Por
Nelson Manrique
La República / 12/10/2010
El
premio Nobel de Mario Vargas Llosa llega, desde el punto de vista de su
relación con el Perú, en el mejor momento, aunque todos consideren que demoró
demasiado, si se atiende a sus indiscutibles méritos literarios.
MVLl
ha tenido una relación conflictiva con el Perú que no se remonta a los intentos
de la dictadura de Fujimori de despojarlo de la ciudadanía. Alguna vez declaró
que varias veces había intentado desentenderse del Perú pero que le había sido
imposible. En cierta manera, se podría decir que lo inverso fue también verdad;
él constituyó siempre para el Perú una especie de presencia incómoda no solo
para la izquierda sino también para la derecha, a la que no pinta precisamente
con los mejores colores en El pez en el agua, el libro que recoge sus
experiencias como candidato presidencial en las elecciones de 1990. Un problema
de partida en esa campaña electoral radicaba en que AP y el PPC, sus aliados en
el Fredemo, constituían la más cabal representación de la “derecha tradicional”
a la que él descalificaba en cada uno de sus discursos presidenciales.
Pero
la desilusión de MVLl tuvo causas más profundas, de aquellas que comprometen la
fe en las personas. Es arquetípico el caso de su paisano Enrique Chirinos:
inicialmente un entusiasta adherente de su candidatura y un feroz detractor de
su rival, Fujimori, que luego se convirtió en un fujimorista furibundo en cuanto
este ganó las elecciones, una experiencia común a muchos otros integrantes de
esa derecha en la que MVLl había confiado. La caricatura literaria plasmada en
el personaje de Henry Chirinos, “el constitucionalista beodo” de La fiesta del
Chivo, constituye la más cabal representación de la impresión que le dejó
encabezar una cruzada con lo que él creyó era una derecha moderna, democrática
y liberal.
La
relación entre MVLl y el Perú ha sido accidentada y pasionalmente ambivalente:
una suerte de amor-odio generosamente correspondido desde su temprana
afiliación izquierdista, cuando radicando en París, a mediados de los 60,
promovió una carta de solidaridad internacional con los guerrilleros del MIR y
el ELN que se alzaron en la selva peruana, pasando por su ruptura con la
revolución cubana –luego del caso Padilla– y su posterior abandono de esta
causa (todavía a comienzos de los años 70 escribía: “aprieto los dientes y digo
socialismo”), para arribar al liberalismo social y económico que se convirtió
en la nueva divisa a la que se afilió con la misma pasión vital con la que
siempre abraza sus compromisos políticos e intelectuales. Me pregunto si, de
ser MVLl limeño y no arequipeño, lo tendríamos con esa vena apasionada que
siempre pone en opciones, sean cuales estas sean. Por eso es conmovedora la
frase con la que ha definido su relación con su país: “Soy Perú”.
Aquietadas
las pasiones sobrevino el tiempo de la reconciliación. Antes del Nobel, MVLl ha
recibido todos (o casi todos) los homenajes que se le podían conceder en el
Perú. Me enorgullece especialmente que mi universidad, la Católica, le otorgara
un doctorado honoris causa que lo convirtió en miembro de nuestro claustro.
Signo de los tiempos: que él visitara San Marcos hace años fue noticia, que lo
hiciera ahora no tendría nada de llamativo, y es de alegrarse de que así sea.
Aparte
del placer y del enriquecimiento personal que me han brindado sus libros (me
sumo a los rankings anotando como mis favoritos Conversación en La Catedral y
La guerra del fin del mundo) hace tiempo MVLl me brindó la gran lección de que
la calidad literaria no tiene relación con las opciones políticas. Me enseñó
asimismo a matizar mi visión de la derecha, reconociendo su admirable defensa
de los DDHH y su oposición a las dictaduras, sin que comparta otras posiciones
suyas, como la defensa de la invasión de EEUU a Irak, o un liberalismo
económico indiscriminado, del que el propio gobierno USA ha tomado distancia al
enfrentar la crisis mundial con un programa de nacionalizaciones que Lenin
habría envidiado.
Luego
de las deudas acumuladas que le tenemos, nos queda añadir el agradecimiento a
MVLl por este Nobel que nos enorgullece a todos.
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