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"Cuando el ánimo está cargado de todo lo que aprendimos a través de nuestros sentidos, la palabra también se carga de esas materias. ¡Y como vibra!"
José María Arguedas

jueves, 5 de septiembre de 2013

Cajamarca, un drama romántico



UNA REGIÓN IMPREDECIBLE 

Por: Fernando Vivas Periodista 

El sendero discurre entre cerros reforestados con pinos queme tele transportan al hemisferio norte. En cada curva hay carteles de madera con salmos y citas bíblicas que subrayan que Dios recibe con los brazos abiertos a quien siembra la buena semilla para el mañana. Al final del sendero, la comunidad campesina de Porcón está reunida en el templo. Es sábado, día de fiesta evangélica, pero las tiendas están abiertas para el turismo, al igual que el zoológico con cóndores, otorongos y osos de  anteojos. Compro los célebres hongos que son la metáfora del éxito local, pues no fueron sembrados como sí lo fueron los árboles a cuya sombra crecen. Recuerdo los carteles en el sendero: la bienaventuranza no está solo en planificar sino en sembrar con buena fe. Le comento a mi compañero de viaje que esta comunidad campesina necesitó una religión distinta a la católica para prosperar. “¿Y el catolicismo qué les ha dado?”, me replica. “Al padre Marco Arana”, bromeo.


La broma tiene dos antecedentes, uno trágico, otro místico y romántico. La tragedia comenzó cuando Atahualpa fue ejecutado tras tirar al suelo la Biblia que le dio el fraile Vicente de Valverde, donde hoy queda el centro de Cajamarca.

Ese violento arribo del catolicismo, jamás procesado por sus descendientes, difícilmente podría devenir, a través de los siglos, en una fe que convoque sin fisuras al pueblo cajamarquino. El catolicismo devino en iglesia oficial, mayoritaria y respetable, pero poco ha podido hacer por conciliar en los conflictos provocados por la explotación minera. Y también devino –aquí entra a tallar lo místico y romántico– en una nueva religión verde que llega a plantear que se prohíba la minería por ser irremediablemente destructiva del ambiente. Un radicalismo verde que descree de compensaciones, tecnología que mitigue el daño ecológico, regulaciones firmes. El ex sacerdote Arana es exponente de esa fe tan nueva como la Iglesia Evangélica de Cristo en Porcón. Y su compañera de ruta es Rocío Silva Santisteban, presidenta de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos (CNDH), quien ayer, en entrevista en “La República”, confirmó su relación de pareja. Rocío es hija de Fernando Silva Santisteban, quien fue un connotado antropólogo e historiador cajamarquino de proyección nacional. Juan Luis Ossio, autor de una tesis sobre la sociedad cajamarquina, me comentaba que unvisible efecto de la minería ha sido el desplazamiento de la élite local con prestigio intelectual. Mi amiga Rocío tiene una personalidad fuerte e independiente de nociones de casta, pero no puedo dejar de ver en su romance con Arana el abrazo de dos desplazados del oro que plantean otra fe y otra vía para la región.

El desenlace del drama romántico cajamarquino es imposible de pronosticar. Yanacocha se estableció con unas relaciones públicas tan malas como las del fraile Valverde, de modo que le costará muchísimo conciliar su proyecto Conga. El presidente regional, Gregorio Santos, líder antiminero por encima de Arana, podría tentar una aventura nacional y dejar terreno libre al ex ministro fujimorista Absalón Vásquez, quien, tal vez, se mostrará verde en la campaña, para ganar y luego conciliar con los mineros. Mientras, la evangélica granja Porcón, vecina de Newmont Yanacocha, seguirá progresando y elevando salmos al cielo, con una armonía que solo podría perturbar el hallazgo de un atisbo de mercurio en sus pródigos hongos.

Fuente: El Comercio, martes 3 de setiembre de 2013

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