NOTA DE PRENSA (30 de enero de 2013)
PREOCUPANTE LA SITUACIÓN EN LA LAGUNA AZUL
En horas de la mañana 60 efectivos de la División de Operaciones Especiales (DINOES) llegaron a las inmediaciones del domicilio de la familia Chaupe, en el entorno del proyecto minero Conga, y procedieron a desmantelar el campamento de ronderos que brindaban protección a dicha familia.
La familia Chaupe, quienes se encuentran en litigio por sus tierras en contra de la empresa Yanacocha, ha sufrido ya agresiones físicas, destrucción de su propiedad, así como la muerte de sus animales a manos de personal policial y otras personas vinculadas al proyecto minero Conga. Consideramos que la integridad personal de Jaime Chaupe, Máxima Acuña de Chaupe y Daniel Chaupe Acuña, se encuentra en riesgo por la presencia del mencionado contingente policial.
Nos hemos dirigido al Ministro del Interior exigiendo nos envíe información sobre las razones a las que obedece el mencionado operativo policial, la persona a cargo y si los efectivos desplegados en la zona reciben algún tipo de asistencia económica por parte de Yanacocha. Al momento, todavía no obtenemos respuesta.
La familia Chaupe, quienes se encuentran en litigio por sus tierras en contra de la empresa Yanacocha, ha sufrido ya agresiones físicas, destrucción de su propiedad, así como la muerte de sus animales a manos de personal policial y otras personas vinculadas al proyecto minero Conga. Consideramos que la integridad personal de Jaime Chaupe, Máxima Acuña de Chaupe y Daniel Chaupe Acuña, se encuentra en riesgo por la presencia del mencionado contingente policial.
Nos hemos dirigido al Ministro del Interior exigiendo nos envíe información sobre las razones a las que obedece el mencionado operativo policial, la persona a cargo y si los efectivos desplegados en la zona reciben algún tipo de asistencia económica por parte de Yanacocha. Al momento, todavía no obtenemos respuesta.
-----------
Maxima Acuña, relato de los abuso de DINOES y Yanacocha - 30.Enero.2013
(Fuente: Blog Platraforma Interinstitucional Celendina y Mi Mina Corrupta)
-----------
Máxima Acuña y su familia viven hace 24 años en las inmediaciones de la Laguna Azul, una de las lagunas que Minas Conga convertirá en vertederos. La minera ha intentado desalojarla pero ella se resiste a dejar su tierra. Un colectivo de la sociedad civil la ha nombrado Mujer del Año 2012.
Texto: Óscar Miranda.
Fotografía: Miguel Mejía.
Fotografía: Miguel Mejía.
Las madrugadas en Tragadero Grande son implacables con los forasteros.
Insomne, salgo de la casa de doña Máxima Acuña (42) y me sumerjo en una
espesa neblina. Son las tres de la mañana y casi no se ve nada. La
cabaña está situada sobre los 4.600 metros de altitud, a tres horas en
combi de Cajamarca. La familia de doña Máxima duerme. Hay total
silencio. Al otro lado de la carretera, la Laguna Azul se intuye helada,
distante. A nuestra izquierda, en la punta del cerro Tragadero, duermen
en carpas los ronderos bautizados como los Guardianes de las Lagunas.
Al pie de ese cerro, dentro de un ómnibus, ronca media docena de
policías de la Dinoes contratados por Yanacocha como sus vigilantes
particulares. Curioso vecindario el que constituimos esta noche.
Policías, ronderos, campesinos... periodistas. Por lo demás, a varios
kilómetros a la redonda, en las inmediaciones de la laguna no hay nadie
más. Excepto los zorros.
Aparecen dos horas después, a las cinco de la mañana. Son tres, uno
grande y dos chicos. ‘Pastora’ los ha descubierto y trata de
ahuyentarlos a ladridos, despertando a todos. Don Jaime abre la puerta y
le grita a su perra: “¡chápalos! ¡chápalos!”. Por un segundo pienso que
son los policías de la Dinoes que vienen por nosotros. Los habíamos
encontrado la tarde anterior, cuando recién habíamos llegado y le
estábamos haciendo fotos a doña Máxima con el fondo de la Laguna Azul.
Llegaron en una camioneta, nos pidieron nuestros documentos y nos
dijeron que no podíamos fotografiar a la laguna. “Es propiedad privada”,
dijo el que iba al volante. El copiloto, vestido con uniforme de
reglamento, llevaba una pistola en el cinto. Nos dijeron que debíamos
irnos. Por supuesto, nos negamos. Decidimos quedarnos a pasar la noche
en casa de los Chaupe-Acuña. Durante el resto de la tarde, la camioneta
se estacionaba de tanto en tanto en la carretera y desde allí dirigía
sus faros hacia la cabaña, quizás tratando de intimidarnos. Así, una y
otra vez, hasta que nos fuimos a dormir.
Por eso, en este momento tonto, entre dormido y despierto, temo que
los Dinoes están viniendo a sacarnos. Pero no, son los zorros. ‘Pastora’
los termina de echar.
Ya va a salir el sol. Los animales del corral están agitados. La neblina se está yendo.
Golpes al caer la tarde
El incidente con los policías en la carretera no fue grato para doña Máxima.
