Por:
Tito Zegarra Marín
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Del 8 al 12 de agosto, en compañía del antropólogo y docente de la UNC José Rodríguez Villa y del investigador
social Lewis Taylor (Inglaterra), volví a visitar algunos de esos recursos maravillosos con que cuenta la tierra de los
chachapoya: Kuélap, el Museo Leymebamba, la catarata Gocta y,
de paso, los sitios históricos de Macro
y La Pitaya.
Que
grato y reconfortante comprobar, año a año, que autoridades y comunidad en general
valoran de verdad sus recursos: los protegen y conservan, mejoran sus servicios
y los promocionan interna y
externamente. Por ello la gran movilidad y el crecimiento constante del turismo
a esos lugares. Sonia Guillén, Directora del Centro Mallqui (Museo Leymebamba)
nos informó que para este año tenían previsto llegar a los 12 mil visitantes y
que a Kuélap llegarían alrededor de 25 mil turistas.
Estimamos
que entre el 15 y 20 % de esos visitantes pasan por la ciudad de Celendín, sobre todo en los meses de temporada seca
(mayo a octubre). Sin ser mucho, creo que es muy importante y debemos tenerlo muy
en cuenta para aprovecharlo ventajosamente, lo que quiere decir que sin pérdida
de tiempo y decididamente debemos y reimpulsar al Circuito Turístico del Norte (CTN) al que estamos inmersos.
Celendín
no solo debe ser ciudad de paso en esa gran ruta turística. Hay que hacer algo y pronto para superar esa situación. Lo más
inmediato es integrándonos activamente a ese circuito y ofreciendo a esos cientos de turistas que llegan a
nuestra ciudad la posibilidad de visitar, conocer y disfrutar de nuestros
recursos igualmente atractivos y valiosos. No olvidemos que el turismo es fuente importante de ingresos a favor de
familias, comunidades y ciudades que
alientan esa actividad. Después de la minería es la segunda fuente de ingresos
a nivel nacional.
En ese
objetivo, ya contamos con algunos
avances: la carretera a Chachapoyas está
en buenas condiciones y ojalá se continúe manteniéndola (sólo seis horas nos separan), dos empresas de transporte
de pasajeros brindan diariamente buen servicio, también combis y taxis particulares, y se han
incrementado los servicios de hotelería y restaurantes. Pero, como siempre lo
recalcamos, hay algo que falta y es
urgente hacerlo, se trata de lo siguiente: 1) Poner en valor nuestros recursos
de atracción turística, que implica: rescatarlos, conservarlos y hacerlos
accesibles. 2) Mejorar vías de acceso y servicios básicos: carreteras y
caminos, movilidad, alojamiento y alimentación. 3) Crear una oficina pública
provincial de turismo (dependiente de la Región o Municipalidad) y 4)
Promocionar con fuerza a nuestros recursos históricos, paisajistas,
costumbristas, artesanales y otros.
Entre
esos recursos atractivos y de interés
para turistas sobre los cuales debemos actuar, destacamos a cuatro entre los
más inmediatos y de importancia: 1) El valle de Llanguat y sus aguas termales,
2) El sitio arqueológico La Chocta en Oxamarca, 3) La catarata El Cornelio en
el distrito de Huasmín y 4) El sitio arqueológico La Lechuga en el distrito de
Sucre. Para cada uno de ellos solo se
requiere de un día como máximo para visitarlos, pero hay que hacer algunas
acciones previas como se ha indicado, sin demoras y sin pensar en lo poco o mucho que costaría ponerlos en
valor. Cuando ello suceda, veremos
realmente una nueva dinámica
social y mejoras en la economía de cientos de familias que tanto lo necesitan.
Por ello, es bueno formar parte de la ruta turística a la tierra de los chachapoya, pero sería mejor si nos convertimos en un eslabón atrayente, ofertante e integrador de ese circuito. Sumémonos de verdad a él, no importa como complemento menor, pues al otro lado del Marañón siempre nos estará esperando la imponente fortaleza de Kuélap (Luya), la recién publicitada y espectacular catarata de Gocta de 771 m de caída del agua, en Cocachimba (Bongará), el Museo Leymebamba como expresión fáctica de la cultura Chachapoyas con sus 219 fardos funerarios, la misteriosa laguna Los Cóndores o Las Momias según F. Kauffmann, los sarcófagos de Karajía en Lámud (Luya) y la ciudadela Inca de Cochabamba en Chuquibama (Chachapoyas), entre tantos.
Al
retornar, sentimos mucha alegría cuando
vimos que ciclistas extranjeros remontaban el cerro Jelig con dirección a la
región amazónica o que las unidades de transportes pasaban repletas de
pasajeros y turistas. En sentido contrario, al mirar los cerros extendidos por el distrito de Huasmín pensé en la bella catarata El Cornelio, tan
recordada al divisar absorto esa gran
chorrera y su entorno límpido y montañoso de
Gocta. Ojalá algún rato, también cientos de personas la visten.
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