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"Cuando el ánimo está cargado de todo lo que aprendimos a través de nuestros sentidos, la palabra también se carga de esas materias. ¡Y como vibra!"
José María Arguedas

miércoles, 26 de mayo de 2010

Opinión Libre: REFLEXIONES A RAÍZ DE LAS ELECCIONES MUNICIPALES (*)


Por Tito Zegarra Marín

Escribo estas líneas con una mezcla de tristeza y rabia al saber que nuestra revista se vende y lee cada vez menos y no me consuela saber que en el país también se lee muy poco. Mientras que en Chile los estudiantes secundarios leen 9 libros al año, en el país se lee 0.5; y dudo que nuestros jóvenes profesionales lean un libro al año. Así están las cosas y por cierto que existen causas para que ello ocurra.
Nuestra población es básicamente rural (75%) y pobre (63%). Ser poblador rural no tiene nada de malo, lo malo es vivir en condiciones precarias: sin ingresos estables ni servicios básicos: agua, luz, desagüe. Pero lo más grave es vivir en condiciones de pobreza y pobreza extrema, lo que significa carencias clamorosas en alimentación, salud y educación. Y eso es lo que mayoritariamente sucede en nuestra área rural, aunque también, pero en menor medida en nuestros pequeños centros urbanos.
En relación con ello nuestra población no da muestras de crecimiento, o si la da, es mínimamente y hay distritos en que el crecimiento es negativo, Sucre anda por allí. Las causas son obvias y tienen que ver con lo señalado en el párrafo anterior, lo que también conlleva a una ausencia casi total de fuentes de trabajo sostenibles.
Por ello, año a año, cientos de sus jóvenes y tras ellos sus familias emigran de su terruño, en los hechos, son expulsados sistemáticamente de sus lugares de origen, sin poder hacer nada para evitarlo. Sin duda que algunos se quedan y necesariamente tienen que coparticipar de quehaceres diversos con familias que vienen del interior del distrito o provincia, en su caso.
Esos grupos de jóvenes, en su mayoría no bien formados educativa ni socialmente, con trabajos esporádicos o sin él, viven ligados a esa práctica generalizada de chacchar la hoja de coca, casi excluidos del sistema sociopolítico y muy cerca de realizar acciones que afecten la vida comunitaria. Situación a la que, en mucho, son llevados o empujados por una realidad desigual e injusta, cuyo trasfondo tiene que ver con el modelo neoliberal que se aplica a rajatabla en el país.
Pero hay algo más terrible que cala en nuestra niñez y juventud, me refiero a esa lacra de la corrupción que hoy corroe las altas esferas del gobierno y se extiende inevitable por otros sectores del interior: el robo, la coima, comisiones están a la orden del día. Y ese es el espejo para estos pobladores (niños jóvenes y adultos, del campo y la ciudad), al cual deben mirar y por qué no, aprender de ello.
Dentro de ese contexto, las elecciones municipales no garantizan un proceso como para elegir a los mejores (que son pocos) e instaurar una eficiente y transparente gestión municipal. De allí, los inocultables fracasos que se observa en casi todas las municipalidades.
Las elecciones municipales se han convertido en una suerte de carrera desesperada con el objetivo de llegar, a como dé lugar, a esa apetecible institución donde son muchas las prebendas y más cosas de las que hay que aprovechar. Cómo se extraña aquellos tiempos en que los alcaldes, regidores y demás, no percibían sueldos, dietas, viáticos y ni otras gollerías. Solo estaba de por medio el cariño y entrega de trabajo para con sus pueblos.
En los últimos tiempos a las Municipalidades se les ve como fácil refugio para ganar un sueldo (llámese dietas u otros) y una especial y casi no repetible oportunidad de la que hay que hacer uso, ante lo cual poco importa que la mayoría de candidatos (de ayer y hoy) muestren improvisación, desconocimiento y mínimas condiciones para representarlo y gobernar.
Por ello, la amplia y accesible cancha electoral se llena fácilmente de candidatos y listas, aunque casi todas bajo arreglos y arañones para arrimarse y ubicarse de lo mejor a partidos y grupos políticos. A lo que hay que añadir los gruesos bolsones de ciudadanos votantes del área rural fácilmente influenciables y manipulables, que son los que en definitiva deciden el resultado de las elecciones, decisión que obviamente no es la mejor.
Exponiéndome a muchas críticas debo señalar que me apena decir que seguiremos en lo mismo y casi nada nuevo espero de la lid electoral municipal del mes de octubre. Creo que son muy pocos los candidatos que a mi concepto reúnen capacidad, vocación de servicio, visión para el desarrollo y sobre todo HONESTIDAD, como para llegar al mando municipal.
Dentro de esos pocos, debo fijar mi apoyo moral a dos de ellos: Secundino Silva en Sucre y Coco Urquía en Celendín, apoyo que solo obedece a criterios de conciencia y al convencimiento (espero no equivocarme) que en ellos, por sus ideas progresistas, se cifran justificadas esperanzas para cambiar en algo el destino de nuestros pueblos.

(*) Fuente revista El Labrador / Edición XIX / Mayo 2010.

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