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"Cuando el ánimo está cargado de todo lo que aprendimos a través de nuestros sentidos, la palabra también se carga de esas materias. ¡Y como vibra!"
José María Arguedas

martes, 10 de mayo de 2011

Opinión libre: Irresponsabilidad frente a transgénicos

Por: Manuel Luque Casanave*

El reglamento de bioseguridad pone a nuestro país en peligro de perder la ventaja comparativa y competitiva que representa contar con una de las mayores riquezas biodiversas del planeta. En un mundo que valora lo orgánico, debemos reflexionar frente a este irresponsable reglamento que abre las puertas a organismos genéticamente modificados (OGM) o transgénicos, que son causa de alergias, resistencia a los antibióticos, afectación al sistema inmunológico, riesgo de mutaciones genéticas, potencial daño a los riñones y al hígado, como se ha comprobado en México con algunas variedades de maíz genéticamente modificado.
La incorporación de transgénicos compromete la seguridad alimentaria al generarse una dependencia económica continua de las semillas transgénicas.

En cada campaña de siembra, el agricultor tendrá que comprarlas, pues las patentes impedirán que el agricultor las use para la siguiente siembra; la empresa transnacional propietaria de la semilla podría acudir a los tribunales internacionales para hacer valer sus derechos de propiedad intelectual y demandar a los agricultores nacionales.

Dentro del alcance del reglamento nuestros recursos autóctonos pueden ser modificados genéticamente y después patentados, luego las empresas propietarias nos los venderán como semillas transgénicas al amparo de la propiedad intelectual. Ello supondrá la pérdida de variedades de plantas, al privilegiar el cultivo de solo unas pocas con alta productividad y verse desplazadas nuestras variedades autóctonas.

Las semillas transgénicas generarán contaminación genética, poniendo en riesgo nuestro patrimonio genético, por la polinización cruzada de OGM de cultivos adyacentes vía el viento, insectos, aves y otros vectores polinizadores, como también los cultivos orgánicos de exportación, generalmente de comunidades campesinas y pequeños agricultores.

Frente a la arremetida de los transgénicos debemos implementar bancos genéticos para ir patentando nuestros recursos genéticos (excipientes y germoplasmas) para no perder las oportunidades que ofrece el mercado mundial a lo natural, evitando al mismo tiempo la biopiratería a partir de nuestra biodiversidad.
Nuestra gastronomía está en riesgo: las variedades transgénicas de limón, maíz, ají y cebolla, tomate alterarán los sabores de nuestros platos de bandera.

No podemos ni debemos ceder a los lobbies de las grandes transnacionales que intentan dominar el mercado alimentario del mundo. 

Nuestro país no es uno cualquiera y, por ello, apetecible por las empresas que quieren ingresar y lograr patentes transgénicas a partir de nuestra megadiversidad. La experiencia demuestra que las semillas modificadas genéticamente tienden a desplazar y eliminar en el campo a las semillas naturales por polinización cruzada.

Nuestra seguridad alimentaria está en juego por la dependencia de nuestra agricultura a las semillas transgénicas, dependencia que ahondaría las condiciones de pobreza de nuestra población rural. 

El presidente García no puede dejar esta bomba de tiempo al próximo gobierno, tiene la enorme responsabilidad de rechazar y dejar sin efecto el reglamento por el incalculable e irreversible daño económico, social y ambiental que ocasionaría a nuestro país.

(*) Ingeniero

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