"Hasta cuando tu silencio?" presenta los testimonios de socias, socios y jóvenes de la ANFASEP, quienes se atrevieron a relatar lo vivido antes, durante y después de la violencia política que vivió el Perú 1980 y 2000. Asimismo, esboza la historia de la violencia en Ayacucho y el papel que viene cumpliendo ANFASEP en el proceso de búsqueda de la verdad, justicia y reparación.
Este documento se diferencia de otras colecciones de testimonios por el hecho de que ha sido elaborado por los propios afectados por la violencia política. (...)
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Agustina Yaranga de Delgadillo
Año de nacimiento: 04/05/1927.
Región: Ayacucho.
Provincia: La Mar.
Distrito: San Miguel.
Número de hijos/as: Doce.
Año de inscripción a ANFASEP: 1983.
Víctimas y fecha de la desaparición: Hijo.
Gilberto Delgadillo Yaranga (22/07/89)
A veces veo en otra persona a mi hijo.
Antes de la violencia política, aunque nos faltaba un poco de dinero, vivía con mi esposo y mis hijos, feliz y tranquila. Mis hijos estaban estudiando en el colegio y uno de ellos, Gilberto, en la Universidad. Cuando mi esposo viajó a Lima a trabajar, yo sostenía a mis ocho hijos, de día era lavandera y de noche hilandera. Mis hijos dependían de mí. Después mi esposo compró un terreno en Lima, en el distrito de Villa El Salvador, nos llevó a vivir con él durante 6 años. Volví a Ayacucho porque Gilberto seguía en la Universidad Nacional de Huamanga. Antes que empiecen sus clases, él trabajaba en construcción alrededor de la Universidad y en el colegio Mercedes. El trabajaba en cualquier cosa con tal de mantenerme. Ese año empezó el peligro.
En Ayacucho, vivíamos al lado de un puente, en el jirón Libertad. Una noche, salió mi hijo Gilberto a orinar, río arriba, detrás del puente, porque en la casa no teníamos baño. Cuando yo le decía que no saliera, él decía: Qué me van a hacer? Más arriba vivía una señora, ella me dijo: "Cuando salió tu hijo a orinar, muchos militares lo han agarrado en la carretera y se lo han llevado". Pero eso me dijo cuando ya habían pasado tres días y mi hijo no volvía. En esos días había muchos militares en Pisco Tambo, todas las noches estaban allí, con sus carros. Se han llevado a varias personas hacía Pisco Tambo, y las han hecho desaparecer. Cuando desapareció mi hijo, hemos caminado y lo hemos buscado donde los investigadores, donde los militares, fuimos al aeropuerto, me dijeron: "No hay nada, no hay nada". El investigador no me dio ninguna razón. Finalmente, fui a la comisaría y me dijeron: Estará por allí, estará muerto, perra, como lo estarás tú". Y fui a buscar a Purakuti, allí había una pampa donde botaban la basura. Yo había tejido una chompita para mi hijo anteriormente, por eso dije: "Con eso lo voy a reconocer". Allí había muchos muertos, mujeres y varones, los chanchos y los perros se los estaban comiendo, ya estaban acabando con las botas de uno de ellos; había jóvenes, señores, señoritas, sólo eso vi. Cuando estaba allí, aparecieron los investigadores, estaban escondidos detrás de un molle, en un carro. Uno de ellos se acercó cuando estaba caminando, con miedo, llorando con mi niñita, y me dijo: "Estás buscando a terrucos como tú". Respondí: "No estoy buscando nada, sólo estoy buscando leña". Disimulé e hice como que estaba recogiendo leña, cabuya, palitos secos, disimuladamente me fui.
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