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"Cuando el ánimo está cargado de todo lo que aprendimos a través de nuestros sentidos, la palabra también se carga de esas materias. ¡Y como vibra!"
José María Arguedas

viernes, 7 de octubre de 2011

Opinión libre: VISIÓN DE UNIVERSIDAD Y CLAUSTRO PLENO



Por: César Enrique Chávez Aliaga [1]

El Claustro Pleno realizado hoy por la mañana en la Universidad Nacional de Cajamarca, ha constituido una verdadera apología a la insensatez, un panegírico a la carencia de sentido de  proporción, un monumento a la trivialidad, una muestra incontrastable de la orfandad de perspectiva amplia,  en fin, un testimonio elocuente e ingrato de la ausencia de una concepción de la  universidad y la dimensión de sus problemas.

¿Por qué esta opinión tan negativa del mecanismo más “democrático” que tiene nuestra universidad? Simple. Habría que recordar – en primera instancia – que la Universidad Nacional de Cajamarca ocupa un lugar denigrante en el Ranking de universidades peruanas. Luego, habría que recordar las opiniones, pedidos, reclamos, etc. que los miembros de la comunidad universitaria propusieron como principales puntos de agenda para ser tratados por la magna asamblea. Y es que, aunque parezca increíble, casi todas las intervenciones hablaron de necesidades tan superfluas, que cualquiera diría que quienes las proferían eran cualquier cosa, excepto miembros de una institución universitaria: “necesitamos cortinas para nuestras aulas”, “es urgente la construcción de un baño para el sindicato de docentes”, “las paredes de mi facultad no han sido pintadas desde que ingresé y ya estoy a punto de terminar mi carrera”, “es necesario que se amplíe el servicio de movilidad universitaria, considerándose una ruta a Baños del Inca”, etcétera, etcétera, etcétera. ¡Joder!

No entiendo. La Universidad Nacional de Cajamarca es prácticamente inexistente en lo que a producción científica se refiere, y, ¿nosotros estamos  preocupados por la adquisición de cortinas para nuestras aulas? Nuestros laboratorios y bibliotecas se ahogan en el océano de la obsolescencia, y, ¿nosotros clamamos porque se construya un baño? Los currícula no responden a un estudio científico de la realidad regional, y, ¿es una prioridad pintar las paredes de una facultad? Se me viene a la mente un poema de Vallejo: “Un hombre pasa con un pan al hombro/ ¿voy a escribir, después, sobre mi doble?”  Ese es el problema: ausencia del sentido de proporción. Incoherentes ganas de volar como aves de corral, cuando se podría volar como águilas o, por lo menos, pensar en hacerlo algún día. Ausencia de un propósito insigne, carencia de ese resorte misterioso que – como diría el maestro Ingenieros – nos hace poner la proa visionaria hacia una estrella y tender el ala hacia tal excelsitud inasible, afanoso de perfección y rebelde a la mediocridad: un ideal noble. 

En este sentido, la concepción de universidad que tenemos y el ideal de universidad que queremos, son fundamentales para llevar una buena propuesta al Claustro Pleno. Las propuestas hechas en el Claustro Pleno, son reflejo de la universidad que soñamos con construir. Por eso mi indignación, porque la pobreza de nuestra realidad universitaria parece haber desarrollado metástasis comprometiendo nuestra capacidad de soñar y luchar por nuestros sueños. ¿Qué universidad ambiciona aquel que cree que en un Claustro Pleno debe decidirse comprar cortinas? ¿En qué lugar de la lista de prioridades de la UNC debe ubicarse a la investigación y la academia? Concepción de universidad, amplia perspectiva, independencia de criterio, nobles ideales: he ahí la fórmula para un Claustro Pleno de verdad; porque podemos tener el Reglamento de Claustro Pleno más participativo y democrático del mundo, pero de nada servirá si no tenemos estos ingredientes. Sin ellos, un Claustro Pleno podrá ser la reunión más democrática y participativa, pero también será la más estéril, infructuosa e inútil, por ocuparse de trivialidades.

Bien pues, el Claustro Pleno de hoy ha sido suspendido hasta el día martes, después de una retahíla de golpes de pecho, acusaciones, solicitudes y reclamos; unos importantes y otros tan banales que causaban indignación. Y claro, el que no podía ocultar su satisfacción era el Rector. Y es que, escuchar una serie enorme de querellas, acusaciones y pedidos fatuos, resulta mucho más cómodo que recibir críticas a su inoperancia o analizar propuestas en torno a temas verdaderamente relevantes de los que, al parecer, el Rector no tiene la menor idea. Tal vez tenemos  el Rector que nos merecemos: una autoridad ineficiente, a la medida de una comunidad universitaria in-exigente.

