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"Cuando el ánimo está cargado de todo lo que aprendimos a través de nuestros sentidos, la palabra también se carga de esas materias. ¡Y como vibra!"
José María Arguedas

jueves, 5 de septiembre de 2013

Poesía: Arturo Bolìvar Barreto

"Tercamente aprietan las calles resistiendo"
 .
NO SON CRISTALES BAJO ÁRBOLES LO QUE CANTAN LOS POETAS

Cae la sombra como un prófugo
En la cresta de las casas
Y en los cables de alto voltaje,
Confundiéndolas con ramas,
Temerariamente han hecho sus nidos
Los pájaros del barrio.
Los críos abren sus picos con candor.
Me mata el humo de mi ciudad
Y más letal es la radio de la combi.
Ya no quiero repetir la canción sin pensamiento
Quiero el canto que revele
En qué hueco estoy metido.

Sospecho que nos están macerando como carne
Para seguir aprovechándose de nuestra dura ingenuidad
O de nuestro candor de aves
Viviendo sobre la bomba peligrosa del pirata.

No son hojas secas acumuladas en la acera
Es el loco que se revuelve entre sus trastos
Delante de mis ojos.

Como autómatas miramos la tragedia
Porque no son bandadas de alcatraces los que
Ocupan los mercados
Es la marcha campesina
Enlutada por las aguas turbias
Del cianuro.

Ya no cortemos más flores del jardín
Aún no están secas nuestras lágrimas.
Qué nombre tiene el cuadro del pintor
Y qué nombres tenían los que murieron chamuscados.

La prensa con lágrimas en los ojos
Pide diariamente sea liberado
El primer preso del país
Pero se olvida de los millones que hoy viven
Sepultados por sus actos criminales.

No es luz de cielo abierto
La que cae en la azotea.
Delante de mí los enfermos se mueren
En las puertas de los hospitales
Mientras el gran prestidigitador
Nos distrae con su juego.

La periodista vendida
Nos habla de ética e indignada
Fustiga los actos delictivos de las calles
Pero su televisora expende basura
Diariamente
Y encumbra a los que asaltaron el país.

Ya no son cristales bajo árboles
Lo que cantan los poetas.
Miles de bosques de la selva tienen un solo propietario
Pero aún el gran payaso exige modernidad
A sus ancestrales habitantes
Para embaucarlos al mercado.

El mar es carne de rapiña
De los apostadores del mundo.

Una golondrina no hace verano
Pero los jóvenes ya no quieren ser
Artificios desechables.

Qué hermosos están los caracoles de la tarde
Cuando anida la esperanza.
Allá en la tierra de piedra y sol
Sólo se miraba a las manos pues los rostros
Eran iguales a los arroyos de las punas.
Pero es inaguantable que hasta hoy
Delante de nuestros ojos
La zorra oligárquica se mofe de la quechuahablante
O de la incultura de la joven hija del saqueo.

Tercamente aprietan las calles resistiendo
Y crecen los cuerpos y los sueños
Y otra vez los hombres otra vez
Porque ya es creciente la hora
De vestir ropas nuevas como niños.

(Arturo Bolívar Barreto, de Poemas Nuevos)

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