A pedido de nuestros lectores, Chungo y batán publica el escrito de
Crispín Pipiritaño publicado en CPM, que dio origen a la réplica
respectiva que también fue publicada en CPM y Chungo y batán. El
propósito es netamente informativo(NdlR)
Réplica a “Los leprosos del SUTEP”
Por Jorge Horna
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En
el blog Celendín Pueblo Mágico (celendinpm2), con fecha 29 de octubre de 2010,
se publica un escrito titulado Los leprosos del SUTEP. En los párrafos
iniciales se describe los ataques macartistas y cavernarios a los ex dirigentes
del Sindicato Unitario de Trabajadores en la Educación del Perú
(SUTEP), que militan en el partido político Patria Roja y el Movimiento Nueva
Izquierda (MNI), en el contexto de las últimas elecciones municipales en Lima.
Como es conocido, estas organizaciones forman parte de la confluencia que apoyó
a la electa alcaldesa Susana Villarán, y que la derecha se empeñó en desprestigiar
y enlodar.
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Crispín
Pipiritaño en el desarrollo de su exposición, líneas más abajo, se aúna al coro
de satanización colmada de mentiras e infamias que la derecha recalcitrante
(Unidad Nacional, PPC) y los devaneos oportunistas del APRA, lanzaron contra la
izquierda y los sectores progresistas. Al servicio de esta campaña estuvieron
los periódicos Correo, Expreso, La
Razón, El Comercio.
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Asamblea masiva de maestros en huelga en la
"canchita" San Fernando. Fac. de medicina (UNMSM). (foto: Órgano Informativo del SUTEP No. 12. Julio 1980) |
Juzga,
a la ligera, como “sanguijuelas” a los dirigentes de la organización sindical y
de la entidad financiera Derrama Magisterial. Reniega porque los lideres o
directivos de esas entidades pertenecen a Patria Roja y que, según Crispín, no
se permite la participación de profesores de otros sectores políticos
antagónicos.
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El
SUTEP es resultado de sostenidas jornadas de resistencia, desde inicios de la
década del setenta, a los gobiernos de turno que siempre maltrataron y
ningunearon los reclamos de los maestros peruanos. Fue en julio de 1972, en el Primer
Congreso Nacional del Cusco, que los profesores con renovados ideales lograron
protagonismo y dieron origen al Sindicato Único de Trabajadores del Perú (para
su posterior reconocimiento legal se modificó el término Único por Unitario),
que representa y aglutina sin excepción a todos los profesores del país.
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Antes
de este evento existían gremios diversos: Sindicato de profesores de educación
secundaria, Sindicato de profesores de educación primaria, de educación física,
de educación técnica, etcétera. Los reclamos fracasaban porque no había unidad,
además de la existencia de dirigentes magisteriales corruptos que se coludían
con los funcionarios del Estado para traicionar a sus afiliados.
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En
el Cusco histórico se logra la unificación plena del magisterio; fue elegido
como primer Secretario general del SUTEP el moqueguano Horacio Zevallos Gámez.
Este maestro de educación primaria, al lado de otros colegas que provenían de
otras tiendas políticas defendieron desde entonces los fueros sindicales: Pedro
Armacanqui Flores, Arturo Sánchez Vicente, Ina Socorro Castañeda, Abel
Callirgos, Sandra Nájar, Gróver Pango (este último, militante aprista y que
llegó a ser ministro de educación en el primer gobierno de Alan García), la
lista de luchadores es extensa.
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Evidencia
excepcional, no única, de las luchas sindicales son las dos prolongadas
huelgas: la de 1978, que duró dos meses y medio (72 días) y que logró
conquistas parciales del pliego de reclamos, y la 1979 con paralización de
labores durante 118 días (dos meses sin sueldo), en cuyo desarrollo se
realizaron toma de locales escolares, huelgas de hambre, ollas comunes. Cuando
la huelga se radicalizó el gobierno militar de Morales Bermúdez arreció la
represión: encarcelamientos, despidos masivos, deportaciones de los dirigentes
y activistas del gremio. Hubo, por tanto, continuos periodos de trabajo
sindical clandestino.
