"Yo sin su amor no soy nada”, reza un
bolero cortavenas. Si usted es de aquellas personas que se emocionan
escuchando letras como esta o, peor aún, de las que se sienten
identificadas con ellos… ¡Cuidado! Corre el riesgo de estar en el
inmenso grupo de gente que no sabe amar sanamente.
Por Patricia Salinas
Hay
que entender que para amar de manera saludable, aunque suene retórico,
uno tiene que comenzar por amarse a sí mismo y saber que la felicidad no
depende de alguien o de algo externo. La felicidad está dentro de
nosotros.
“Hay que tener la capacidad de estar con
alguien, sin sufrir por ese alguien y tener una cierta predisposición a
la renuncia, sabiendo que si las cosas se acaban, se acaban y por eso la
vida no se detiene”, nos dice Walter Riso, el famoso psicólogo
colombiano, autor de más de una decena de libros de autoayuda.
Estar
conscientes de que nada es para siempre, no solo ayuda a tener una
relación sana con la pareja, sino que hará que sea mucho más fácil
renunciar a ella, si en algún momento se convierte en una relación
tóxica.
“Uno tiene que renunciar a una relación cuando
pasan tres cosas: o no te quieren (algo que suena fácil, pero no lo
es); o va en contra de tus principios; o esa relación es un obstáculo
para tu autorrealización. Pero, ¿cuándo sabemos que las cosas empiezan a
fallar? Cuando sabes que debes cortar y no lo haces, o te maltratan y
sigues ahí porque piensas que nadie más te va a querer, o por temor a la
soledad”, explica Riso.
"NO PUEDO VIVIR SIN TI"
Estamos
acostumbrados a decir o esperar que nos digan cosas como: “No puedo
vivir sin ti”, “Lo hago todo por ti”, “Eres mi vida entera”, “Si te
vas, me muero”. Son las frases más románticas que se nos ocurren, pero
si pensamos bien en el contenido de estas frases, nos damos cuenta de
que estamos transmitiendo un amor enfermizo. Walter Riso dice –medio en
serio, medio en broma– que se deberían prohibir los boleros porque son
un peligro contra la salud mental de quienes idealizan un amor así.
“Es
mucho más bonito decir: ‘No te necesito, pero elijo estar contigo’,
‘Puedo compartir la vida contigo, pero no por necesidad, sino por libre
elección’, o la que encierra todo esto: ‘Te amo, pero no te necesito’”,
asegura el doctor. “Necesitar no es bueno. Necesitar es depender y todas
las dependencias o adicciones con las que te vinculas son dañinas.
Adicción significa estar sometido a un amo y el amor es todo lo
contrario, el amor es libertad”.
Durante años hemos
escuchado que el amor es dar sin esperar recibir y, en nombre de esa
premisa, nos pasamos de tontos. Según Riso, el amor debe ser recíproco:
“Si tú eres fiel, esperas fidelidad. Si das amor, esperas amor. Si das
sexo, esperas sexo. Tiene que ser así, porque si yo doy, doy, doy y tú
no me das, pues nuestra relación está desbalanceada y una relación de
pareja debe ser democrática, una relación de pareja debe ser digna ante
todo”.
Claro, si pensamos en los matrimonios de los
tiempos de nuestros abuelos, que duraban “para toda la vida”, nos
vendría la pregunta: ¿se amaban más? No necesariamente. Aunque suene
duro, muchas parejas de aquellos años simplemente se soportaban. Pero
ahora, con la posmodernidad y la autonomía, que ya es un valor, la gente
sabe que no tiene por qué aguantar nada.
“Soportar a
la otra persona no es saludable”, sostiene Riso. “El amor tiene tres
patas: eros, que es erotismo; filia, que es amistad; y ágape, que es
cuidar al otro. Hay parejas que logran tener las tres durante muchos
años. También hay parejas que se aguantan y eso está mal: soportar a
alguien no es una relación de pareja saludable, porque el amor no tiene
por qué ser sacrificio, tiene que ser alegría. Si no es así, estás con
la persona equivocada o en el lugar equivocado”.
