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"Cuando el ánimo está cargado de todo lo que aprendimos a través de nuestros sentidos, la palabra también se carga de esas materias. ¡Y como vibra!"
José María Arguedas

viernes, 16 de agosto de 2013

Comentario al ensayo de Arturo Bolívar Barreto

¿DEBEN COMPROMETERSE LOS ESCRITORES?

Néstor Espinoza.

Por razones extra volitivas, recién concluimos la lectura del libro: CALIDAD LITERARIA Y COMPROMISO SOCIAL de Arturo Bolívar Barreto. Un trabajo, aunque breve en su texto, pero bien concentrado en sus puntos de vista.

La tesis central del libro es, en propias palabras del escritor, responder a la pregunta de “si el escritor y su obra tienen o no la obligación ética de asumir un compromiso social, la responsabilidad de revelar críticamente la realidad con una postura consciente en favor de las fuerzas progresivas del cambio social”. Y sustentar el aserto de que “los mayores logros artísticos han sido producidos históricamente -en la literatura universal y también en nuestra historia literaria-, por las obras que develaban el proceso social y se identificaban con las tendencias históricas del progreso, es decir, por la literatura social”. Para concluir señalando la urgente necesidad de reivindicar una literatura crítica y la correspondiente postura política frente al canon literario hegemónico del formalismo y el ficcionalismo, que campea en el Perú.

 Estas ideas sobre el compromiso social del escritor y la valía de la. obra literaria en función a su emparentamiento con la realidad social, histórica si se quiere, que tiene una amplia bibliografía y que se debatieron apasionadamente cuando la mitad del mundo todavía era socialista, han sido muy bien compendiadas, meditadas y refrescadas en forma clara, sintética y agradable y circunscritas al ámbito peruano por Arturo Bolívar. Sólo que con la hegemonía global del capitalismo, cunde La propaganda reaccionaria en todo orden de cosas y, particularmente, en el campo de la literatura, con la prédica del formalismo literario y su ficcionalismo de embutido. Es el caso, en nuestro medio, del discurso “de la verdad de las mentiras” de nuestro inefable Premio Nóbel neoliberal y adláteres. A tal punto que este asunto del compromiso aparece ya supuestamente anacrónico y muchas de las actuales propuestas literarias juveniles ya no lo toman en cuenta.
Con este enfoque, el autor analiza literariamente a escritores representativos de las dos riberas, como Guamán Poma, Garcilaso, Melgar, Vallejo, Heraud, Vargas Llosa, Arguedas, Colchado.y Scorza. Su crítica, en un extremo, a Vargas. Llosa la compartimos plenamente; y, en el otro, a Oscar Colchado, ella nos remite, por honestidad intelectual, a una relectura más detenida de su obra.
Con acierto, Arturo no realiza su análisis partiendo del criterio del inmanentismo literario, que ya ha llegado incluso a fetichizar la obra literaria separándola aun de su autor, como si ella se hiciera por si sola y no fuera un producto social de una determinada sociedad. Ubica, conforme a la crítica marxista, al autor y su obra dentro de su contexto socio-económico político tanto mundial como local.
Después de leer este grato texto de Arturo, resulta inevitable hacer algunas apostillas para el debate:
Exigencias.- El compromiso social del escritor y el no reduccionismo de la obra literaria a la pura ficcionalidad, como si ésta estuviera al margen de la historia y del mundo, en la actual situación ideológica del Perú, atravesada de tanto irracionalismo, con ideas evangélicas de los más variados pelajes, de ideas neoliberales, apristas,, amén de apatía, de consumismo y espectacularismo mayoritario, ¿.a quiénes exigir este compromiso?.. ¿A los escritores del pueblo ganados de desinterés?. ¿A los jóvenes castrados ideológicamente por el sistema en cuanto a socialismo?. ¿Y cómo?.
Personalmente, por hacer carne en nuestro papel, en nuestras ideas y sentimientos el ser del mundo andino, hemos pretendido factuar un frente de escritores andinos, para pronunciarnos contra los atropellos de un gobierno supuestamente peruano a nuestras comunidades andinas, partiendo de la premisa de que si somos andinos y tematizamos nuestro mundo, consecuentemente, no podemos permanecer indiferentes al padecimiento de él. Y no hemos obtenido respuesta,  o, a lo sumo, una.
En la izquierda, dos propuestas de cambio social, una por vía violenta y la otra por vía electoral, que tomaron el nombre de Mariátegui, quedaron agotadas, por represión estatal y por descomposición orgánica de sus preconizadores, respectivamente. Habría que debatir si también tomaron el pensamiento mariateguiano. Las universidades particulares, por posición ideológica mercantilista y las estatales, por la entronización, en ellas, del reaccionarismo, consuman una “extirpación de idolatrías” socialistas. No hay partido de izquierda que debe potenciar los debates ideo políticos y aun los literarios de orientación socialista. Sólo hay el proceso de un trabajo de pequeños grupos de izquierda.
De otro lado, nos parece que esta exigencia de compromiso literario en el Perú pendula entre dos lados. Una que encontramos, por ejemplo, en los trabajos del Dr. Tomás Escajadillo, quien al referirse a la novela EL MUNDO ES ANCHO Y AJENO de Ciro Alegría, enfatiza  que mucho más peso que las postulaciones de  las ciencias sociales ha tenido el discurso poético simbólico de esta novela para formar conciencia sobre la ignorada realidad de las comunidades andinas, y que, por lo tanto, la eficacia en el orden político – social no es privativa del discurso político. Afirmación que entrañaría la posición de que el escritor  progresista  o socialista puede más en su compromiso con la obra literaria que con su participación política,
Pero tenemos también la palmaria experiencia de los escritores que factuaron un frente como el frente antifascista en España, con la participación de nuestro César Vallejo, de Neruda, Lorca, Hernández y otros; o de escritores que alternaron la literatura con la política en América, como José Martí, R. Dalton, Ernesto Cardenal y, entre nosotros, Mariátegui, Oquendo, Alegría, Scorza, J.G. Rose y Heraud que unió en su vida pluma y espada. El Che Guevara no sólo fue combatiente, sino también un escritor.

 Néstor Espinoza nació en 1938 en el distrito de Huacachi (ex comunidad campesina), provincia de Huari, departamento de Ancash.

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