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Horacio Zeballos sale en libertad después de haber
estado muchos meses recluido en el Hospital de policía. (foto: LA CALLE. Semanario Popular de Lima No. 42. Julio 1979) |
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La
auténtica historia del sindicalismo peruano de las postrimerías del siglo XX
está pendiente de rescatarse y escribirse. El SUTEP puso su contribución en la
consolidación de ese movimiento, verbigracia: su activa participación el
gloriosos Paro Nacional del 19 de julio de 1977, que forzó la salida del general
Morales Bermúdez del poder.
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El
SUTEP, con sus errores y desaciertos, sus estancamientos y avances, sus
triunfos y derrotas, es percibido por el magisterio peruano como un proceso
permanente de lealtad y confrontación para el logro de sus reivindicaciones más sentidas. La historia es fructífera. La
lucha continúa.
Lima, noviembre de 2010
Los leprosos del SUTEP
Por Crispín Piritaño
En momentos en que Susana Villarán recibe el saludo y reconocimiento de sus adversarios en la reciente pugna electoral, entre ellos los del propio gobierno. muchos políticos, intelectuales de derecha, periodistas de Correo, Expreso, La Razón y El Comercio, y sus vástagos espurios, han visto con alarma la sombra ominosa del SUTEP amenazando con tener injerencia en los programas educativos que realice la municipalidad vía el proceso de municipalización de las instituciones educativas en algunos distritos de la capital.
Los maestros del SUTEP en el ojo de la tormenta.
Y es que han sido muchos gobiernos, desde la dictadura de Morales Bermúdez, los que han creado un estereotipo del maestro sutepista como un resentido social, opuesto a todo cambio que redunde en beneficio de la educación, como un revoltoso que antepone su bienestar a su vocación de maestro, saboteador de los grandes proyectos educativos del gobierno, haciendo ver al SUTEP como el invernadero en donde germinaron movimientos trasnochados como el MRTA y Sendero Luminoso. Tal como en las películas del Far West, los maestros eran (¿y son?) los indios trogloditas a quienes había que exterminar.
Nada más alejado de la verdad, muchísimos maestros del Perú no encajan en ese perfil malévolo creado por los gobiernos de turno, sumisos a los dictados del FMI y del Banco Mundial, de maestros perseguidos sistemáticamente por el gobierno actual del APRA, que trata de satanizarlos y deformarlos para presentarlos ante los padres de familia como los grandes culpables del atraso en que se debate nuestra educación.
Una gran parte de los maestros, pese a ser militantes del SUTEP como gremio, no están de acuerdo con la dirección del sindicato en manos de la cúpula de Patria Roja, que hace y deshace, a su antojo, de organismos adláteres del magisterio como el CAFAE-SE o la propia Derrama Magisterial, entidades en las que cumplen un triste papel de sanguijuelas.
Es incomprensible cómo un minúsculo partido como Patria Roja, que no tiene ninguna significación a nivel nacional, gracias a las maniobras de Horacio Zeballos, Rolando Breña y Humberto Castro Lavarello, pudo enquistarse en un gremio como el SUTEP y manejarlo de acuerdo a sus intereses políticos, creando un estatuto que le ha permitido permanecer en la cúpula dirigencial hasta el día de hoy.
Recientemente hemos visto en los diarios la fotografía de la última convención de Nueva Izquierda y nos hemos preguntado qué de nueva tiene, si en ella permanecen los viejos dinosaurios que no son muy amigos de la democracia, pero que siempre están dispuestos a la componenda electoral, en una actitud que en nada concuerda con los métodos que manejan al interior del Sindicato.
Hemos visto pasmados a un César Barrera Bazán, alias “El Negro”, y hemos recordado una anécdota sucedida en una Convención Nacional del SUTEP, en la que fungía como el más fogoso orador. Era tanta su beligerancia que un desconfiado delegado de provincias le preguntó:
-¿No será, compañero Barrera, que usted está pretendiendo ingresar al Congreso gracias a los votos de los maestros?
Como picado por una víbora, el “Negro” reaccionó ofendidísimo:
-¿Ingresar, yo, a ese gallinero?
En la siguiente legislatura estuvo cacareando hasta conseguir jubilarse con el sueldo de congresista, al amparo de la ley de cédula viva. Así son las cosas.
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