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"Cuando el ánimo está cargado de todo lo que aprendimos a través de nuestros sentidos, la palabra también se carga de esas materias. ¡Y como vibra!"
José María Arguedas

viernes, 27 de septiembre de 2013

Juventud prestada

Po Kike Chávez

La conocida expresión de González Prada en su discurso en el Politeama, en la que recuerda y enfatiza el rol que debiera jugar la juventud en la sociedad y la política, ha sido en muchas ocasiones, una especie de címbalo ruidoso sin praxis concreta.

Los partidos y organizaciones políticas siempre hablan del valor y la importancia de la participación de los jóvenes, de la juventud como reserva moral, y no obstante, relegan a esa misma juventud a un papel secundario, casi con la categoría de “extra”.



“Jóvenes a la obra”, podría decir algún político desde una tribuna adornada con las rosas marchitas de “viejas glorias”. “Renovación de la política”, sería la consigna de un movimiento que aun teniendo corta vida institucional, ha nacido impregnada de los vetustos miasmas que suelen emanar de una ideología partidaria apolillada. Y así, casi imperceptiblemente se contagia a las fuerzas jóvenes de la osteoporosis política tradicional, se obliga al joven a caminar amarrado a un andador que no necesita.

Y es que, la experiencia, es una cosa como sustento o guía de una organización, y otra muy distinta cuando asume el papel de titiritero, de conductor autoritario que dice dotar de alas a la juventud, pero no le permite volar más allá de las rejas que imponen sus viejos paradigmas.

Convocar a la juventud es, para la tradición politiquera, casi una estrategia de imagen, un intento de disimular las arrugas de su estilo de hacer política, pero no un cambio generacional. “Si queremos seguir en el poder, debemos convocar a los jóvenes”, dicen los viejos políticos. Y al final, quien gobernará es la demencia senil política de siempre.

En Cajamarca, por ejemplo, los “guerreros” de pasadas lides políticas, siempre verán a la juventud como un requisito para cumplir con el cupo de regidores jóvenes, o una posibilidad de refrescar su imagen; pero no puede esperarse una actitud que considere a la juventud en la toma de decisiones y real participación en los gobiernos. Los viejos “guerreros” toman prestada juventud con afán de beneficiarse de la aceptación popular.

El reto, en esta situación, le corresponde no a la vieja guardia, sino a los jóvenes, aquellos que no deben perder por nada su independencia de criterio. A ellos les corresponde la convocatoria generacional de transformación y cambio. En sus manos reposa la responsabilidad de ser efectivamente reserva moral de la sociedad.
Fuente: Página Web El Tiempo

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