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"Cuando el ánimo está cargado de todo lo que aprendimos a través de nuestros sentidos, la palabra también se carga de esas materias. ¡Y como vibra!"
José María Arguedas

viernes, 1 de abril de 2011

Opinión libre: Días de Reflexión

 Por Cecilia Blume

A días de las elecciones, las encuestas alegran a unos y preocupan a otros. Todos, sin excepción, quieren matar al mensajero. Incluso los que aparentemente van arriba, pues nunca estamos de acuerdo con el resultado. La paradoja es que todos los candidatos salvo Humala plantean lo mismo.

Por su parte, Humala, a pesar de estar en las antípodas del pensamiento del resto, se ha dedicado a parecer mesurado y a ‘estar de acuerdo’ con el modelo económico que ha hecho crecer el país, al menos en su discurso: en CADE aseguró que el crecimiento del país se continuaría sobre la base de la inversión pública y privada, nacional y también extranjera, aunque con algunas modificaciones en la tributación minera. Ello nos lleva a verificar que (i) Humala solo sube si se parece al resto y que (ii) nadie lee los planes de gobierno ni escucha a los candidatos al Congreso; de otra forma, se darían cuenta de que Humala no puede ser lo que dice ser, salvo que haya buscado opositores para integrar su lista congresal. Como sabemos, eso no es verdad.

Como bien dice Fritz Du Bois, los peruanos, al igual que los franceses, votamos en la primera vuelta con el corazón y en la segunda con la razón. ¿Qué es lo que determina ese ‘voto de corazón’?

El modelo económico de los últimos 20 años ha logrado, a través de mucho esfuerzo, reducir la pobreza significativamente a partir de un país que crece sostenidamente. Aunque ha vuelto menos pobres a algunos, también ha hecho más ricos a otros. No hay otra forma de hacerlo y la desigualdad existe incluso en aquellos países que más tienen y más crecen. Entonces, ¿qué nos falta para que más peruanos crean en el modelo económico que nos está llevando, a la mayoría, a una vida mejor?

El problema es que, aun con los avances, existen grandes diferencias que se hacen más visibles y perceptibles. Quienes menos tienen no quieren esperar: las comunicaciones han hecho que la urgencia para alcanzar las mejoras esperadas sea mayor.

Así, incluso quienes reconocemos que el modelo económico es el correcto y el único camino para reducir la pobreza de forma sostenible debemos aceptar que no basta con avanzar; hace falta acelerar el proceso. Para eso, hay dos actores claves: el Estado y el empresariado. Y dos actividades que ambos deben realizar: compartir y comunicar.

(*) CB Consulting S.A.C.
Fuente: Diario El Comercio Martes 29 de marzo 2011.

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