Pero bueno, abandonando mi mala costumbre de “hacer hígado” por casi todo e intentando rescatar un poquito de esperanza; en las líneas que siguen, intentaremos delinear algunas cuestiones generales que podrían desembocar en propuestas serias  a tomarse en cuenta en la continuación del Claustro Pleno del martes. Obviamente, lo primero será abandonar nuestra visión inmediatista, que para el caso, no hace más que ponernos una venda en los ojos y recorta nuestro panorama.

La universidad es (debe ser), ante todo, centro de investigación. Esto implica la obligación de organizar la investigación en función de los requerimientos del país y la región, pensando en su desarrollo y su transformación estructural; implica también incentivar y controlar la investigación individual de los integrantes de la comunidad universitaria. Además, esto no será realizable si no se toman medidas de otro orden como:

-Destinar por lo menos el 30% del presupuesto a la investigación organizada de docentes y estudiantes.

-Que la titulación en las diferentes carreras profesionales sea previa culminación de un trabajo de investigación verdadero, asignado, administrado y evaluado por la universidad, del conjunto diverso de proyectos catalogados en función de los objetivos de la institución y los planes de desarrollo regional y nacional, y que el estudiante deberá cumplir durante un periodo de cuando menos dos años de los estudios profesionales.

-Reforma curricular que implique la incorporación de cursos de investigación durante toda la carrera profesional.

-Implementación de Cátedras Libres en distintas ramas relacionadas con la investigación (filosofía de la ciencia, por ejemplo), en el marco del Art. 176° del Estatuto y los Artículos 290° al 297° del Reglamento General de nuestra universidad.

La universidad debe formar profesionales bien preparados. La formación profesional debe tener en cuenta las necesidades del país y la región. Una buena formación requiere muchas condiciones, no obstante puede tenerse en cuenta lo siguiente:

-Modernización de los métodos de enseñanza – aprendizaje, reemplazando el cansancio y la pasividad de la cátedra tradicional por la libertad y el dinamismo.

-Modernización de los métodos de evaluación. Se hace urgente un Reglamento de Evaluación, que termine con las malas prácticas evaluativas y la “atelia evaluativa”.

-Reforma curricular seria, basada en un estudio científico de la realidad regional y a través de Jornadas Curriculares en las que participen alumnos, docentes, colegios profesionales y sector empresarial. Nunca más, reformas curriculares desde un escritorio y de espaldas a la realidad.

-Terminar con las “invitaciones” de docentes por compadrazgo. Se invita a docentes sin más mérito que ser amigo de las autoridades. La invitación ha sido tergiversada escandalosamente. Si hay invitaciones, éstas tienen que ser a grandes personalidades académicas.

La universidad necesita proyectarse a la sociedad. Llevando sus logros, sus hallazgos, sus soluciones y recogiendo al mismo tiempo las expectativas, interrogantes y planteamientos de la sociedad. En nuestra universidad lamentablemente, la proyección social vive negándose a despertar del letargo burocrático, incapaz de generar verdaderos proyectos integrales que la vinculen con la sociedad. Que la investigación que se realiza en la universidad, sirva al desarrollo social. Que la universidad corresponda a la sociedad que la creó.

La autoridad en la universidad debe ejercerse con responsabilidad, con moral y con un alto sentido de la participación. A veces somos tentados a pensar que la universidad está siendo convertida en “botín de los audaces” o que las autoridades no responden a las necesidades institucionales. Urge la devolución de confianza y construcción de gobernabilidad. Para ello, podría tenerse en cuenta:

-Institucionalización del Claustro Pleno, no sólo a nivel de Consejo Universitario, sino también a nivel de Asamblea Universitaria, Escuela de Post Grado y Consejos de Facultad, como parte de un proceso de construcción de una democracia verdaderamente participativa y transparente.

-Auditoría económica y financiera, para evidenciar problemas de corrupción y sancionar a los responsables.

Sin duda alguna, muchos temas habrán quedado sin tratarse. La intención de estas líneas, sin embargo, no es ser una propuesta para el Claustro Pleno, sino poner en evidencia la necesidad de tener en cuenta los fines de la universidad y el tipo de universidad que queremos construir, antes de formular una propuesta en el Claustro Pleno, para evitar perdernos en temas que por su particularidad no pueden ser objeto de una decisión o acuerdo referido a una política institucional general. Para tratar estos problemas también habrá tiempo. Lo que ahora corresponde es priorizar. No olvidemos lo que dice la Santa Biblia, el libro de las edades, “…el corazón sabio discierne el tiempo oportuno y el proceder.  Porque para cada asunto hay un tiempo y un proceder…” (Eclesiastés 8: 5 y 6).

[1] Estudiante de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas – UNC
Miembro del Colectivo Universitario DIGNIDAD
Ex – Secretario General de la Federación Universitaria de Cajamarca

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