Por Oswaldo de Rivero (*)
Ginebra es la capital de los derechos humanos. Aquí están las sedes de la Cruz Roja Internacional, del Consejo de derechos humanos
de las Naciones Unidas, y de la Comisión Internacional de Juristas y
también las representaciones de Amnistía Internacional y Human Rigth
Watch.
Para estas organizaciones la encarcelación de Fujimori
constituye un hito sin precedentes, ya que es el primer caso en el
mundo de la condena de un exjefe de Estado por violaciones de derechos humanos.
Es así para ellas un valiosísimo precedente para no permitir la
impunidad de sanguinarios jefes de Estado como Omar al Bashir de Sudán,
Gadafi de Libia y Bashar al Assad de Siria.
Es por ello, que estas organizaciones observan con preocupación el proceso electoral peruano porque temen que si la hija de Fujimori
es elegida reivindicará a su padre y lo liberará. Y con ello, este
valioso precedente peruano contra la impunidad de los jefes de Estado,
se convertirá en un grotesco fiasco que afectará el desarrollo de esta
nueva doctrina y devastará la imagen de la democracia peruana.
Cuando uno habla con especialistas ginebrinos y diplomáticos que participan el Consejo de los derechos humanos
percibe que simpatizan con la posición de Vargas Llosa, y por ello,
muestran su sorpresa por la posición de la derecha peruana a favor del
clan Fujimori.
No entienden por qué esta usa sus grandes medios de opinión para
demoler a Humala, cuyo programa no tiene nada de socialista. Además, les
parece un suicidio democrático que la mayoría de la derecha apoye a la
Sra. Fujimori, sabiendo que detrás de ella está su padre y un entorno autoritario y corrupto que practica la duplicidad frente a los derechos humanos, al narcotráfico y la democracia.
Al decir esto confiesan que creían que la derecha limeña era más sofisticada, semejante a la derecha brasilera o Chilena,
que aceptaron que la izquierda gobernara y coordinaron y negociaron con
ella una distribución de los ingresos que no afectó la marcha de la
economía de mercado.
También, la comunidad de los derechos humanos en Ginebra muestra su estupefacción ante la facilidad con que una gran mayoría parece haber aceptado la promesa de Keiko Fujimori de que no reivindicará a su padre y lo dejará en la cárcel.
Para
ella esto es imposible, inclusive en la hipótesis de que Keiko quisiera
mantenerlo preso no podría, ya que con el tiempo sería duramente
criticada porque ningún jefe de Estado en LatinoAmérica
puede gobernar con su padre en la cárcel, ya que según estos expertos,
los pueblos de esta región del mundo creen más en la solidaridad
familiar que en los deberes cívicos.
Tampoco, comprenden por qué la derecha peruana prefiera el asistencialismo Fujimorista a la distribución de los ingresos a la brasilera o a la Chilena.
Y frente a esta actitud consideran que si gana el asistencialismo y no
se distribuye los frutos del crecimiento, debido al constante aumento de
los precios internacionales del petróleo y los alimentos que el Perú importa cada vez más, surgirá una protesta social que tendrá consecuencias políticas insospechadas.
En conclusión, la imagen que tienen los defensores internacionales de los derechos humanos, debido al insólito apoyo que tiene el clan Fujimori, es que la democracia peruana estaría a punto de dispararse en el pie.
¿Lo haremos, seremos tan irresponsables?
Fuente: Diario La Primera, martes 17 de mayo 2011
(*) Columnista del diario La Primera
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