arguedas

jueves, 7 de julio de 2011

Opinión libre: El movimiento social ganó

Por Carlos Bedoya

No me cabe ninguna duda que uno de los anuncios más importantes del presidente electo de Perú, Ollanta Humala, este 28 de julio tendrá que ver con la materialización del derecho a la consulta en el Perú. Es decir, cumplir cabalmente con lo que manda el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y, por fin, contar con el consentimiento de las comunidades indígenas, campesinas o nativas a la hora de dar luz verde a la extracción de minerales, petróleo, gas, la construcción de centrales hidroeléctricas, el tendido de cables de trasmisión o la colocación de gasoductos en sus territorios.

A decir verdad, no basta con firmar un convenio internacional o poner una demanda judicial para que se garantice un derecho en el Perú. La población ha aprendido que los derechos se conquistan. Y es de esta manera que el movimiento indígena amazónico y las comunidades afectadas por la minería de la sierra y la costa ganaron, pagando con sangre, la derogación de decretos, leyes o la retirada de alguna concesión que vulneraba sus derechos o atentaba con su propia vida.

El Baguazo del 2009 es quizá el mayor símbolo de esa conquista y también marca el inicio del fin del periodo posfujimorista denominado “transición democrática” que no pudo responder a las exigencias de la población con sus mesas de diálogo, acuerdos nacionales, presupuestos participativos o planes concertados de desarrollo. Pero, además, el Baguazo representa el momento en que definitivamente los pueblos indígenas amazónicos del Perú se constituyeron como un actor político capaz de torcerle el brazo a un gobierno al que no le interesó incluirlos y respondía con balas a sus protestas.

Y junto a otras luchas, como las de Majaz en Piura, Tía María en Islay, Inambari en Carabaya o Paquitzapango en Satipo, han demostrado que los marginados por el Perú oficial, los considerados como “ciudadanos de segunda clase” o “perros del hortelano” no sólo a la hora de distribuir el crecimiento sino también de participar en las políticas que los afectan directamente, decidieron irrumpir en la escena pública y tomar lo que les pertenece.

Hoy que empieza un nuevo periodo político con el inicio de un gobierno popular podemos decir que ellos son los que han ganado. Y lo han hecho porque son quienes han impuesto a su candidato como presidente en varios sentidos. Provincias a Lima, pobres a ricos, campo popular a clase dominante, izquierda a derecha, etc.

Basta mirar el resultado de la votación válida obtenida por Ollanta Humala en las zonas de conflicto social. Según la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE), en el distrito de Cocachacra de la provincia de Islay en Arequipa (conflicto Tía María) votó por Humala el 70.86 por ciento de la población en primera vuelta, y en segunda vuelta el 80.44 por ciento. En la provincia de Carabaya (conflicto Inambari), Humala alcanzó el 63.89 por ciento de la votación válida en primera vuelta, y el 72.61 por ciento en la segunda. De igual forma, en Espinar, Cusco (conflicto agua para Majes), 61.77 y 76.11 por ciento, en Tayacaja, Huancavelica (conflicto por la  universidad), 65.88 y 76.90 por ciento, en Barranquita, Lamas, San Martín (conflicto contra Grupo Romero), 69.89 y 73.90 por ciento.

En todos estos pueblos, como en la mayoría de lugares en los que se desarrollan conflictos socioambientales, laborales o de asuntos de gobierno, Ollanta Humala ganó desde la primera vuelta. Por eso es que el nuevo gobierno es popular. Por su origen. Porque Humala ha podido encarnar electoralmente las luchas del pueblo y el poder de la calle. Y él lo sabe y lo ha dicho. Ha dicho en el mitin de cierre de su campaña y en la entrega de credenciales que le hiciera el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) que no está comprometido a ningún interés ni poder económico y que si se ha metido a política es para servir al pueblo, a la gente.

Es por eso que en este nuevo periodo no es de extrañar que los conflictos sociales se trasladen a Lima. Que las poblaciones en lucha no se queden en la toma de una carretera o puente de su localidad, sino que vengan a la capital a pedir al gobierno que eligieron que atienda sus demandas. Pues es importante entender que la disputa con los perdedores aún no ha concluido, que los intereses económicos de los sectores más reaccionarios con mucho poder en el Perú siguen siendo muy fuertes como para vencerlos solo con una elección.

De ahí lo importante que es, en especial para los dirigentes sociales, entender el carácter del periodo que se ha iniciado tras la victoria de Ollanta Humala. Y aquellos que desde la ingenuidad o la mezquindad sostienen que el movimiento social, sindical o indígena ha sido derrotado porque ellos no pudieron representarlo o no alcanzaron a entrar en una lista parlamentaria, se equivocan. El movimiento social ha ganado una batalla más el 5 de junio. Y el reto es lograr a partir de ella avanzar hacia la solución del problema de fondo: repartir equitativamente y para siempre el poder en el Perú.

Fuente: Diario La Primera, jueves 7 de julio 2011.

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