El poeta cavila |
de los cielos, escurren electrizantes agonías
porque de los suelos vívidos ni te has dado cuenta.
Ahí la patria, donde las dianas desnudas golpean
y las carcomas de injusticias humanas, están.
Ahí viven los gritos resonantes al viento, sin aguzar los oídos
y las necesidades brotan en coágulos, celosos de deshacer.
Allí, la mentira política es digerida en placebos de ilusión e hiel
y fermentan panes para un manojo de cruel y villana sociedad
sin siquiera, enterarse el reverenciado y misericordioso Dios.
Del hambre de muchos; meriendan felices autoridades
Paradoja amargura; los pueblos migas han de almorzar
Látigos de arbitrios al pequeño y mediano emprendedor
y se ceban consumos, laboratorios y dispensarios
su patrono antiguo; el abacero del sistema burgués.
¡Ay…!, padres de las vidas ¡Que hoy no brille ya el sol!
Si es para ver al hombre; lágrimas en sudor
Si el espejo paraíso; no refleja pobre verdad
Si los tufos de campanas; resuenan disfraces
Si en la tierra fértil nuestra; aliñan las madrastas
Si al descalzo, hambres y cultura; claman silencios
aunque la Iglesia diga; holgada vida celestial.
Alcen toda voz y estas que sacudan ya a Jobs
y despierte del congelar místico, su yugo
que los siglos están en deuda al constante abuso.
La gran causa; el emblema de vida digna y valores
Oscurecer cofradías y codicia, es la lucha.
Dejad huérfano al lamento sometido, el miedo esfume
que hoy se alcé fénix a derribar tal hegemonía.
Vibren las emociones ¡griten también almas y espíritus!
Que los océanos en iras ya se han de desbordar.
Compatriotas sabe Dios, no existen tiempos a cejar
incluso rodillas y costras ayudaran tal deseo.
No... no encajen lastimas, limosnas ni harapos ahora
que ya nadie detendrá las justicias con equidad.
Solo el tiempo punzante pudo reclutar gran ejército
verdad, ideal, dignidad y estremecida razón.
Masa, estimen ¡el cambio social es la deuda a pagar!.
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