Vistas de página en total

"Cuando el ánimo está cargado de todo lo que aprendimos a través de nuestros sentidos, la palabra también se carga de esas materias. ¡Y como vibra!"
José María Arguedas

lunes, 18 de enero de 2010

¡Oe cuñao, anoche me tiré una bomba...!

Por José Luis Aliaga Pereyra

Para muchos de la juventud adulta y no tan adulta, el encanto de Celendín es gozar del carnaval y especialmente, de las fiestas de julio. El carnaval es una fiesta alegre, que dura poco y es barata, donde bailan y se abrazan encopetados y no encopetados; pero la distancia que existe entre esta fiesta y la del mes de julio es enorme. En la fiesta de julio la discriminación camina impune, la gozan sólo los “pitucos”, personajes generalmente frívolos que se la pasan tras la hembrita y luciendo el último grito de la moda. Son ellos a los que no les interesa quién es el alcalde y, si es que les interesa es solo para pasarle la mano, la franela, sin importarles lo que haga; tampoco les preocupa si hay orden en la ciudad o qué problemas tiene. Muchos de los que pueden ir a la fiesta de julio serían unos privilegiados, bacanes, que no les interesa lo que el pueblo sufre.

Uno podría argumentar y decir que ir a la fiesta de julio es relativamente fácil, es ahorrar unos centavos durante el año, comprar su pasaje y a gozar del contacto con la naturaleza, el aire puro, etc., etc. Sin embargo no lo es para el comentario de la gente, ir a la fiesta de julio significa comprar vestuario desde ropa interior hasta la casaca de cuero y porque no la cámara filmadora, el blackBerry, el auto nuevo y los chibilines para las chelas y encerronas bailables.

Para ahorrar durante todo el año primero tienes que gozar de un buen trabajo y si no lo tienes y de todas maneras viajas o estás allí, lo único que te queda es mostrar, durante el día y la noche, una larga sonrisa de oreja a oreja, para que todos crean que ya comiste tu cuy y que la estás pasando regio, de “bomba en bomba”.

En cambio la fiesta del carnaval no cuesta nada, basta con un “par” de soles, integrar un “pachaco” y saber unos cuantos versos para rajar de las autoridades y de aquellos insensibles que poco les importa el progreso de la provincia y que ríen al escuchar las coplas carnavalescas haciéndose los desentendidos.

Sin embrago, dentro de estos monstruosos gastos y ajetreos, las últimas fiestas están teniendo un significado diferente, es decir su verdadero significado, gracias a reducidos grupos de hombres y mujeres que han adquirido compromisos con su pueblo y en uso positivo de su intelecto no desperdician sus noches en los bares y discotecas y tienen otra clase de reuniones donde intercambian ideas acerca de la problemática local y nacional.

Son aquellos a quienes nunca escucharás decir: ¡oe cuñao, anoche me tiré una bomba…!

0 comentarios:

Publicar un comentario

Chungo y batán Copyright © 2011 | Template created by O Pregador | Powered by Blogger