No reniego de la barca que me trajo
ni del suelo que día a día naufrago
ni del frío que flagelan a los tarsos
ni de los troncos que me han de dar sus sueños
ni al zapato que no llego a acariciar
ni la dulce vestimenta que piel abriga.
ni del suelo que día a día naufrago
ni del frío que flagelan a los tarsos
ni de los troncos que me han de dar sus sueños
ni al zapato que no llego a acariciar
ni la dulce vestimenta que piel abriga.
Aunque apetezco los futuros de allá
aunque los adelantos no habitaren
aunque los conocimientos no llegasen
aunque la esclerosis aten el saber
aunque el opúsculo no vea el vivir
aunque no haya camino donde llegar.
Y dicen que el hombre; avanzo en egoísmo
y se envidian tan cretina decisión.
Y la economía; no tiene rostro humano
y ahí el susto es enceguecido y más.
Y el semen del capitalismo; gobierna
y hay espíritus curtidos en papel.
Son las dudas que cambiaron al ver el sabor
los despojos y hastió señorío del extraño.
Es la subjetividad que golpea su ausencia,
cuando la razón huye vestida sin avisar
o es manta irrisoria que cubre la sociedad, allá.
Acá el viento no soñara silencios puros
ante esa estela toxica que vera llegar
y todo el verde invernara la tala y quema.
Y el rio será graso en vertiente recorrer
e irán oliendo a desdicha los soplos de aire.
Si cae esa lluvia será para herir más al frío
esa brisa tostara el calor, harapo y heno
y el orgasmo vegetal solo esperara su muerte
sin ver la cordillera embriagada de nieve.
Esa pena llegada ¿Secara vida epidérmica?
si de lo rico que soy solo bebo rancio gozo
vivo báculo, el monte yendo y furia monzónica
sigo aquí… esclavo de costras y verdes hierbas.
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