Parece que los que han construido el nacimiento o pesebre en la plaza mayor de Celendin, nos han querido sorprender. En especial a los que ingresamos a la plaza en mención por los jirones Pardo, Unión o bajamos por frente a la iglesia con dirección a la municipalidad.
Primero; piensas, como ya es costumbre, que han levantado un quiosco o chingana para exhibir o vender algún producto de los muchos que brinda nuestra tierra; pero después, oh sorpresa!, se trata nada menos que de un nacimiento o pesebre que tiene el techo de calamina y las paredes de costal de plástico de color verde. Para remate, a su costado, unos plásticos azules te hacen pensar que tambien han construido una letrina en pleno centro de la ciudad.
Esto es solo parte de la anécdota navideña de los arquitectos de la desfachatez; porque, si miramos a nuestro alrededor, la cosa es más seria de lo que pensamos. Casi nada queda ya del Celendin que enorgullecía a sus ciudadanos por ser un lugar en el que sus autoridades y pueblo respetaban su arquitectura, adecuada para esta parte de nuestro país.
Los nuevos "pitucos" se han encargado de destruir todo lo tradicional de Celendin, construyendo mamotretos de tres pisos en la misma plaza mayor.
Ha triunfado la estupidez. Y en esa dirección avanzan los gerentes y asesores de los actuales mandamáses que han autorizado esta clase de construcciones para que la capital de nuestra provincia se vea cada vez peor. Como alguien dijo: "un adefesio mayor". No contentos con estos hechos, de los que parecen orgullosos porque andan con pecho de pavos, ahora proliferan en calles, avenidas y, por supuesto en las paredes de las casas de la plaza mayor, letreros de colores que hacen de Celendin un verdadero mamarracho.
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