El
poeta nació en Sucre (Celendín), más precisamente en El Granero, poblado rural
a mitad de camino entre Oxamarca y Sucre.
Llegó
al colegio secundario de Celendín con el alma sembrada de los secretos
meridianos de la tierra pura y las
sutilezasdel firmamento; quienes compartieron aulas con él en esa etapa
estudiantil afirman que hablaba en verso adolescente y, furtivo, escribía
retratando las imágenes que habían colmado su ser en el inolvidable Granero.
José
Pereyra Abanto ha logrado con su reciente libro Vuelos a ras del mundo (Fondo editorial municipal de Cajamarca,
2013) darnos de beber las aguas manantiales y todos los néctares picaflor para
aplacar los sinsabores de la vida.
En
Exilios voluntarios, la primera estancia del libro, el poeta se enfrenta a los
abismos existenciales que ocasiona el desarraigo; sus batallas son recurrentes
en la ciudad de su autodestierro, asido a las alas de la soledad descifra
vencedor sus dudas: la nada, el despiadado adiós, la esperanza y los anhelos
estancados (“Entonces dependemos de unas alas / He creado alas, vamos al exilio
/ Quien nos busca acabando sus alas/no tiene oficio conocido / Ala
de enemigas alianzas”).
Con
ese inacabable batir de alas que en definitiva es vitalidad, estriba sosegado
en Archivo de rastros (segunda estancia); sin embargo, a la vez que el poeta
liberado ya de sus tribulaciones, proclama un renacer-reempezar con serenidad,
nuevamente asoma la soledad (“Condenados a no morir en calma/solos y
alados/como piedras perpetuas”).
En
Cantos a Oalba (tercera sección) José Pereyra ha labrado sus versos para
expresar su gratitud a la esencialidad de la naturaleza (“Olor a tierra querida
la lluvia/ al caer caliente baja de sus ojos”), alienta lleno de paternal
ternura a Oalba, le insufla fortaleza para la lucha cotidiana (“Tu sueño libre
de sueño sin cadenas). Hace una invocación para abolir la tristeza (“Alégrate de ser así / Agua florecida, árbol doble”). Otea
en lontananza el devenir:
“En el paraje más hondo del
futuro,
siempre oiré a Oalba cantar
como un zorzal de mi patria.
Alzad las manos en señal de
alegría,
Como dos armonías dispersas”
El poemario culmina con La
ofrenda, los cuatro poemas que conforman esta sección están dedicados al pintor
chiclayano Nicolás Guerrero Zapata. Canto de hermandad, melodioso opúsculo que
rescata a un artista popular, casi anónimo.
“Entusiasta entre los
obreros,
abriéndote en hojas verdes a
la tierra,
a flor de horizonte tu
camisa de ladrillos
Otra vez trabajarás vida y
esperanza
en infinitas arenas...
Pudo la roca sola ser tu
estribo en el abismo
La tierra gira como siempre
en tus manos,
donde hay callos antiguos
cubiertos de rosas,
allí tu pulso se acomoda
haciendo círculos,
firme y total como pájaro
sorprendido.
Quienes vimos a Nicolás con
oro de tierra
en los ojos,
audaz y firme, completando
la creación,
fuimos acostumbrándonos a
verlo volar.”
Este es mi breve decir para
el inmenso libro Vuelos a ras del mundo que
se proyectará más allá de nuestro tiempo y las fronteras.
Perfil
Perfil
José Nazario Pereyra Abanto, Sucre, 1950. Cursó la primaria en El Granero, secundaria en la Gran Unidad "Coronel Cortegana" de Celendín. Fue en la Normal Superior Técnica de Cajamarca donde se recibió de profesor de Filosofía y Sociología; en la Universidad Nacional "Pedro Ruiz Gallo" de Lambayeque optó el título de abogado en el año 2000. Ex dirigente del SUTEP, base La Victoria, Chiclayo. (Foto Web cajamarcasucesos.com)
Ha publicado Redoble en las alturas (1974) y la novela breve Más acá del silencio.
Jorge
Horna
Fuente: Diario Panoramacajamarquino, 11 de enero de 2014.
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