Y ahí
es donde entra el concepto de apego, ese sentimiento que tarde o
temprano traerá sufrimiento, porque de una u otra manera controlará tu
vida. A menudo se confunde con el amor y lo peor es que, muchas veces,
ni siquiera es el apego a una persona sino a una idea, por ejemplo a la
idea de tener pareja.
Riso es tajante en cuanto a
este concepto y asegura: “El apego corrompe porque te hace negociar con
tu dignidad, te hace negociar con tus principios, te hace negociar con
tus códigos, con tal de no perder la fuente de tu apego”.
Ante
todo hay que ser realista: cuando ves la realidad tal cual es, tiene la
propiedad de curarte. Sin engaños, sin autoengaños, sin sesgos, sin
interpretaciones erróneas. Hay que ser realista hasta para recordar una
relación, que ya terminó, con las cosas buenas y las cosas malas. No es
fácil porque procesamos la información a través de nuestros esquemas o
el estado emocional, pero es necesario hacerlo para poder decir con
tranquilidad: “Esto ya se acabó y queda en el pasado, la vida continúa”.
Pero,
¡cuidado! El desapego tampoco significa indiferencia. La idea de no
apegarse no significa no tener relaciones, sino tenerlas sin
preocupación. Es no tener miedo de dar cariño: me vinculo sin miedo a
perderte. Me vinculo sin identificarme totalmente contigo. Te cuido,
pero no soy obsesivo. Y otra vez: te quiero, pero no te necesito.
Desapegarse sin anestesia
En el último libro del psicólogo colombiano Walter Riso, titulado ‘Desapegarse sin Anestesia’, él afirma: “Somos dependientes de una persona cuando pensamos: “Si la pierdo, mi vida no tendrá sentido”. Y somos personas emancipadas (autónomas) o desapegadas cuando pensamos: “Si estoy con esta persona, disfrutaré de la relación mientras la tenga, pero si la pierdo, no será el fin del mundo ni se acabará la vida, así me duela”. En el desapego sigo adelante, no me deprimo, ni me dejo abatir por la pérdida. Sencillamente sigo adelante.
Amar y relacionarse con los otros desde una actitud de desapego es hacerlo con respeto y libertad. Me interesan las personas, pero no me esclavizo ni destruyo mi valía personal. ¿Qué doy a los demás si no me quiero a mí misma, ni me valoro? No se trata de prescindir de la gente, sino de acercarse a ella sin maltratar ni maltratarse. Sin ser servil, sin miedo, sin humillación, sin la carga de la dependencia”.
Fuente: Revista Caretas, 13 de diciembre de 2012
En el último libro del psicólogo colombiano Walter Riso, titulado ‘Desapegarse sin Anestesia’, él afirma: “Somos dependientes de una persona cuando pensamos: “Si la pierdo, mi vida no tendrá sentido”. Y somos personas emancipadas (autónomas) o desapegadas cuando pensamos: “Si estoy con esta persona, disfrutaré de la relación mientras la tenga, pero si la pierdo, no será el fin del mundo ni se acabará la vida, así me duela”. En el desapego sigo adelante, no me deprimo, ni me dejo abatir por la pérdida. Sencillamente sigo adelante.
Amar y relacionarse con los otros desde una actitud de desapego es hacerlo con respeto y libertad. Me interesan las personas, pero no me esclavizo ni destruyo mi valía personal. ¿Qué doy a los demás si no me quiero a mí misma, ni me valoro? No se trata de prescindir de la gente, sino de acercarse a ella sin maltratar ni maltratarse. Sin ser servil, sin miedo, sin humillación, sin la carga de la dependencia”.
Fuente: Revista Caretas, 13 de diciembre de 2012
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