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"Cuando el ánimo está cargado de todo lo que aprendimos a través de nuestros sentidos, la palabra también se carga de esas materias. ¡Y como vibra!"
José María Arguedas

martes, 28 de enero de 2014

La crisis de las organizaciones populares y el mito

Por Marina Montoya G.
 
Decía Mariátegui que los pueblos tienen necesidad de un mito. Perseguir la realización de algo que parecía casi imposible, pero que las múltiples bondades y la esperanza de un mundo mejor, fue lo que en el fondo impulsó las luchas por mejores condiciones de vida de los trabajadores y las poblaciones más pobres en los primeros años del siglo XX en nuestro país.

Guiados por los ideales de una sociedad más justa, durante varias décadas diversos sectores populares lucharon y consiguieron la atención de su salud, la educación gratuita, condiciones laborales menos opresivas y peligrosas , mejores ingresos, la pensión por jubilación, y en el campo la masa indígena logró el reconocimiento de sus propiedades. 


Ahora sin embargo las masas populares se limitan al consumo diario de lo que los avisos publicitarios le ofrecen en materia de comida, vestimenta y formas de vida . Ocupados además en usar la tecnología más avanzada en comunicaciones, ya no se preocupan por el futuro, viven sólo el día a día, convencidos por la propaganda comercial que ya están en el paraíso aunque sus condiciones de vida se deterioren a pesar que trabajan más y peor cada día.

Y en esta misma dinámica has caído las dirigencias que están a la cabeza de las organizaciones populares. Se plantean luchas solo para solucionar situaciones inmediatas, buscando solo el desarrollo individual y eso precisamente ha llevado siempre a la corrupción, que se ha convertido en el cáncer que carcome por dentro a nuestra sociedad. Si a ello aunamos la burocratización en que han caído muchas dirigencias, comprenderemos mejor la situación de aparente inercia de éstas.

Faltan idealistas, diría Mariátegui, faltan aquellos que quieran luchar por un mundo mejor y que estén convencidos de que es posible lograrlo.

Nuestros países de América Latina están llenos de jóvenes, pues constituyen la mayor parte de la población. Pero esta juventud está atrapada por el consumismo, por las drogas, la sensualidad o la violencia. Se ha hablado incluso anteriormente de “la generación perdida” . Y habrá otra y otra si los jóvenes, hombres y mujeres, no dedican sus mejores energías en búsqueda de un mejor mañana, y dejan de lado los enfrentamientos entre pobres “por el barrio” , y las evasiones de la realidad agobiante embruteciendo su cerebro con sustancias dañinas, o buscar simplemente el placer.

Felizmente ya muchos jóvenes se están involucrando en la ayuda a la comunidad o por la defensa de nuestros recursos naturales y el medio ambiente. Pero faltan todavía jóvenes que se pongan al frente de las diversas organizaciones de las masas populares que siguen luchando por mejores condiciones de vida y le impriman esa cuota de idealismo, que construyan mitos que impulsen a las poblaciones en aras de un mundo sin oprimidos ni pobres.

Fuente: diario La Primera, domingo 26 de enero de 2014

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