Por O. A
Celendín, en esta ciudad enaltecida con el nombre de la Reyna Amalia de Sajonia, nació el día martes 4 de noviembre de 1902. Sus padres fueron don José Bazán, un agricultor acomodado y con afanes intelectuales, y su madre la matrona Melchora Velásquez originaria del pueblo de Oxamarca. El matrimonio Bazán Velásquez, mientras no tuvieron hijos, instalaron su hogar y centro de ocupación en el pequeño pueblo de Opaban, lugar donde don José Bazán tenía un fundo y otro en el cercano anexo denominado Chuquibamba, ambos ubicados en el departamento de Chachapoyas.
Por su apellido paterno, Armando Bazán, proviene de una estirpe con profunda raigambre de escritores y poetas como don Alfonso Peláez Bazán; cuyos cuentos están ambientados en los exóticos lugares de Opaban y Chuquibamba.
Correteo su niñez en las estrechas y rectas calles de Celendín, durante su infancia y adolescencia fueron frecuentes los viajes, junto con sus padres, a los fundos en Chachapoyas; esos viajes le sirvieron al adolescente para cimentar su personalidad y la hicieron sentir el estro poético y narrativo.
El hogar de los esposos Bazán Velásquez estaba integrado por 6 hijos: Mario Francisco, abogado, poeta y profesor (1), Luis, Celia, Vicenta (poeta casada con don Joaquín Araujo) y las señoritas Octavia y Dalila.
Al terminar la primaria en una escuela fiscal de Celendín, en 1917, se trasladó a la ciudad de Chiclayo para continuar estudiando; allí ingresó al histórico colegio San José en donde pretende estudiar el bachillerato (secundaria) protegido por su hermano Mario.
En el colegio, dirigido por ese entonces por el suizo Karl Swiess, el alumno Armando fue un estudiante remolón, desaprobó varios cursos, razón por la que su hermano y protector lo puso a trabajar como administrador de un hotel restaurante, que al poco tiempo quebró.
Hacía 1920 enrumba a Lima; su viaje lo realizó en vapor. En la ciudad capital se dedicó a diversas actividades intelectuales, principalmente al periodismo. Sus artículos fueron acogidos por el diario El Comercio. En este diario colabora por un buen tiempo, permitiéndole relacionarse con la intelectualidad limeña de entonces, entre ellos Vallejo; se relaciona también con organizaciones populares y de la clase obrera.
El año 1923, el joven intelectual, participa de la fundación de las universidades populares Manuel Gonzales Prada, de la misma que, aparte de ser un ardiente fundador, fue un entusiasta profesor.
Hacía 1925, Mariátegui se incorpora a la universidad Gonzales Prada; ahí se convierte en su gran seguidor y discípulo naciendo entre ambos una gran amistad, tanta fue la amistad de Armando con el Amauta que lo trataba de hermano irreemplazable. En ese mismo año firma, al lado de José Carlos Mariátegui, Luis Alberto Sánchez y Edwin Elmore, las declaraciones de solidaridad con el escritor mejicano Vasconcelos, frente a los ataques de José Santos Chocano, por entonces incondicional plumífero de Augusto B. Leguía. El año 1926 funda Poliedro, revista vanguardista dedicada a la difusión de la cultura, en la que colaboran poetas de oficio y escritores reconocidos como César Vallejo, Xavier Abril, Pablo Bustamante, Juan José Lora, Pérez Domenec, Antenor Orrego, Magda Portal y Serafín del Mar. La pequeña revista, considerada como precursora del vanguardismo peruano, tuvo alcance nacional; en Arequipa fue representada por el escritor Carlos Manuel Cox y duró un año (1926-1927).
En la mente de Mariátegui se va forjando la creación de una revista, la misma que hace su aparición en el mes de setiembre de 1926, Armando Bazán, convertido en marxista “convicto y confeso”, es colaborador imprescindible desde el primero hasta el número 29; sus colaboraciones van desde comentarios de libros, hasta crónicas, pasando por la poesía.
El mes de enero de 1927 viaja, por vapor, a la ciudad de Piura; a su regreso, en la ciudad de Chiclayo, dicta conferencias y ofrece recitales. De este viaje Carlos Arbulú Miranda le escribe a Mariátegui así: … “Armando Bazán estuvo en esta ciudad por pocas horas, a su paso para Piura, pero me fue imposible verlo porque mientras él desembarcaba en Eten, yo lo esperaba en Pimentel a bordo, lo estábamos preparando el terreno para que las conferencias o recitales que nos va a ofrecer tengan éxito”.
Bazán tuvo una amistad entrañable con el pensador peruano, ésta se deja entrever en la correspondencia que José Carlos mantiene con otros escritores; a Xavier Abril en una carta de 1927 le dice: “Bazán lo recuerda con mucho cariño”.
En este año (1927) su esfuerzo y trabajo literario conquistó un primer lauro al ganar el concurso poético de vanguardia de la fiesta de la planta de Vitarte, considerado como la fiesta del proletariado limeño.
