Joel fue elegido Gobernador de su pueblo. En la selva, junto al río, juró hacer cumplir las leyes que exigen respetar al medio ambiente.
Trabajadores de empresas ilegales arrazaban con bosques enteros de caoba, cedro y otras especies maderables. Los troncos triturados, eran transportados por el mismo río.
Joel, armado de su carácter y amor a la selva, amparado por la ley, paró todo eso. Como es obvio, se ganó algunos enemigos.
Los dueños de las madereras ilegales, acordaron sobornarlo para que la depredación continuara y se hiciera de la vista gorda. Lo tentaron con un buen fajo de billetes verdes. !El verde de la selva me gusta más! —les respondió un Joel indeclinable.
Entonces, la mafia lo sentenció: ¡Pena de muerte¡. Un sicario se encargó de hacer el "trabajo" sucio.
Joel no era Ecólogo, era Ecologista, aunque el no lo sabía. Murió por su salud, por la salud de todos.
Los hombres aún no le hacen justicia. La madre selva cobija a sus restos y ha determinado que un árbol crezca sobre su tumba.
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