La habíamos encontrado media hora antes en su cabaña, cosiendo un
vestidito blanco en su máquina de coser. Don Jaime escarmenaba la lana
de sus ovejas para, luego, convertirla en hilo. Doña Máxima estaba de
buen humor. Para las fotos, se subió a su yegua entre risas, quejándose
de que estaba toda despeinada, mientras su marido la fastidiaba con que
así andaba siempre. Todavía no creía que habíamos llegado hasta allí
para entrevistarla, debido a que un colectivo de ciudadanos de Lima –el
colectivo Nadie nos paga– la había nombrado Mujer del Año 2012.
Pero cuando, en la carretera, los Dinoes quisieron echarnos, algo se
revolvió en el interior de doña Máxima. Vinieron a su cabeza las
imágenes de agosto del año pasado, cuando la minera mandó desalojarlos.
Así que mientras los policías nos pedían a Miguel y a mí que nos
fuéramos, doña Máxima alzaba la voz, reclamando justicia, acusando...
llorando... recordando.
Recordando el 9 de agosto del 2011, cuando decenas de efectivos de
la Dinoes llegaron a las 6 de la mañana a su casa, los sacaron de las
camas a gritos y sin pedirles permiso les quitaron su ropa, sus
alimentos, sus escasos utensilios domésticos, y desarmaron su choza y la
quemaron. "Esto es de la mina", era lo único que repetían ante sus
reclamos.
Recordando el 10 de agosto, cuando los policías volvieron al caer la
tarde, muchos más, al menos medio centenar, trasladados por dos buses y
varias camionetas, acompañados de una retroexcavadora a la que un
ingeniero guiaba dentro de la propiedad de los Chaupe-Acuña: "Acá vas a
hacer cinco plataformas, acá una, acá la otra", decía, provocando que
Igilda, la hija de 18 años de doña Máxima, se arrodillara frente a la
máquina para impedirle avanzar.
Recordar las escenas siguientes hacen llorar a doña Máxima. Igilda,
arrastrada hacia la carretera por varios policías que le aplican
puñetazos y patadas. Doña Máxima, corriendo a socorrer a su hija y
siendo atrapada por cuatro efectivos que la golpean con sus varas en los
brazos y la espalda. Don Jaime, agarrando dos piedras y gritando que
suelten a su mujer y a su hija, y que recibe en respuesta disparos de
los Dinoes, que no le impactan pero que lo tumban de la impresión,
haciendo pensar a los suyos lo peor. Y Carlos Enrique, el hijo menor,
impotente ante el cuadro que tiene frente a sí, corriendo sin rumbo y
gritando a quien pudiera oírle que a su papá y a su mamá los están
matando.
De nada valió que los esposos dijeran que ellos eran dueños de esa tierra. Esa tarde los policías nunca escucharon.
Solo cuando don Jaime logró comunicarse con su hermano en Lima y
este avisó a los medios, los policías se retiraron. "Ya, ya, deja de
llorar", le dijo uno de ellos a doña Máxima, antes de largarse.
Donde los guardianes
Después del incidente con los policías, nos fuimos al cerro
Tragadero a conocer a los Guardianes de las Lagunas. Están allí desde
inicios de octubre, cuando se reiniciaron las protestas contra el
proyecto Conga. El 24 de noviembre, cientos de ellos, llegados de
Celendín y Bambamarca, celebraron en este lugar el aniversario del
inicio de su lucha. Ese día los Dinoes los rodearon y estuvo a punto de
desatarse un nuevo episodio de violencia. La tensión entre los ronderos y
los policías, separados por apenas cien metros, es cosa de todos los
días.
En la noche le compramos a doña Máxima una de sus gallinas y le
pedimos que la cocine. Mientras preparaba el caldo, me contó el origen
de la controversia con la minera. Ella y su esposo viven en la zona de
Tragadero Grande (distrito de Sorochuco, provincia de Celendín,
Cajamarca) hace 24 años. En 1994 le compraron el terreno, de 30
hectáreas, a uno de los tíos de don Jaime. Yanacocha dice que adquirió
la propiedad en 1997 a la comunidad campesina de Sorochuco. En teoría,
habría habido una doble venta. El año pasado, la minera denunció a los
esposos por usurpación agravada y hace poco, el 30 de octubre, un
juzgado de Celendín le dio la razón y condenó a la familia a tres años
de prisión suspendida y al pago de 200 soles de reparación civil. Sus
abogados dicen que han desconocido el certificado de posesión de los
Chaupe-Acuña y por esa razón han apelado.
El caldo resulta ideal para resistir la noche que se viene. Han
bajado los ronderos del cerro a compartir la cena; uno de ellos saca una
bolsa de coca; don Jaime ofrece una botella de cañazo que empieza a
circular. La camioneta de los Dinoes se ha detenido en la carretera y
desde allí nos ilumina, por enésima vez. Doña Máxima los mira con
rencor. "Que vengan otra vez, no les tengo miedo", dice. "Estoy
dispuesta a morir por mi tierra". Ese es el espíritu por el que un grupo
de gente en Lima la nombró Mujer del Año. Ese el valor. Esa la
rebeldía.
Fuente: Diario La Repùblica, domingo 30 de diciembre 2012.
0 comentarios:
Publicar un comentario