Además de su vasta actividad literaria y reconocimiento cultural sufre persecución política debido a su filiación marxista, siendo capturado por los esbirros del déspota Augusto Bernardino Leguía y confinado en la isla del Frontón, donde permaneció privado de su libertad desde el mes de junio hasta octubre. En prisión escribió una pequeña novela titulada “Prisiones junto al mar”. El 10 de octubre Mariátegui escribe a Emilio Choy: “Le adjunto para su revista un artículo mío y algunos poemas inéditos de Armando Bazán, poeta de vanguardia que acaba de ser puesto en libertad después de 4 meses de prisión en la isla de San Lorenzo”.
Con motivo de cumplirse 10 años de la revolución de octubre, dirigida triunfalmente por Lenin, viajó a Rusia invitado por el Komiter (La Internacional Comunista); invitación que le fue tramitada por su amigo José Carlos. A su retorno del país de los soviets, viajó de visita a su segunda tierra, Chiclayo; luego regresa a Lima; algunos días después viaja a Europa, y en el mes de setiembre de 1927 se encuentra viviendo en Francia; en la ciudad luz forma parte de la célula aprista fundada en Paris; se vincula al partido socialista fundado por Mariátegui y en 1929 se inscribe al Partido Socialista de Luciano Castillo.
En 1929 se traslada de Paris a Francia donde toma en alquiler una casa ubicada en la Av. A 11 de L´ opera Gards Jaurnaux. De esa ciudad se muda a un pequeño pueblo llamado Chavelli, cercano a Francia, en donde permaneció hasta el mes de marzo que regresa nuevamente a Paris.
Acusado de comunista por el gobierno de Gastón Doumergue, el año 1930, es deportado junto con césar Vallejo y el poeta de Ayabaca (Piura), Juan Luis Velásquez, tomando el rumbo de Bruselas.
De Vallejo no solo fue compañero de extrañamiento, fue también su biógrafo y amigo a quien conoció hasta la médula y compartió “hambruna y frio parisense”.
Hasta 1932 escribió artículos en la Gaceta Literaria Iberoamericana, gran revista quincenal publicada en Madrid. Durante su estancia en Europa el autor de la “Urbe Doliente”, no solo fue ciudadano del país galo, sino de toda Europa y Sudamérica. En los países del viejo mundo se alimentó, descubridor y acuciante, de todo lo vivido. En esas ciudades europeas escribe con fruición y consagración novelas, poesías, cuentos, hace biografías de famosos escritores, traduce obras clásicas, colabora con varios periódicos y desposa a una mujer Eileen Flanagan, unión poco afortunada toda vez que la relación no tuvo esa fuerza volcánica, ni la constancia con las que el amor se fortalece.
Al explotar la infausta guerra civil española, en 1936, se traslada a España, al igual que sus amigos Vallejo y Velásquez, para apoyar a los republicanos y en solidaridad con el pueblo español porque España esta lacerada. Al lado de grandes escritores del momento (muchos entregaron sus vidas) suscribió peticiones en favor del pueblo, contra la guerra y el falangismo de Franco.
Estando en España escribió en la revista Mono azul, patrocinada por la Alianza de Intelectuales Antifascistas para la defensa de la cultura, en esta revista es bastante elogiado por su artículo urticante contra Unamuno y su incomprendido apoyo del filósofo español al generalísimo Francisco Franco. Durante la guerra civil fue testigo de tanta tragedia y crueldad que lo marcaron de por vida, siendo lo más impactante la actitud de un miliciano que entregó a su padre al pelotón republicano para que lo fusilen; esta acción del miliciano fue desgarradora para el escritor, quedando convencido que la violencia no era el camino para lograr las transformaciones sociales que la humanidad precisa.
A causa de la consecuencia del miliciano, de su ideal por una patria libre, el comunista beligerante, el dialéctico materialista, sufrió un viraje convirtiéndose en humanista socialista.
En el año 1937, atormentado por los horrores de la guerra civil que le tocó vivir en la tierra de Cervantes, enrumbó hacia Lima, aquí se dedicó a lo que sabía hacer: escribir. Se convierte en colaborador de varios periódicos, entre ellos El Comercio, La Crónica y en El Peruano de cuya casa editora fue un alto funcionario. Viajó a Chile donde la editorial Zig zag imprime una de sus obras.
En 1949, alejado del marxismo, acosado y algo confundido a causa de una incipiente neurosis ocasionada por la delirante conflagración de la guerra civil desatada por Franco en España, nuevamente deja su arcadia y se dirige, vagabundo, por las ciudades de Buenos Aires y Chile donde reside por algún tiempo.
