Por Olmedo Beluche
El señor Jaime Correa Morales tiene el mérito de proclamar en público sus ideas racistas ("Madre tierra indígena", La Prensa
27/4/13). Según él, los indígenas americanos alegan que su cultura es
"supuestamente conservacionista"; "se oponen a la modernidad";
constituyen "la raza... más atrasada"; "con bajos niveles de educación y
salubridad... (lo que) ... comprueba su fracaso"; cuyos miembros
"indolentes permanecen en las comarcas" y los "progresistas... se
integran a nuestras sociedades y se superan"; todo lo cual se debe "a su
práctica comunista de no reconocer la propiedad privada"; lo que no les
impide "mendigar beneficios como escuelas, carreteras, médicos...". A
ellos les recomienda que "se decidan a aceptar la civilización y el
progreso".
El
Sr. Correa dice lo que muchos piensan y dicen en privado, o hacen desde
las posiciones del gobierno "empresarial". No olvidemos los epítetos
racistas de varios ministros del actual gobierno y los asesinatos,
heridos graves y vejámenes sufridos por nuestros indígenas en
Changuinola (2010) y San Félix (2012).
La
gente como Correa es la misma que, desde las alturas del poder
económico y político, promueven la figura del primer genocida en el
Istmo, Vasco Núñez de Balboa, y las celebraciones pomposas del Quinto
Centenario del "Descubrimiento" del Mar del Sur, en concordancia con la
actual monarquía borbónica española. Según la lógica de estos racistas,
embozados y desembozados, Balboa vino a traernos la salvación cristiana y
la civilización. Los que así piensan, embebidos en sus prejuicios, nada
saben de los grandes avances culturales y técnicos de los pueblos
pre-hispánicos. Ignoran todo sobre la salubre y civilizada Tenochtitlán,
hasta que llegaron los europeos.
Todos
los criminales (ladrones, asesinos y violadores), salvo que sean
verdaderos sicópatas (consecuentes amorales), se sienten obligados a
enmascarar sus delitos bajo una justificación. No olvidemos que en los
debates de la Junta de Burgos (1511-12), los conquistadores pretendían
justificar el robo, el saqueo, el asesinato y las violaciones (carnales)
aduciendo que "los indios no tienen alma".
Gracias
a los alegatos del cura Las Casas, y el famoso Sermón de Montesinos, se
estableció que los indígenas debían ser tratados como humanos libres y
súbditos de la Corona. Pero de ahí en adelante, el sometimiento de las
poblaciones indígenas (mediante encomiendas y repartimientos) se hizo
bajo la justificación de "adoctrinarlos" para la fe católica. Pero se
aclaró que era legítimo hacerle la guerra a aquellos que no aceptaran el
"Requerimiento", es decir, cristianizarse y someterse al rey español.
Por cierto, nadie defendió a los africanos, a quienes sí era "legítimo"
esclavizar.
Claro
que, el Sr. Correa y sus acólitos, pretenden no conocer nada de esta
historia. Por eso, en su lógica perversa, la pobreza de las comunidades
indígenas se debe a su cultura. Cuando en realidad la pobreza indígena
sólo se explica por el saqueo de sus riquezas, el robo sistemático de
sus tierras, de sus ríos y sus montañas realizados por los europeos, en
nombre de la "cristiandad" y la "civilización".
Como
la modernidad (capitalismo) que se impuso en desde el siglo XIX en
Europa, Estados Unidos y Latinoamérica, se basa en un liberalismo laico,
las alusiones religiosas fueron dejadas de lado al momento de
justificar el continuado proceso de expoliación y explotación de los
pueblos del mundo. Ahora, "el destino manifiesto" justifica esos
crímenes en nombre de imponer la "civilización", el "progreso" y la
"modernidad".
Con
estos argumentos el imperialismo europeo y norteamericano ha
justificado los genocidios de los últimos doscientos años, pasando por
dos guerras mundiales y más de 70 millones de muertos. En nombre de la
"superioridad" de ciertas "razas" se ha justificado el exterminio de
"razas inferiores" o "sub-humanas", como decía Hitler.
Lo
que el Sr. Correa quiere, al igual que muchos empresarios y su
gobierno, es apoderarse de las tierras que han quedado en las comarcas,
ganadas por siglos de lucha y resistencia, para explotarlas
económicamente a su beneficio, con minas, hidroeléctricas, hoteles,
latifundios. "Civilizar", no nos engañemos, significa someter política,
cultural y económicamente. "Progreso" significa la pérdida de las
tierras comarcales en beneficio de intereses foráneos.
No
hay que ser comunista para entender la justicia de lo que reclaman las
comunidades indígenas. Hagamos el ejercicio de preguntarle al Sr. Correa
si estaría dispuesto a que le quiten su casa y su tierra a cambio de
una bicoca o unas "cuentas de vidrio" para beneficio de otro.
Preguntémosle al Sr. Correa si está dispuesto a renunciar a la lengua
española, a su forma de vestir, a sus creencias religiosas, a sus
tradiciones, a escupir sobre sus antepasados e irse a vivir a una villa
miseria o barriada bruja a trabajar con un mísero salario que no da ni
para comer. Porque eso es lo que la civilización le ha dado a los
indígenas.
¿Acaso
el problema de la construcción de hidroeléctricas hasta agotar el
caudal de los ríos, de las minas, la privatización de las costas, es un
problema solo de los indígenas? Preguntemos a los chiricanos qué piensan
de lo que está pasando con sus ríos. Preguntemos a los habitantes de
Azuero y Tonosí su opinión sobre la mina de Cerro Quema. A los
habitantes de Panamá por la destrucción de los manglares, en especial a
las comunidades y barriadas que han empezado a sufrir graves
inundaciones.
Hay
una sola cosa en que tiene razón el Sr. Correa: "La sola presencia de
humanos altera la ecología". Sí, pero hay modos de producción que
alteran menos, o mantienen un poco más el equilibrio de los sistemas
naturales, como el que practican nuestras comunidades indígenas y hay
formas de producción, como el capitalismo rapaz, que se caracterizan por
la destrucción masiva de los ecosistemas en función de un lucro
irracional. No sólo la vida de los indígenas está en peligro, sino de
todo el género humano. Eso es lo que debaten los ecologistas de todos
los países y todas las "razas", a quienes desprecia el Sr. Correa.
Si
queremos que haya un futuro próspero y feliz para nuestros nietos,
debemos repudiar y derrotar los esquemas mentales, sociales, económicos y
políticos que expresan personas como Correa. Si queremos paz para
disfrutar la belleza del mundo, es hora de que empecemos a respetar la
diversidad de las culturas humanas, para que en verdad todos seamos
iguales, así como la diversidad de las formas de vida.
Panamá, 29 de abril de 2013.
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