Por: Rodrigo
Montoya Rojas.
El libreto es ya suficientemente
conocido: una empresa minera tiene la concesión en tierras de comunidades
campesinas para explotar yacimientos; valiéndose de un simulacro de información
al que le llaman consulta, sin tomar en cuenta las opiniones de las personas
que pueblan las comunidades, sostiene que cuenta con las autorizaciones
oficiales, que todo está en orden, y procede a iniciar los trabajos de
exploración o explotación.
¿Será posible parar esa voracidad y que un gobierno sea capaz de pensar en beneficiar al Perú y no a las grandes empresas multinacionales? |
Por su parte, funcionarios del
Ministerio de energía y minas, declaran
que la inversión “traerá el desarrollo que el país necesita”. Esto es lo que
acaba de ocurrir con la empresa Chancadora Centauro en Ancash.
Con argumentos muy sencillos los campesinos y
comuneros de Bolognesi, Catacc, Recuay, expresaron su rechazo a la nueva
empresa minera: la empresa contaminará el agua de las cuencas de varios ríos,
entre éstos el Santa -río grande y mayor que da vida al callejón de Huaylas y
los valles de la costa hasta Chimbote- el Fortaleza y su cuenca por Chavín de
Huántar. La laguna de Conococha y la Cordillera blanca correrían grave peligro.
Se trata de una amenaza en un lugar emblemático de los Andes. Sordos y ciegos,
los funcionarios del gobierno respaldaron plenamente a la empresa. La protesta
se multiplicó y comprometió a la población de Huaraz y otras provincias con
tomas de carreteras y un paro total en Huaraz. Se formó el Frente de Defensa de
la laguna de Conococha, al lado el Frente de defensa de Huaraz. La policía hizo
lo suyo, reprimiendo y el comunero Willy Castillo Vergara murió con una bala.
Finalmente, el gobierno tuvo que dar marcha atrás y el permiso de la minera ha
sido suspendido, no sabemos si cancelado.
Antes del conflicto en Ancash
se produjeron los de Moquegua, Cajamarca, Cusco y Arequipa y parece que el
reinicio del conflicto no resuelto entre Arequipa y Cusco es inminente. El
presente va mostrando el futuro y creo que es inevitable recordar que hace 50
años las tomas de tierras abrieron el ciclo “Tierra y muerte” que culminó con
las reformas agrarias y la desaparición de los hacendados de horca y cuchillo,
herederos directos de los españoles que despojaron de sus tierras a quechuas y
aimaras.
Después de un siglo de luchas por la
tierra, el agua es objeto de una profunda preocupación tanto por su apropiación
indebida por una minoría de terratenientes como por el daño causado por las
empresas mineras en las cuencas y por el calentamiento global que está dejando
sin nieve a nuestras cordilleras. No es atrevido suponer que empieza a abrirse
un ciclo que podría llamarse de “Agua o muerte”, si sabemos que la escasez de
agua elevará exponencialmente sus precios y dará lugar a una o más guerras ya
anunciadas.
Con la voracidad de las
grandes empresas mineras y la abierta complicidad de los gobiernos se están
sumando, uno a uno, los leños de un gravísimo conflicto que multiplicarán las
llamas de la hoguera. ¿Será posible parar esa voracidad y que un gobierno sea
capaz de pensar en beneficiar al Perú y no a las grandes empresas
multinacionales? ¿Hasta cuándo seguirá siendo el Perú un país productor de violencia?
Volveré sobre el tema.
Fuente: Diario La Primera
0 comentarios:
Publicar un comentario