Arguedas en El sexto (p.12-13) nos ofrece este diálogo entre un obrero minero y
un estudiante universitario.
“–¿No
es cierto que el gringo de los trusts no tiene patria? ¿Dónde, dónde pone su
corazón? ¿Sobre qué tierra, en qué pueblo? ¿Qué cerro o qué río recuerda en el
corazón, como su madre? ¿Qué hace un hombre que no ha sido cuidado, cuando era
hahua, por la voz cariñosa de su madre? ¿Un gringo que no ha sido criado, propiamente? ¿Entiende usted? ¿Qué no ha
tenido crianza de una patria, sino del billete, que no huele a México, ni a
China, ni a Japón, ni a New York, que ni siquiera tiene el olor de las lágrimas
ni de la sangre ha costado, ni del azufre del demonio? ¡Estamos jodidos, porque
ellos mandan todavía en el mundo!
–¿No
cree usted que aman a los Estados Unidos, o a su Inglaterra? ¿No cree usted que
cada quien ama al país en que ha nacido? ¿No lo cree usted, compañero? –le pregunté.
–De
esos gringos que he visto en Morococha no lo creo, compañero. Uno que tiene a
su padre y a su madre y a su patria y va a otra nación para hacer millones con
la sangre y la tierra extranjera, acaso, si es hombre criado por padres y
madres, ¿puede escupir al trabajador que le hace ganar millones? ¿Puede
escupirlo? ¡Ahistá! Ese no tiene crianza. Por eso, como maldición, no hay para
él otro apoyo que las balas. ¡Balas y billetes, es la patria del gringo! Y
entonces todo se lo quiere agarrar. No hay más remedio para él. ¡Están condenados!
Y nosotros, amigos, estamos bajo los zapatos de los condenados.
–Usted
habla de los gringos que ha visto en Morococha y Cerro. Pero ellos son
millones. No confunda…
–¿Y por qué nos mandan a esos que miran
al cholo no como gente si no como a perro? Así es, amigo estudiante. Tú te ves
allá, en las minas y, clarito, no encuentras otro camino: o ellos o nosotros.”
El obrero le sale al estudiante con una
lógica que no se esperaba. Es un caso de lo que podríamos llamar “generalización
autocumplida”. Hay un grupo determinado dentro del cual hay “buenos” y “malos”,
pero los “buenos” no hacen nada contra los “malos”; conclusión: todos son “malos”.
Queda claro también el poderoso sentimiento
anti-estadounidense en las zonas mineras del país, reacción a los abusos sobre
la población trabajadora a fines de los años 30 del siglo pasado. ¿Cuánto ha
cambiado esta realidad? Tal vez el sentimiento ahora sea anti-chino o
anti-canadiense. ¿Los abusos? Parece que siguen…
Páginas 36 y 37 del libro La intervención de los Estados Unidos en el Perú de Silvio Rendón.
El Sexto es la cuarta novela del escritor peruano José María Arguedas publicada en 1961 y que mereció el Premio Nacional de Fomento a la Cultura Ricardo Palma en 1962. Es una breve historia basada en la experiencia carcelaria del autor en la prisión limeña del mismo nombre, entre los años de 1937 y 1938, bajo la dictadura de Oscar R. Benavides. Aunque ambientada en un contexto urbano y con personajes mayoritariamente costeños y criollos, no deja de tener elementos en común con sus anteriores novelas neoindigenistas, en especial con Los ríos profundos, pues su protagonista-narrador (que usa el sobrenombre de Gabriel) es también un ser marginal, sensible e idealista, escindido entre dos mundos (el serrano-andino y el costeño-criollo) y entre dos culturas (la quechua y la castellana). Asimismo la novela es un cuadro descarnado de la vida carcelaria, que se desarrolla en un edificio lóbrego donde conviven presos comunes con presos políticos. El dolor, la angustia, el sufrimiento y la muerte, son los elementos vitales que giran alrededor de la obra.
La denuncia del horror carcelario, las experiencias del estudiante universitario Gabriel. En este lugar será testigo de las injusticias y demás aberraciones que se cometen dentro de una prisión, como el dolor, la angustia, el sufrimiento y la muerte.
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