Por Federico Battifora
Nos hemos cuestionado alguna
vez ¿cuál es el valor del lenguaje? Si aceptamos el concepto que el
lenguaje es una forma de expresar hacia el mundo exterior, nuestro
interior, entonces reflexionemos juntos: para que el lenguaje sea una
auténtica expresión interior, debe, valga la redundancia, expresar algo
verdadero y auténtico de la persona que lo expresa y el conflicto
comienza para el transmisor y el receptor del mensaje cuando lo que se
expresa no corresponden a vivencias reales y auténticas.
Se supone
que somos seres humanos que aspiramos a ser individuos plenos, veraces y
confiables, no se trata simplemente entonces de expresar lo que sea o
como sea, incluso mentir al mundo exterior y cuando de políticos se
trata, para obtener votos, para alzarse con el poder político. Decía el
emperador-filósofo Marco Aurelio, que el hombre debería pensar de tal
forma que si en cualquier momento le preguntasen por sus pensamientos,
pudiese responder de inmediato y sin avergonzarse. Este concepto nos
conduce al cuidado de nuestro mundo interior, sobre todo cuando de
transmitir mensajes y promesas se refiere. Traslado este concepto a los
candidatos que continúan en la contienda por alcanzar la presidencia de
la república. ¿Están diciendo la verdad? ¿Están expresando medias
verdades? O simplemente están mintiendo a la ciudadanía. Es más delicado
y profundo de lo que la mayoría de ciudadanos puede percibir sobre
estas acciones de los candidatos. La autenticidad en sus convicciones
puede evidenciarse a través del lenguaje, del verbo, de la palabra. La
ambición por el poder queda siempre manifiesta, impresa y llena de
percepciones de falsedad o veracidad. Gobernar es algo muy serio y
comprometido, como también decir la verdad a los demás. Pero mentir
sistemáticamente, o lo peor, ocultar intenciones diferentes detrás de
las palabras es un juego muy peligroso, es bajo y ruin y todo por
conseguir su voluntad en las ánforas. Jugar con la buena fe de la
colectividad la mayoría de veces desprevenida y mal informada, puede
desembocar posteriormente a situaciones irreversibles de violencia
social, cuando la colectividad engañada descubre que fueron usados.
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Fuente: Diario La Primera, 25 de abril del 2011
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