Durante el gobierno del dictador Manuel Abel Odría fue diplomático en Argentina y el norteño país del Ecuador. Después el presidente oligarca Manuel Prado en su segundo gobierno, lo nombra Secretario de la Presidencia, tenía 60 años y corría el 2do. Semestre del año 1962, desempeñando la secretaría de estado, en su oficina palaciega ubicada en el palacio de gobierno; el jueves 12 de julio a las 11 y 30 minutos de ese infausto día afectado por la neurosis que había minado su salud escribió el último renglón, pero este no tendría la estriada de la belleza de su pluma, sino la perplejidad que deja el disparo de un revólver, Armando Bazán se suicidó de un tiro certero con el revólver que el escritor cargaba consigo. El periodista Jorge Luis Recabarren, dice: “Hace alrededor de 2 meses, tal vez menos, me encontré con Alfonso Bazán, junto al local del café Ahití… no estaba bien, Armando me dijo hallarse enfermo y se mostraba nervioso, inquieto, pesimista. Su delgadez era notoria”.
No obstante el hermetismo del gobierno, al sepelio realizado en estricto privado, asistieron numerosos y distinguidas personalidades del mundo intelectual; el presidente de la Anea Pedro Ugarteche, Nazario Chávez Aliaga secretario General de la República, el General Manuel Merino, César Zulueta Director de El Peruano llevaron la cinta; en el cementerio lo hicieron, entre otros, el doctor Pedro Barrantes Castro; sus hermanos Mario, Vocal jubilado de la Corte Superior y Luis Bazán, el edecán del Jefe de Estado Capitán Raúl Demarini presidieron el duelo, no estuvo presente su esposa.
Sus restos mortales están enterrados en el cementerio El Ángel de Lima, Cuartel San Camilo, Letra D, Nº 34. La inscripción de la partida de defunción se encuentra en el Concejo provincial de Lima, inscrita por orden del teniente Coronel Alfredo Costa en vista del oficio remitido por la 2ª Zona Judicial Policial- 2º Juzgado de Instrucción Permanente.
SU OBRA ESCRITA
Armando Bazán Velásquez fue una de esas escasas mentes robustas de la provincia de Celendín, autor de una abultada obra literaria; cuya bibliografía no se conoce con exactitud; la misma que va con certera pluma de la novela al ensayo, de la poesía al cuento, género que lo cultivó hasta antes de morir. Con inusual agudeza reflexiva elaboró artículos periodísticos y biografías de autores encumbrados, y tradujo obras clásicas.
Su obra mereció los más altos y cálidos elogios de la crítica nacional y extranjera; pero también halló opiniones agudas y ácidas de acerbos intelectuales como las del arequipeño Alberto Guillen, quien dijo de su poesía: “Bazán escribe una poesía de luto, pálida de escalofrió mortal, con tristeza en el labio y sabor a ceniza”.
BIBLIOGRAFÍA
Será vagabundo
Cuentos de Perú y Chile
Prisiones junto al mar
Urbes del capitalismo
La urbe doliente
El inmortal de los Andes, San Martín.
Unamuno y el marxismo.
Vida y obra de Enrique Molina
San Martín y Bolívar, paralelo de dos vidas.
Vallejo, dolor y poesía.
Poliedro.
Unamuno junto a la reacción
Por Armando Bazán
Unamuno está disparando sus más envenenados fuegos desde la trinchera enemiga. Su voz, que muchos creían excelsa, se ha puesto a tono con las del ebrio consuetudinario Queipo de Llano, con la de Mola, con la del patriota Franco, que nos envía cabillas para civilizarnos. Después de haber mantenido en el más completo engaño a casi todo el mundo del pensamiento, nos ha descubierto toda la mezquindad de su espíritu, toda la fealdad monstruosa de su inhumanidad.
Tenía dotes excepcionales, dotes verdaderamente geniales de gran impostor. Se hacía considerar como un cristiano inmaculado, como un abanderado de la libertad, como un pionero del perfeccionamiento humano. Y su juego no fallaba nunca. Este hombre, maculado por el vicio de un orgullo satánico, de un egocentrismo feroz, paseaba ante el mundo una albeante testa de apóstol venerable.
Pero los marxistas habíamos visto desde hace mucho tiempo el truco del malabarista. Por eso, a pesar de su fama y su gloria, quisimos presentarle siempre en sus condiciones esenciales, en sus dimensiones precisas.
El marxismo nos enseñaba a gritos que la obra de Unamuno estaba toda alimentada de sangre reaccionaria, que su aliento venía desde la misma noche medieval.
Reconocíamos, por eso, que su llamada “personalidad representativa de España” no era del todo desacertada. Reconocíamos que, efectivamente, la voz y el pensamiento de Unamuno representan a una España decadente y moribunda, que sus espasmos de muerte desgarraría la entraña de la España joven, que trae una aurora nueva para el mundo en la frente. No hemos tenido que esperar mucho tiempo para ver con nuestros propios ojos el hundimiento de Unamuno en medio de un mundo de generales, de obispos y terratenientes.
(1) Mario Francisco Bazán, publico un folleto titulado “Dos Problemas Nacionales” que son 2 conferencias sobre la Federación y e Indio y, el proceso económico del Perú.
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