Documental Las
Danzas
Por Franz Sánchez
Resumen de diario de notas
Celendín, Domingo 6 de junio.
O7:45 min A.M.
Llegué a Celendín para rodar lo
que significa mi primer documental, elegí mi pueblo porque sé que es
inmensamente rico, y lejos de todo chauvinismo, ratifico el noviazgo perpetuo
que contraje con mi provincia. El clima de junio, y lo místico del Corpus Cristhi
me dan los ingredientes exactos que no hubiera podido encontrar en ningún otro
lugar más. El suculento desayuno shilico: un caldo verde aromatizado con paico,
yerba buena, perejil, con un poquito de ruda; dos tersos panes recién horneados
y un empalagoso sorbo de chocolate espeso, son complementados por un momentáneo
reposo al borde de una vereda iluminada desde Jelig por los revitalizantes
rayos de sol matutino. Inmediatamente después, junto a mi camarógrafo, nos
dirigimos al caserío de Poyunte, para filmar el ingreso de las danzas de
Candelaria hacia el pueblo. Las abrumadoras clases en la universidad, estáticas,
frías, de salón, desconectadas de la realidad, nunca nos prepararon para un
encuentro directo con la naturaleza, con paisajes sacados de acuarelas, ni para
conocer el duelo, la tristeza o la alegría del hombre de campo.
09:17 min. A.M
He tenido que sortear la
insondable barrera que tienen los pobladores, para con las personas de la
ciudad. Aciago muro que ayudamos a erigir, nosotros mismos, con las constantes
muestras de autodestrucción, con nuestro exquisito y discriminatorio gusto de
selección por las personas, marginando siempre al que viste con llanques y
sombrero, al que tiene toscas las manos, sudoso el cuerpo y vacía la mirada.
Agoté esfuerzos por romper, los vanos prejuicios que únicamente contribuyen al
aislamiento de los seres humanos. Los resultados fueron buenos.
Sigo creyendo insólito el hecho
de sentirme privilegiado, por compartir instantes agradables con ellos. He
documentado, todas sus expresiones de fervor, la alegría con que crean su
música, el sonido de sus violines que me transportan a lugares que todavía no
sé si existen, pero que puedo ver si aprieto los ojos suavemente, y dejo que el
bombo despliegue sus ondas de cuero añejo en mis oídos, con su típica mezcla de
paganismo y de nirvana, de dioses y de demonios, me he visto en un espejo.
09:35min. A.M
Hablé con el cura de la iglesia,
mientras pensaba en que enfermedad es la que padezco, y en el por qué le dicen
“curas” a los hombres, como si todos estuviéramos enfermos. Me dijo que
podíamos filmar la ceremonia si es que no estorbábamos, y que fuéramos
profesionales en nuestro trabajo. Actué como profesional y evité meterme en el
trabajo suyo, pero mandar callar la música de las danzas por preferir su misa, me sigue pareciendo una intromisión
suya.
10:00 min. A.M
La vieja coqueta de faldas
fucsias, de trenzas apretadas y ganchos brillantes, de muelas doradas y rueca,
canta una canción mientras atiende a su viejo barbón, andrajoso, con una
excelente desentonación en sus pasos. Los dos bailan frente a sus toros, y a
los demás personajes del grupo de danzas. Se simulan los trabajos agrícolas, en
un baile singular, auténtico y celendino. Qué suerte he tenido de haber nacido
aquí, y qué triste debe ser no haber podido ser shilico.
Me han explicado que los
shil-shiles, los traen del valle de Llanguat, y que luego los fríen. Los he
visto vestirse, prepararse y ensayar sus coreografías para mi lente, y he
creído que el documental que pensé, era mío, les pertenece. Son los verdaderos
dueños de todo. Artistas y trabajadores, ciudadanos y campesinos, creyentes y
no creyentes, devotos, de botas y de llanques. Así son ellos.
Fui testigo de la mezcla exacta,
en proporciones perfectas, de catolicismo e incredulidad, de beatitud y
falsedad, de personajes urbanos y de ruralidad. Me llevo eso, y mucho más,
historias y anécdotas, mitos y leyendas. Me declaro un completo afortunado, un
millonario sin bolsillos, un acaudalado amigo de las danzas.
Contaré también las leyendas que
se tejen en torno a los toros. La famosa historia del toro Zarco, aquél hombre
que cuando llegaba Corpus Cristhi se enfundaba en su personaje, y buscaba
rivales de pelea con los demás grupos de danzas. Ha sido aleccionador todo
esto, espero tener el documental listo, para el mes de julio. No me importan
los pirateadores, ni los avergonzados de sus raíces. Solo pienso en qué valioso es, el hecho de que
por más de un siglo estas mismas danzas, sigan llegando a Celendín, aún con las
moto- taxis que invaden su suelo. A pesar de los camioneros que tocan las
bocinas, tratando de espantar a los bailarines, en contra de toda desidia por
proteger lo nuestro.
(….)
Martes 08 de junio
07:08 min. A.M
He llegado al terminal de buses
en Lima, y al bajar, prometí un próximo trabajo con la Guayabina. He
considerado concentrarme en un conjunto de danzas por turno, porque
individualmente ellas, son todo un universo. Estoy convencido que el próximo
año, las cosas mejorarán, no me gusta el hecho de acostumbrar a concursos a los
danzantes. Los concursos son siempre expresiones ridículas de competencia.
Condicionan al hombre ir en búsqueda de “premios”, “regalos”, “trofeos”. Cuando el fervor no se mide con obsequios. El
sonido en el coliseo es pésimo, a quién se le ocurre distorsionar la música
ancestral con amplificadores de una sola columna, en un espacio cerrado en
círculo, acaso no saben que el rebote de ondas, produce eco. Mediocres. *El
anunciador debe dejar de decir maichiles, a lo que un verdadero celendino llama
“shil-shiles”. Lea, por favor.
1 comentarios:
Da alegría que un joven celendino se preocupe por rescatar cosas culturales del pueblo. En es te asunto el folclor sobre Las Danzas.
Esperamos que en Lima también se venda el video para comprarlo con alegría.
El señor Franz es un ejemplo para nuestra juventud peruana.
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