Vistas de página en total

"Cuando el ánimo está cargado de todo lo que aprendimos a través de nuestros sentidos, la palabra también se carga de esas materias. ¡Y como vibra!"
José María Arguedas

jueves, 16 de junio de 2011

Opinión libre: PUNTA GRANDE EN EL DISTRITO DE JORGE CHÁVEZ


 Por Tito Zegarra Marín

Distrito Jorge Chávez (Celendín)
Pasada la fiesta tradicional de San Isidro Labrador, patrono espiritual del distrito de Sucre, Moisés Rojas y amigos, me pidieron los acompañe en una visita de campo hacia el sitio El Criollo (distrito Jorge Chávez, Celendín). Gustoso acepté y la programamos para el jueves 19 de mayo. Buen tiempo se anunciaba y mejor la disposición del grupo: Moisés Rojas Aliaga, Gonzalo Mujica Muñoz, Edison Mendoza Morales, Walter Machuca, Idelso Zegarra, Elisa Horna Sánchez (única dama) y el suscrito.

El Criollo es un colorido y apacible paraje campestre ubicado sobre un corto desnivel de las ramificaciones andinas al extenderse a los ríos Cantange y Marañón, mayormente accidentado, con pocas tierras cultivadas, sin agua y contadas viviendas, lo cual me hizo pensar en tantos lugares y comunidades visitados con similares características de precariedad y abandono. Dentro de esos terrenos, sabíamos de la existencia de una importante mina o veta de yeso a la que nuestros maestros de escuela nos llevaban para agenciarnos de ese material y  utilizarlo en  trabajos manuales. También hicimos memoria de las ricas chirimoyas que de allí procedían.

Partimos a las 8:30 am de la localidad de Jorge Chávez, donde nos proveímos de parte del refrigerio. A pocos minutos, les expliqué que estábamos atravesando por el abra de menos altura (2560 msnm) que se tiene en la provincia para descender hacia la cuenca del Marañón, por el que también pasaba el antiguo camino que descendía al pequeño valle La Atuyunga, bordeaba el río Cantange y la pampa de Combayo hasta llegar a Huanabamba, uno de los puntos de conexión con los pueblos orientales. Ese camino fue utilizado con regularidad hasta 1965, en que el puente colgante fue arrasado por las caudalosas aguas del Marañón; a la vez, se construyó la carretera Balzas - Púsac.

Pronto nos sorprendió la calidez de un nuevo clima, agradable y soportable, y no tan lejos, divisamos los azulados contrafuertes andinos de la cordillera central, donde se asentaron y desarrollaron los antiguos pueblos de los chachapoya. Seguimos caminando y fue difícil ubicar la veta de yeso que al parecer ya no se explota, vimos más bien, algunas tierras cultivadas en la parte baja y en mayor cantidad en La Atuyunga y La Morada, pequeños valles adyacentes  a ambos lados de El Criollo, a donde (una hora promedio) llegamos sosegados y contentos, registrando muchas vistas y embebidos por la belleza y tersura del paisaje.

Desde allí contemplamos la elevada colina que ya la habíamos advertido a través del recorrido, y avanzando un poco más nos pareció estar al pie, de ese espléndido cerro casi solitario  al borde del Marañón, conocido como “Punta Grande”, porque siendo inmenso da la impresión de terminar en punta. En ese instante un gran deseo invadió mi cabeza: llegar a la cima  y observar límpidamente el recorrido del Marañón y visualizar el legendario camino (Cápac Ñan) que se desplazaba desde J. Chávez hasta Huanabamba. Lo miramos detenidamente y no dudamos en escalarlo.

La  pendiente era algo extensa, de relativa verticalidad, terreno áspero, raleada vegetación y  carente de huellas peatonales; pero no nos amilanó. Los amigos jóvenes ascendieron a paso firme, confiados en remontarla en poco tiempo. Con Idelso, Cecilio y Elisa trepamos con cautela, paso a paso, haciendo descansos obligados y ciertamente cada vez más agotados. Cecilio, poco entrenado en esta clase de caminatas, dijo: “hasta aquí no más”, y prometió que en ese desolado lugar nos esperaría. Para continuar mucho influyeron mi firme deseo de llegar arriba y la admirable fortaleza para caminar  de Elisa. Mientras tanto los otros amigos ya habían llegado.

Después de casi 5 horas, cumplimos  nuestra meta, estábamos en la cúspide. Moisés salió a nuestro encuentro, nos felicitó y  dio la bienvenida. Estar en la punta de esa gruesa elevación era sencillamente espectacular,  parecíamos suspendidos en un inmenso atalaya rodeados de un panorama deslumbrante e infinito,  y bajo nuestros pies, al fondo de la cadena de  montañas, el mítico e imponente río Marañón (Jatumayo) deslizándose reposado, muy juntito a la carretera, ondulado al recibir al río Cantange. Una verdadera “serpiente de oro”, al decir de Ciro Alegría.

La cima es una pequeña planicie  cubierta de ichu y, como había presumido, con restos de viviendas y cerámica preincas, un tanto toscas y rústicas, lo cual significa que pequeños grupos étnicos la poblaron, al parecer  vinculados a La Chocta.  Edinson, cumplió con el rito de agradecimiento a la tierra, la Mamapacha, le ofrendó coca y chicha de jora e hicimos un salud por su conservación y porque siempre nos albergue. Por un rato más disfrutamos de ese panorama excelso: el verde valle de Púsac, las carreteras zigzagueantes hacia Chuquibamba, Uchucmarca, Longotea, Bolívar; la extensa pampa de Combayo a un extremo del Cantange, el pintoresco pueblo de Utco y su fructífero valle del Jacapa, entre otros.

Sabía que el retorno (por mis incansables andanzas) no sería fácil, y en efecto fue duro y agotador, porque las bajadas pronunciadas y largas siempre hacen tambalear las rodillas. Como no teníamos prisa descendimos pausadamente, dándonos seguridad, sedientos de agua y prácticamente haciendo camino. Cuando estuvimos en el sitio donde se quedó Cecilio, éste ya no estaba, lo llamé varias veces, y nos asaltó  el caso del universitario Ciro Castillo, en el Colca. En la parte llana nos esperaban  los amigos en pleno descanso, Gonzalo que ágilmente había trepado a una frondosa planta de níspero, nos invitó esos agradables y rehidratantes frutos.

La tarde caía, estábamos cerca del lugar de partida con alrededor de 9 horas de caminata, y al promediar las 17:30 llegamos a la plazuela de J. Chávez, Cecilio nos esperaba, degustamos algo y brindamos por la linda aventura y por haber conocido y amado un poco más a nuestra madre naturaleza. Les prometí acompañarlos  el próximo año.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Chungo y batán Copyright © 2011 | Template created by O Pregador | Powered by Blogger